El día 4 de octubre de 2009 participamos en un singular concierto de campanas realizado en la torre de campanas de la parroquia de Santa Ana de Elda, con motivo del Cuarto Centenario de la Expulsión de los Moriscos. El concierto tenía una doble finalidad: por una parte recordar la misma música que formaba parte de su paisaje sonoro, aunque no fuera de sus creencias, de los moriscos expulsados, y por otra parte mostrar la riqueza de los toques de campanas tradicionales, así como el gozo de tocar manualmente aquellas campanas, que permanecen mecanizadas durante mucho tiempo.
Hay dos conjuntos de campanas, ubicados en torres diferentes de la parroquia de Santa Ana de Elda. No sabemos si fue construido de forma consciente, ya que se trata de una renovación relativamente reciente, pero el caso es que en la torre norte están las campanas del reloj y el propio mecanismo, mientras que en la torre sur se encuentran las campanas digamos litúrgicas, aquellas relacionadas con los toques tradicionales. Este modelo es habitual en muchas de las iglesias antiguas, orientadas hacia el este, como es el caso, de modo que hacia el sur, donde está la vida cotidiana, las campanas litúrgicas se encargan de los hechos diarios, semanales, festivos o de dolor, incluso marcando las partes de la jornada con un doble sentido religioso y temporal, mientras que en la parte norte, donde el sol no llega nunca, se encuentran los mecanismos del reloj y sus campanas, independientes del curso ordinarios del tiempo.
Recordemos que la sociedad tradicional, mal iluminada, se regulaba por la jornada, el tiempo iluminado por el sol, marcado al principio, a la mitad y al final, por los correspondientes toques de oraciones o Ángelus, que indican las partes tanto de oración como de iniciar o acabar las actividades.
Los dos conjuntos de campanas son modernos, ya que sin duda en la guerra civil se descolgaron las campanas con pretexto de construir armamento. Se trata de seis magnificas campanas construidas por los Hermanos ROSES de Silla, en el momento final de plenitud de aquella empresa fundidora, ya desaparecida.
De acuerdo con su uso, las cuatro campanas de la torre sur, o torre de las campanas, se pueden voltear y repicar, mediante obsoletos mecanismos electromecánicos, que no reproducen los toques tradicionales, modifican la sonoridad original de las campanas y dificultan enormemente los toques manuales.
Las dos campanas del reloj, como corresponde a su misión, están fijas, colgando de sendas vigas de hierro, y aunque conservan los mecanismos originales de toque por gravedad, han sido dotadas de electromazos para marcar el paso del tiempo.
El reloj mecánico es una magnífica máquina de tres tambores o cuerdas: la central para regular el movimiento y la transmisión, a través de unas varillas, de las agujas de las muestras o esferas; los otros dos para los cuartos y las horas. Es de remontaje manual, lo que quiere decir que había que subir a darle cuerda, probablemente cada siete días. El conjunto se encuentra actualmente sucio y abandonado, sustituido por un pequeño ordenador ubicado en la misma sala.
La primera actuación, de finales de los 70 probablemente, consistió en la substitución de los contrapesos de madera y hormigón de las cuatro campanas de volteo por sendos yugos de hierro dotados de motores continuos de volteo. Hoy no se autorizaría esa sustitución que tiene como resultado el cambio de sonoridad, la desaparición de los toques manuales y la dificultad casi absoluta de poder tocar manualmente esas campanas. Esta intervención fue realizada por SALVADOR MANCLÚS de València.
Ciertamente, en el momento de mecanizar las campanas no había otra tecnología posible, y los campaneros constituían un oficio mal considerado, tanto por la sociedad como por los mismos interesados, que no se consideraban ni músicos ni creían expresar los sentimientos, las creencias o las emociones de su ciudad.
En época muy reciente, menos de cinco años, hubo una segunda intervención no menos destructiva del patrimonio, en las campanas del reloj. Alegando que el reloj es un mecanismo obsoleto (posiblemente por desconocer su funcionamiento) se sustituyó, aunque estaba en uso y se podía seguir manteniendo en funcionamiento, la magnífica maquinaria industrial por un moderno ordenador TÉMPORA, ubicado en la misma sala del reloj, que además modifica el sentido de los toques como veremos luego. Además sustituyeron, creemos que innecesariamente, las muestras o esferas del reloj, poniendo en las mismas publicidad de la empresa, algo contrario a la Ley del patrimonio Cultural Valenciano, que prohíbe expresamente la publicidad en los monumentos (la iglesia es Bien de Relevancia Local por imperio de esa citada Ley del patrimonio Cultural Valenciano).
Curiosamente el ordenador de las campanas del reloj es diferente del ordenador que gestiona las campanas litúrgicas. Con la excusa de la separación de usos y de titularidades, hay innecesariamente dos ordenadores en un mismo edifico, para una gestión similar de campanas.
