Campanario que existió hasta 1936. Aquí también podemos ver la antigua caseta del reloj. Foto Associació Cultural Font Bona.
La finalización del campanario tuvo lugar en 1777. Un año antes, Juan Bautista Galbis, vecino de Bocairent, prestó fianza por 500 libras a favor de Miguel Cuenca, maestro cantero encargado de la conclusión del campanario (20). Poco después terminaría la obra abonándosele el importe (121).
A mediados del siglo XIX, la entonces denominada torre de la iglesia se utilizó para que los vigilantes pudiesen cumplir con su cometido y avisaran en caso de alarma. Transcurría una época difícil y estas medidas se tomaron para el pronto castigo de los que atentaran contra la Constitución y seguridad del estado, o reunidas en cuadrilla atentaran contra la propiedad y seguridad de las personas (122). Esta medida de seguridad estuvo vigente hasta agosto de 1869, fecha en la que desaparecieron las partidas de carlistas que recorrían la provincia.
En 1872, en virtud de las circunstancias por las que estaba atravesando el país, de nuevo se creyó necesario que un vigilante se situara en “la torre de la Iglesia o Campanario” para que “al menor indicio de desorden o de algún movimiento alarmante que se notase en la población a causa de alguna partida de ladrones o de otra clase de gentes que penetrasen en el pueblo con ademán hostil de perjudicar a las familias o intereses, toque a somatén.“ (123)
Durante la contienda bélica de 1936 parte del campanario fue derruido hasta la base de las campanas. En 1950 se inició su reconstrucción finalizando ésta un año después. Se procuró que fuese igual al anterior, aunque el actual es de cemento y antes tenía piedras de sillería en sus esquinas, tal como está la parte no derruida del mismo. Contemplando las fotografías de antes y después se consiguió una imitación bastante buena. El arquitecto y maestro de obras fueron los mismos que reconstruyeron la iglesia, con el impulso y asesoramiento técnico del Padre Jesualdo Ferrero.
Se eliminó la antiestética caseta del reloj sobre el tejado, al mismo tiempo que se colocó uno nuevo y se puso la cruz sobre el frontis del templo.
Nombre y ubicación de las campanas. Foto Associació Cultural Font Bona.
Sin lugar a dudas las campanas son un símbolo de fe y religiosidad popular de toda la comunidad. Son la voz del pueblo cristiano que nos indican la celebración de festividades, conocimiento de cada uno de los oficios religiosos, entierros… También nos advierten del transcurrir del tiempo, indicándonos cada cuarto y cada hora.
La instalación de las campanas duró varios años, por cuanto la última fue colocada a principios del siglo XIX, como consta en el compromiso de un vecino (alcalde que fue en 1802) obligándose a pagar cierta cantidad a la Fábrica de la Iglesia, en relación al dinero que tomó para la construcción de la última campana (124).
En 1932 eran los vigilantes nocturnos los encargados de hacerlas sonar y en este aspecto hubieron quejas, por parte de un concejal, en 1933. El problema era que para evitar el continuo toque de campanas se propuso que se pagara un tributo a quien correspondiese por el citado toque y, en caso de negarse a ello, se procediese a su prohibición. En este sentido se comentó que en las Ordenanzas Municipales se permitía el toque sólo de 8 de la mañana a 8 de la tarde y ello no se cumplía puesto que empezaban a tocarlas a las 6 de la mañana (125).
Era costumbre que el Jueves Santo subieran los campaneros para atar los badajos con cuerdas de cáñamo, para así evitar que involuntariamente sonaran hasta el toque de gloria.
Las campanas antiguas tenían los nombres de: Purísima, Misericordia, San Jorge y Santa Bárbara. Además, la matraca, que se utilizaba en Semana Santa, estaba situada en el campanario.
En abril de 1935 se llevó a cabo la bendición de dos campanas que Hermenegildo Sanjuán Doménech donó a la parroquia “para usos religiosos y servidumbre desde la torre del campanario al toque de cuartos y horas al reloj público”. A la más pequeña, de 231 kilos, se le impuso el nombre de Santa Úrsula, y a la más grande, de 427 kilos, el nombre de San Hermenegildo (126).
Las campanas actuales son las siguientes (127);
Campana denominada Ntra. Sra. de la Misericordia. Foto Associació Cultural Font Bona.
Purísima: es la más pequeña de todas, orientada al “xaloc” (sudeste), fue fundida en 1946 en el taller de los hermanos Roses en Silla (Valencia). Tiene un peso aproximado de 210 kilos y fue apadrinada por Francisco de Paula Ferre.
Santa Úrsula: orientada a “gregal” (nordeste), fue fundida en 1940, por Juan Bautista Roses, de Adzeneta d’Albaida, su peso aproximado 350 kilos. Lleva la inscripción “Santa Úrsula a expensas de don Hermenegildo Sanjuán Doménech, su albacea Antonio Ferre”.
