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1789-1875-1899 |
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Arquitecto |
Joaquín Toesca, Eusebio Chelli, Ignacio Cremonesi |
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Descripción |
La actual Catedral de Santiago no contó con una torre de relativa importancia sino hasta el año 1789, 41 años después de iniciada la construcción del templo (1748). Esta, obra de Joaquín Toesca y Antonio Ipinza, surgió como necesidad de reemplazar una estructura de madera, ya muy deteriorada por aquellos años, que servía de campanario provisorio para la Iglesia Mayor; tal como se detalla en el “Libro de Acuerdos” del Cabildo Eclesiástico, del año 1788:
“[…] que respecto a estar la torre provisional que hoy tiene esta santa iglesia, sumamente ruinosa y amenazando avería por haberse corrompido los puntales de madera en que estaría, sin embargo de los puntales de otras vigas que para reparar este daño se le han puesto, viesen los demás señores del cuerpo si les parecía se levantase otra de más firmeza y solidez con cimiento de piedras y murallas de adobes, y de elevación suficiente para a que no se ahogue la voz de las campanas con los edificios inmediatos y fábrica de dicha iglesia, que la han de circundar, la cual sirva hasta que se concluyan las que deben acompañar a las torres de la obra […]”
En efecto, esta nueva torre también sería pensada como una construcción provisoria, en tanto se realizaba el proyecto definitivo de Toesca (hoy perdido), que contemplaba la erección de dos torres gemelas sobre el frontis de templo (solución que no se vería realizada sino hasta fines del siglo XIX). No obstante, durante 86 años funcionó como el campanario oficial de la Catedral de Santiago.
Este campanario se ubicó en el actual patio de los naranjos, y se concibió como una torre exenta al edificio de la iglesia, similar a ciertos campaniles italianos (Florencia, Venecia, Parma, entre otros) o a ciertos campanarios de iglesias del norte de Chile (Tarapacá, Parinacota, Isluga, entre otros), que presentan una solución similar. Se componía de cuatro niveles, el último de los cuales estaba destinado a albergar las campanas, que se encontraban dispuestas del siguiente modo: la campana mayor colgada al centro de la sala, y las menores -acorde con la tradición española- colgadas de los vanos abiertos (4 en este caso), para así facilitar la difusión del sonido. Además, la torre contaba con una pequeña linterna superior donde se ubicaba otra campana, posiblemente el esquilón o campana menor, o tal vez la campana de 1764
El sistema de toque de las campanas estuvo fuertemente condicionado por esta disposición, que (a excepción de la campana de la linterna) permitía un contacto cercano de los campaneros con sus instrumentos. Ello facilitaba enormemente los toques rápidos que exigían los repiques, pues el campanero podía controlar desde muy corta distancia las cuerdas, para así mover el badajo, ya sea de manera oscilante, o bien realizando una veloz serie de golpes, de variada intensidad y ritmo.
Para 1863, la torre colonial se encontraba en mal estado de conservación, generándose así la discusión sobre su eventual reemplazo por una nueva construcción . Sin embargo, no será sino hasta octubre de 1874 cuando se emprendieran las obras de una nueva torre, a cargo del arquitecto Eusebio Chelli y el constructor Juan Murphy. Las obras se desarrollan con rapidez, y en junio de 1875 "El Ferrocarril" anuncia la postura de una Cruz sobre el edificio ya prácticamente terminado . Por espacio de seis meses coexiste esta nueva torre con el ruinoso campanario colonial, que será demolido en diciembre del mismo año
Gracias a esta obra, la Catedral contaba por primera vez con un elemento vertical de importancia, que señalaba su presencia dentro de la Plaza de Armas y dentro de la ciudad. No obstante, este nuevo campanario tendría una corta existencia. En 1897 aparecen los primeros informes que denuncian problemas estructurales en su base, a los cuales se suma el deseo del arquitecto Ignacio Cremonesi por demoler la construcción; tanto por seguridad, como por la intención de edificar las actuales torres. Por su parte, la Municipalidad decreta un ultimátum de demolición fijado para el 15 de febrero de 1898. El 14 de febrero comienzan las obras de desmantelamiento
Las actuales torres forman parte del plan de reformas generales a que fue sometida la Catedral entre los años 1898 y 1905. Ello encontró su justificación en revertir el peligroso estado de deterioro que para esa fecha presentaba el edificio colonial (motivo de amonestaciones por parte de la Municipalidad), pero sobre todo en un deseo del Arzobispo Mariano Casanova por dignificar “al [templo] que por su importancia es el primero de la República; al templo oficial de la autoridad diocesana y en el que el Gobierno de la Nación practica los actos públicos del culto a la divinidad que convienen a su condición de gobierno católico” . Por su parte, la demolición de la torre de Eusebio Chelli hacía necesaria la realización de nuevos campanarios, que vendrían a materializar conceptualmente el antiguo proyecto de Toesca:
“Es, pues, urgente construir otro campanario, parte indispensable de los templos católicos, donde resuena la voz de la Iglesia errante y peregrina en este destierro […] todo parece indicar que en el plano primitivo, hoy perdido, eran dos las [torres] que se proyectaban para el frontis del templo. Es de suponer, por lo tanto, que los respectivos cimientos consulten la solidez necesaria para sostenerlas”
Las actuales torres se componen ambas del siguiente modo: una sala de campanas inferior, de planta cuadrada; una sala superior, de planta octogonal; y finalmente una linterna, que sirve de remate al conjunto. En esos espacios, las campanas se distribuyeron de la siguiente forma: La nueva campana mayor, “Santiago”, en la sala inferior de la torre norte; las campanas “Nuestra Señora de los Dolores” y “San Pedro”, en la sala baja de la torre sur; las campanas de Miguel de Sierra, en la sala superior de la torre sur; y la campana de 1764 en la linterna de la torre sur.
