todos llevamos un campanario en la memoria, y las campanas son meta(l)física que se nos cuela por el orificio auricular. magia, mito, metáfora, símbolo, señal de un paisaje que se desdibuja pero, agonizante, se resiste a desaparecer.
al tiempo que la campanilla del gañote hermanea secretamente bucales, sonoras geografías, nuestra lengua misma se contamina de magnetismos metálicos: dar la campanada, echar las campanas al vuelo, oír campanas y no saber dónde, ser persona de campanillas y un rico etcétera.
vivos voco es un loco enfangarse con brujos metales de relámpagos cargados de belleza. un nuevo faenar con instrumento enmaridado con lo desconocido: para que nunca, solitario, suene solo, como en las leyendas románticas, para que no nos traiga desdichas sin remedio (no te fíes, decían nuestros mayores, del campanario que no tenga badajos).
vivos voco es una invitación al ploreu, xiquets, ploreu, que campanetes tindreu.
vivos voco es un alegre pero firme postular la poetización de los espacios y tiempos comunitarios. la millor festa de casa és quan toca la tomasa.
vivos voco es, en fin de cuentas, un templar cráneos y avivar sesos, pues como diría tristan tzara:
© BARBER, Llorenç (1997) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 29-03-2024 |