San Jorge: según la “Colla de Campaners de la Vall d’Albaida”, puede que se trate de una “falsificación”, es decir de una campana procedente de alguna parroquia que por algún motivo fue escondida durante 1936-1939 en un taller de fundición. Caso de confirmarse esta teoría le daría un valor testimonial importante. Fue “fabricada” por Juan Bautista Roses Soler, de Adzeneta d’Albaida, en 1951. Está orientada al “mestral” (noroeste) y tiene un peso aproximado de 645 kilos.
Se hizo una recolección voluntaria por todo el pueblo de materiales de bronce y cobre para reponer esta campana.
Nuestra Señora de la Misericordia: es la más grande de todas, orientada al “llebeig” (sudoeste), tiene un peso aproximado de 1.000 kilos. Fue fundida en 1941 por Hermanos Roses, de Silla (Valencia). Ésta llegó en mal estado por lo que fue arrojada desde el campanario para proceder a su refundición, ocasionando un gran estruendo que llegó a alarmar al vecindario.
A principio de 1986 el sistema eléctrico-mecánico de las campanas que había sido instalado en 1966 (128) fue considerado como viejo, obsoleto y completamente deteriorado. Los gastos anuales de reparación eran considerables, pero las campanas continuaban averiándose y sonando mal. Por consiguiente era irremediable proceder a la reparación, lo cual resultó más largo y complejo de lo que en principio se había previsto. Al presupuesto por importe de 800.000 pesetas presentado por Industrias Manclús, de Valencia, empresa encargada de realizar este trabajo, había que añadir otros de albañilería y electricidad (129). La obra se inició antes de las fiestas de San Jorge de 1986 y consistió en: arreglo del sistema de volteos, ajuste de badajos, reajuste de ejes y espadañas, cambio de martillos percutores, nuevos cambios en los paneles, cajas de mandos del campanario y la sacristía, colocación del sistema de medio vuelo, reajustes propios de un mecanismo nuevo y sincronización del reloj de la torre a este nuevo sistema. La restauración no sólo se limitó a las campanas y a su sistema, sino que se extendió también a la torre del campanario. Su interior y escalera de acceso estaban muy deteriorados y fueron también restaurados (130).
En 2003 las campanas dejaron de tocar como consecuencia del deterioro de sus mecanismos electromagnéticos, que se encuentran al aire libre soportando grandes cambios de temperatura, nieblas, lluvias… En vista de ello se procedió a la nivelación de las campanas (que estaban descompensadas), sustitución de los antiguos sistemas de repique, colocación de cuatro nuevos repiques electromazos electromagnéticos y cambio de los badajos por cuatro nuevos de acero dulce con atadura tradicional de piel y cuerda, provistos de cables de seguridad para caso de rotura (131).
Maquinaria actual del reloj del campanario. Foto Associació Cultural Font Bona.
El reloj que existía en el campanario en 1880 funcionaba con contrapesos, para los cuales se necesitaban cuerdas de cáñamo. Dos años más tarde, como “director” del reloj público figuraba Nicolás Martínez Martínez quien fue sustituido por Francisco Pérez Orquín. El Salario que se percibía por este trabajo era el de 50 pesetas anuales.
En junio de 1912 el alcalde ponía de manifiesto a los señores concejales los deterioros existentes en la maquinaria del reloj, razones por las cuales causaba perjuicios al comercio y al vecindario en general, puesto que continuamente se desconocía la hora exacta. En consecuencia, el Ayuntamiento consideró de urgente necesidad el arreglo de la maquinaria y la esfera del reloj (134). Unas semanas más tarde se creyó indispensable la colocación de luz en la esfera del reloj para poder observar la hora durante la noche, por lo que se acordó la instalación de 2 luces eléctricas (135). Pero esta no fue suficiente solución, puesto que en enero de 1918 seguía siendo insuficiente la iluminación, por lo que se llevaron a cabo gestiones con el contratista del servicio del alumbrado público y de la casa Ribera, de esta localidad, donde se confeccionaba la lámpara eléctrica “REMO”, con el fin de mejorar aquel servicio. Tanto el citado contratista como don Francisco Ribera Doménech ofrecieron gratuitamente al municipio el fluido eléctrico y lámparas, respectivamente, para este servicio.
Unos años más tarde (1928) un nuevo problema surgió en torno al reloj público: se observaron deficiencias en el funcionamiento del mismo, con lo cual muchas veces se ignoraba la hora que era. Todo parece indicar a que el encargado del reloj no entendía el funcionamiento de la maquinaria del mismo, por lo que se nombró como nuevo encargado al sacristán de la parroquia Francisco Ribera Ferrero, abonándole por la prestación de dicho servicio la cantidad de 100 pesetas anuales (136).
El día 30 de noviembre de 1951, habiendo sido reconstruido el tramo del campanario que fue segado durante la guerra civil, se instaló un nuevo reloj sufragado por Alfredo Ferre Belda y hermanos.
BELDA MARTÍNEZ, Antonio; CASTELLÓ MORA, Juan; MATAIX BLANQUER, Antonio; MIRA CALATAYUD, Francisco Javier; SEMPERE MARTÍNEZ, Miguel; VAÑÓ PONT,José Luis
Quadern d’estudis locals 2 - Associació Cultural Font Bona (2004)
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