Si bien estas torres otorgaron un realce inédito al templo, desde el punto de vista campanario resultaron en varios sentidos insatisfactorias; siendo en realidad elementos simbólico/decorativos antes que campanarios en un sentido acústico y musical. Por un lado, todos los vanos fueron cerrados con ventanas de vidrio, que, aunque provistas de pequeñas aberturas, “encerraron” el sonido de las campanas, entorpeciendo seriamente la difusión de sus voces. Por otro lado, se separó el conjunto de campanas de acuerdo a las torres, obteniendo así un efecto “estéreo” antes imposible, pero también dificultando la coordinación de los campaneros . Sobre todo, se destruyó la antigua cercanía con los campaneros (posible en la torre de Toesca y seguramente también en la de Eusebio Chelli), quienes ahora debían pulsar las campanas ya no en la propia sala, sino mediante largos cordeles que descendían hasta tribunas ubicadas a ambos lados del órgano (sin posibilidad siquiera de contacto visual con los bronces). De esa forma, podemos suponer que, desde 1899 hasta la fecha incierta en que cesó completamente el uso de las campanas en el templo, los toques tendieron a volverse más lentos, menos controlados y sonoramente menos potentes.
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Protección |
Monumento Nacional |
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Conservación, mantenimiento |
Restaurado en 2015 con la intención de abrir la torre al público. Se cambió el suelo de la sala de campanas de ambas torres, de manera tal que puedan observarse las bóvedas de ladrillo que las sustentan. También se construyó una escalera exterior, en reemplazo de la antigua escalera, no del todo confiable al uso de visitantes. |
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Campanas |
El actual conjunto se compone de 6 campanas, en su mayoría coloniales, fundidas entre los años 1764 y 1899. Se trata de 3 campanas "pequeñas"; 1 campana "mediana"; y dos campanas "grandes", que en conjunto permiten examinar la evolución de la manufactura local, entre mediados del siglo XVIII y fines del siglo XIX
De las campanas anteriores es relativamente poca la información que circula, refiriéndose los documentos de la época más el estado de las torres que a las campanas mismas. Unidas como estaban al destino de estas construcciones, el incesante desplome de los campanarios justificó una constante renovación -parcial o total- del cuerpo de campanas. Si a ello se agrega la eventual refundición de ejemplares dañados por el uso podrá entenderse por qué, al menos en el caso de la Catedral, ninguna campana anterior al siglo XVIII se haya conservado hasta hoy.
Para el año 1721, el obispo Alejo Fernando se quejaba en una carta al Rey (Felipe V) que la Catedral no contase con “una campana de corpulencia para llamar a los prebendados a las horas” , situación que motivaría la fundición de cuatro ejemplares (tres campanas y un esquilón, hechos con cobre de Coquimbo ) por Juan de Meléndez y su ayudante, Nicolás de Agustín . Posiblemente fueran estas las que cayeran a la Plaza de Armas tras un nuevo sismo (mayo de 1751), donde nuevamente se desplomó la torre de la antigua Catedral ; edificio ya ruinoso por aquel entonces, cuyo reemplazo por el actual templo se había dictaminado hacia el año 1746. De ese modo, empieza a tener sentido que el actual conjunto colonial comience a forjarse solo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.