El mismo día del concierto asistimos, preocupados, a un exceso de programación. Por una parte, el volteo de las cuatro campanas durante unos cinco minutos para cada uno de los tres toques de cada misa de la mañana del domingo. Esto constituye un claro abuso. Solamente tiene sentido el volteo general de los tres toques de la misa festiva, probablemente tres o cuatro veces al año. Un domingo debiera utilizar las cuatro campanas repicadas, sin ningún volteo, mientras que para diario seria suficiente el toque repetido de la campana mediana o de la mayor, incluso una sola vez antes de las misas ordinarias, sin olvidar los necesarios tres toques de oración a las ocho de la mañana, a mediodía y a las ocho de la noche.
Para las Fiestas, en lenguaje litúrgico, tras el toque de la cuatro campanas repicadas podría voltear una campana, posiblemente la tercera, dejando el volteo de l o la mediana para las solemnidades, y el volteo de la mayor exclusivamente para las cuatro Solemnidades mayores del año: Pascua, Navidad, Corpus, y los Patronos: la Santísima Virgen de la Salud y el Santísimo Cristo del Buen Suceso.
En cuanto al reloj, el exceso es similar: obsesionados por un tin-tan que no hubo nunca, a cada cuarto tocan la campana de los cuartos y la de las horas alternadas, mientras que luego suena la hora, repetida, con la de las horas. La misma disposición marca los toques: los cuartos con la de cuartos, y las horas con la de horas. Si toca el reloj mecánico, como veremos a continuación, no puede obviarse ni la repetición de horas ni el toque nocturno, pero mientras dure el ordenador puede debe regularse este toque. Incluso, con el deseo de añadir más máquinas a la torre, en vez de utilizar los mazos externos por gravedad originales de las dos campanas del reloj, se pusieron sendos electromazos, anulando los mecanismos propios.
En estos tiempos se habla a menudo de las denuncias contra las campanas, especialmente las del reloj, olvidando unos cuantos conceptos básicos, que en este caso están muy claramente expresados.
Las campanas del reloj y las litúrgicas corresponden a usos y titulares totalmente distintos. Por eso se encuentran en torres diferentes, y las campanas del reloj no participan con las otras (ni deben hacerlo) en sus toques.
El derecho a ser informado, de día y de noche, del paso del tiempo es de los ciudadanos, y por tanto una obligación municipal, conseguida a lo largo de los siglos. Siempre habrá alguien, probablemente con ganas de pelea, que denuncie los toques nocturnos, e incluso los diurnos porque asegura “que atentan contra su intimidad, que superan las normas de ruidos o que le afectan a los nervios”. Curiosamente esas mismas personas no denuncian nunca el tráfico de vehículos por la noche, exigiendo, por ejemplo que su calle sea peatonal de ocho de la noche a ocho de la mañana para que les dejen dormir. Por la misma regla de tres se podría exigir la apertura de tiendas por la noche, ya que se limita el derecho a comprar cuando a uno le apetece, o incluso a suspender indefinidamente las fiestas, porque afectan al libre derecho de aparcar a la puerta de casa, por poner un ejemplo.
Por el contrario, parar las campanas del reloj por la noche constituye la vulneración de un derecho colectivo, y la vulneración de una obligación municipal.
Si, además, Elda cuenta con un magnífico reloj mecánico, susceptible de funcionar, no solamente se abandona una obligación, sino que también se degrada una propiedad municipal que, bien cuidada, puede durar doscientos años.
Ciertamente se dice que es un engorro subir a darle cuerda, probablemente una vez a la semana, y que por el contrario el reloj estaría mejor en un museo. Podemos afirmar, por el contrario, que los relojes bajados de las torres y llevados a dependencias municipales, han durado una o dos legislaturas hasta acabar, en la mayor parte de los casos, en la chatarra o cuando menos abandonados y olvidados.
Por otra parte bien es cierto que se podría dotar de electromecanismos para dar cuerda al reloj y para regular incluso aprovechando le ordenador existente, su exactitud, pero eso constituiría una deformación innecesaria de la maquinaria original.
Por el contrario podría ser un motivo de orgullo patrimonial para Elda mantener en funcionamiento (¿y por qué no mostrarlo a través de una cámara Web?) un reloj mecánico que incluso se podría remontar (es decir darle cuerda) por unos “Amigos del Reloj” que bien organizados podrían subir una sola vez al mes a remontar sus pesas.
A medio plazo debería iniciar un proceso de restauración doble de las campanas de Elda. Por una parte, la reposición de yugos de madera, motores de impulsos y una programación adecuada de las campanas litúrgicas de modo que reproduzcan su sonoridad original, conserven los toques tradicionales y no impidan los toques manuales.
En cuanto al reloj sería conveniente sustituir las vigas de hierro de las campanas por sendas vigas de madera, manteniendo su sistema de toque con el mazo exterior por gravedad, exclusivamente y sin excepción de toque diferente.
El reloj se debería restaurar y ponen en funcionamiento, como servicio municipal y también como hecho patrimonial, apoyado quizás por unos “Amigos del Reloj” para su remontaje semanal. En este caso se debería dar amplia resonancia a su restauración, para trasmitir los valores originales, y para justificar el toque de sus campanas durante las 24 horas, como muestra del latido más profundo y emocional de la ciudad de Elda.
LLOP i BAYO, Francesc (29-12-2010)
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