mortuos plango no es solamente un concierto: es una salida de emergencia, un grano que le crece repentinamente a la piel curtida de nuestra ciudad.
más que música (vieja o nueva) es gallináceo vuelo de dondones que invitan al peripatetismo: deambular sin brújula, chateando, mientras las badajadas se nos cuelan, preñándonos de sensaciones.
mortuos plango es un saborear el amarillo y oscuro saber de las campanas. es retornar aquella conversación persuasiva con generaciones otras. es sentarse en un claro del tiempo. es retrobar el sujeto perdido (y no a través del yo sino del tú). es anámnesis colectiva (memento homo). es formar una esfera entrecruzando pasado presente y futuro. es resbalar de ecos por esquinas. cura de quotidianos caos. un tocar madre. un limpiar la ciudad de ruidosas náuseas para amueblarla con silencios ondulados. es un pasear (festivo-meditativo) en soledad amena. es apiadarse. es permitir que las campanas pastoreen sobre los vientos los deseos. es poner nuestras carnes de gallina. es dejarse colocar por el gesto único y repetido de la campana (donde dan, dan; donde dan, dan). es quedarse sin ideas, es ...
y además, mortuos plango es sonora elegía al muerto que ya somos, a las semillas que no nos fructificarán, a lo que nos llena de prematura herrumbre. por ello mortuos plango no tiene fin; sólo momentáneo y premonitorio abandono.
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© BARBER, Llorenç (1997) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 26-04-2024 |
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