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Toques tradicionales de campanas |
Acorde con su rango, la Catedral contó con un extenso repertorio de toques de diversa connotación. Estos se encuentran bien documentados en dos ordenanzas obispales (publicadas en 1795 y 1872 por los obispos Francisco José de Marán y Rafael Valentín Valdivieso respectivamente), que permiten consultar la experiencia de los toques de la Catedral (y otros templos de la ciudad) entre fines del siglo XVIII y fines del siglo XIX (es decir, durante el paso de la Colonia a la República). De manera general, los toques señalados en estos documentos pueden agruparse en dos grandes familias: "Toques Litúrgicos" y "Toques no Litúrgicos". Dentro de los "Toques Litúrgicos", podemos señalar la siguiente subdivisión:
-Toques Eclesiásticos Religiosos y Sacerdotales: destinados a acompañar actos relativos al ámbito y gobierno del clero, tanto regular como secular (toques por elecciones del arzobispo; llamadas a los prebendados; horas canónicas; entre otros)
-Toques de Consagración: destinados a anunciar y solemnizar el momento de la transubstanciación de las especies (Toque de Alzar)
-Toques Diarios: toques litúrgicos de uso cotidiano (Aves Marías; Ángelus; Ánimas; entre otros)
-Toques de Enfermo: destinados a acompañar rituales en favor de los enfermos (Toque de viático a los enfermos)
-Toques de Fiesta Mayor: destinados a acompañar las grandes solemnidades del calendario litúrgico (Semana Santa; Corpus Christi; Pentecostés; Navidad, entre otras)
-Toques de Fiesta Menor: destinado a acompañar las fiestas de menor envergadura (principalmente fiestas de santos)
-Toques de Muerto: destinados a anunciar la muerte y acompañar las ceremonias fúnebres de autoridades y personas civiles (Toques por muerte del Rey; del Papa; del Obispo; de autoridades civiles y religiosas; de personas particulares; entre otros)
-Toques de Protección: destinados a tocarse en caso de necesitarse protección divina, ya sea para la ciudad (en caso de calamidades), para autoridades del reino, o para personas particulares (Toque de rogativas o plegarias)
-Señales litúrgicas: destinados a dar aviso de diversas funciones piadosas (señales para la misa; llamadas a los fieles; entre otros)
-Te Deum: destinado a acompañar esta celebración litúrgica.
-Toques de Viernes: destinados a tocarse en ese día (cotidianamente o en Viernes Santo), en memoria de la pasión de Cristo (matracas en Viernes Santo; toque de Viernes a las 3 de la tarde)
Por su parte, los "Toques no Litúrgicos" pueden subdividirse de la siguiente manera:
-Toques de alarma: destinados a dar aviso de ayuda para emergencias como incendios, inundaciones u otras calamidades (Toque de fuego)
-Toques civiles: destinados a acompañar celebraciones y actos relativos al gobierno de turno (Toque por el cumpleaños del Rey; Toque para solemnizar las elecciones del Presidente de la República; entre otros)
-Toques informativos: destinados a dar aviso de noticias relevantes para la ciudad o el reino (Repiques por noticias de la salud de los reyes de España; Repiques efectuados al tener noticia de nombramiento de prelado para la Catedral; entre otros)
A grandes rasgos, este repertorio se mantuvo vigente entre fines del siglo XVIII y fines del siglo XIX. La gran excepción estuvo dada por el cese de los toques "reales", o de asociación hispana, extinguidos una vez consolidada la República
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Toques actuales de campanas |
Como ocurriera en la mayoría de los templos de la ciudad, los toques de la Catedral irían desapareciendo progresivamente a lo largo del siglo XX. Ello encontraba sus causas en dos factores esenciales, que resultarían determinantes en la vigencia de los toques: la secularización de la ciudad, que cobraría gran fuerza a partir de la segunda mitad del siglo XIX; y la masificación del reloj y la prensa escrita. Ello traería como consecuencia el que los toques comenzaran a ser considerados como una fuente de "ruido molesto", carente de utilidad, incluso para la propia iglesia. A modo de ejemplo, en septiembre de 1877 doña Trinidad Cánepa elevó una solicitud al párroco de la Asunción para que se suspendieran los toques en la Vera Cruz (de la cual era vecina) antes de las siete y media u ocho de la mañana. El Vicario general accedió al pedido no solo porque “[…] es una obra de caridad mui recomendable para los cristianos el procurar aliviar los sufrimientos de los enfermos” sino también, y sobre todo porque “[…] en los días que no son festivos solo se tañen las campanas de ordinario para anunciar a los vecinos la hora de la misa, cosa de pura comodidad i no de necesidad, pues en algunas Iglesias no se acostumbra, principalmente si la misa es a una hora dada, porque entonces basta esto para que la calculen los que quieran asistir a ella”.
Así, las campanas de la Catedral (y otros templos de Santiago) irían cayendo en desuso, hasta el punto de enmudecer completamente en las últimas décadas del siglo XX. Actualmente no se efectúan toques en la Catedral, sin que el Cabildo Eclesiástico manifieste intenciones de revertir dicha situación |
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Toques propuestos de campanas |
Debiera implementarse un programa de rescate de toques históricos, basado en las ordenanzas obispales antes mencionadas. Este debiera contemplar la restitución de toques de las diversas familias señaladas, en la medida que el estado actual de las celebraciones litúrgicas lo permita |
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AutorSato, Eduardo (17-11-2016) |
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