la PRISIÓN
Puede ser una de las estancias surgidas por la modificación del proyecto inicial. El 16 de febrero de 1596 deciden que también se construya la segunda estancia y dos días después, el 18, ven la necesidad de encargar una reja y la encargan. La presencia de la reja en la ventana y la estructura de la puerta, con una pequeña portezuela de comunicación, no hacen sino confirmar su uso como prisión.
Tiene una planta octogonal, con una ventana y reja sobre la plaza mayor y una letrina (o necesaria) con un canalón que conecta por fuera. Y a pesar que desde finales del XIX, esta sala recibe el nombre de prisión de los capellanes, hasta ahora no se ha encontrado ninguna constancia documental que confirme la presencia de ningún condenado.
Sólo la mención de Peyrats (1894) de una inscripción de un condenado es el único testimonio que podemos aportar. La inscripción dice:
"Ego aute(m) innocentia mea, / Ingressus sum. / Redime Me / Et miserere mei / En 27 de diciembre de 1817."
Desgraciadamente los versos no se pueden ver porque coinciden en su ubicación con una pintura de la Sagrada Familia, que ha aparecido en la restauración de 2000-01 y que es la que ahora se puede contemplar.
Hay que remarcar que con la restauración ha quedado al descubierto la estructura de una primera portalada de acceso a la letrina. El arco de medio punto que enmarca la puerta aparece modificado por la posterior construcción de la canal de las batalleras que conectaban el reloj con las campanas.

VIVIENDA del / CAMPANERO
La tercera estancia se conoce como casa del campanero. Tenemos noticia de que en el mes de noviembre de 1595 se acuerda hacer la letrina (o necesaria) y un fregadero que sirviera de urinario (Traver, 1958) y conectarlos a través de una cañería de canjilones para el campanero y las otras personas que allí viven. No los debieron hacer porque la restauración no los ha hecho visibles. Cabe pensar, pues, que cuando un campanero y su familia han vivido en el campanario. han ocupado esta habitación y la inferior, que a su vez hace de prisión; al menos, esto es lo que han hecho los últimos campaneros a lo largo del siglo XX.
El techo es de arco de mortero, como los de todas las salas inferiores. Llama la atención que la llave del arco está ocupada por una pieza de madera con seis perforaciones que tienen la función de hacer pasar las cuerdas para tocar las campanas sinq ue se necesite subir a la sala de campanas.
Asimismo, se ha colocado un pequeño reloj de sol para orientar al campanero a la hora de hacer los toques, generalmente el toque de alba, dado que a esta hora, sobre todo en pleno invierno, no invita a dejar la compañía de las mantas.
Sin que tengamos noticia de cuándo lo hicieron, aparecen en esta sala un armario, unas tablas de madera y una bancada hecha de obra para facilitar la habitabilidad del lugar. La restauración las ha respetado y ha rehecho la decoración con cenefas hechas con rayas originales.