LLOP i BAYO, Francesc - Los toques de las campanas de la Catedral por la muerte del Arzobispo

Los toques de las campanas de la Catedral por la muerte del Arzobispo

"Solamente nos seguía Sant Nicolau"...

El pasado 7 de enero, a mitad de la comida, nos golpeaba el teléfono con la triste noticia de la repentina muerte del señor Arzobispo. Y nos pusimos en marcha, inmediatamente, para avisar, de la mejor manera que sabemos, a través de las campanas de la Catedral, del luctuoso suceso.

Se comienza haciendo tres "drancs" o golpes al unísono con nueve de las once campanas (ya que la Consueta de Herrera, de 1704, dice claramente que ni la "Bàrbera" ni la "Caterina" entran en los toques de difuntos) y luego comienza el lentísimo toque de la "Entrada": un golpe de la campana menor, la "Úrsula". Pasan tres minutos. Otro más de la "Úrsula". Pasan tres minutos más y uno de la "Violant". Tres minutos más, "Úrsula", "Violant" y luego el "Arcís". Total, que una hora más tarde solamente han entrado cinco campanas: estas tres menores, el "Pau" y el "Vicent". Y hará falta una hora más para que llegue la mayor; primero el "Jaume", luego el "Andreu", más tarde el "Manuel" y finalmente la "Maria". Hasta ahora los badajazos iban distanciados de tres en tres minutos; una vez entra la mayor ya van de dos en dos, y en sólo dieciocho minutos se da la vuelta. Luego es de uno en uno, luego de medio en medio minuto, y a partir de veinte, a cada vuelta se rebaja un segundo. Finalmente, y para eso hacen falta seis personas, van las nueve campanas haciendo escalas, a la mayor velocidad posible: el "Vicent", el "Jaume" y el "Manuel" van con un sólo tañedor, mientras que las otras son tocadas de dos en dos: la "Úrsula" y la "Violant", el "Pau" y el "Arcís", el "Andreu" y la "Maria". En este momento (ya han pasado más de tres horas desde el inicio del toque) finaliza la "Entrada", que significa ese aviso de la muerte reciente del Arzobispo, del Papa o del Rey. Luego seguirán los toques de difunto segÚn la Consueta de esta Santa Catedral, que aquí son llamados "Clamoreos", ya que seis campanas van sonando a muy alta velocidad, formando un clamor o rumor de fondo, mientras que la "Maria" y el "Andreu" alternan de una forma más pausada. Se suelen hacer tres "Clamoreos", y el tercero, llamado "el Responsar", tiene también la aceleración de las dos campanas mayores, formando, hacia el final, una potente, y agradable confusión sonora. El toque finaliza siempre con el de ánimas, con una campana generalmente considerada como "triste": el "Pau".

Los "Clamoreos" (siempre tocados de tres en tres) sonaban antiguamente tres veces al día durante ccho: al alba, al medio día y al atardecer, es decir sustituyendo a los toques de oraciones, ya que en estos días de luto no hay que tocar nada, ni siquiera las oraciones, las misas o el toque de la muralla. Solamente, en la Catedral, los toques de difunto y el de coro.

Para adaptarnos al paso de los tiempos pareció conveniente dejar sin tocar al alba, por lo que tocamos, durante los días de luto, al medio día y al atardecer, así como a las cinco de la tarde del miércoles, que era el momento en que se abrió a las visitas la Capilla Ardiente. El Único toque automático que sonó, aparte de las horas, fue la llamada al coro con la "Bàrbera".

Nuestra soledad y tristeza, en medio de un tiempo frío y desapacible, se vio aumentada cuando oímos que las demás torres de la ciudad seguían volteando las campanas como si nada hubiera pasado. Solamente Sant Nicolau tocó, a su manera, a muerto, moviendo las campanas a medio vuelo (lo que, por cierto, es una costumbre de los pueblos de L'Horta, pero no de la ciudad). Ninguna parroquia hizo el "clamoreo", y siguieron volteando las campanas, para llamar a las misas. Sabemos que desde la parroquia de Sant Valer, de Russafa, hicieron los toques de muerto, como corresponde. Sin embargo, su distancia a la Ciutat Vella, impidió que los tristes lamentos de sus buenas campanas llegaran hasta nosotros.

El día del funeral y del entierro continuó la falta de Comunión de las parroquias. Era tradicional que, mientras el féretro era trasladado procesionalmente, sonase la campana "Maria" y que este volteo lento fuese acompañado, "seguido" por las parroquias. Al menos este toque si que podía haber sonado: sabemos que los incompletos mecanismos eléctricos instalados en las torres de la ciudad no están pensados para tocar a muerto, pero si que pueden tocar a volteo la campana mayor. Ninguna de las parroquias céntricas siguió a la Catedral, y solamente nos acompañó, nuevamente, el semivolteo, extraño para nosotros, pero entrañable por lo bienintencionado, de Sant Nicolau.

La misa de funeral fue seguida por los "Clamoreos": al inicio, tras la señal de la Consagración, a las oraciones finales y en el momento de la inhumación.

Con nuestro esfuerzo habíamos contribuido a construir ese ambiente de serena tristeza que acompañó a esos largos días. Pero nuestra soledad no se vio acompañada de los "Clamoreos" de las parroquias. Solamente nos "siguió" San Nicolau, y sus toques, lentos, fueron una débil compañía en nuestro sonoro empeño.

Francesc LLOP i BAYO
(Publicado en "Iglesia en Valencia"nº 220 - València - 26/01/1992 f. 3)

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