Si entendemos bien el concepto de restauración, esta actuación pretende recuperar, poner en valor y difundir los valores originales de un bien patrimonial. Del mismo modo suponemos que el efecto patrimonial es un valor añadido, que convierte al bien, en su conjunto, como elemento que tiene y que da sentido a una comunidad. El concepto de restauración requiere un proyecto previo, unas actuaciones documentadas y en la medida de lo posible reversibles, y un informe final de las acciones realizadas. Por lo general el proyecto no es realizado por la empresa que efectúa la restauración, excepto en procesos muy especializados y que requieren actuaciones específicas y con amplio apoyo científico. Incluso, el proyecto es independiente del titular del edificio, aunque es conveniente, y a menudo necesario, que los usuarios intervengan en el proyecto, de modo que el bien restaurado pueda cumplir, en la medida de las necesidades actuales, con el propósito para el que fue concebido.
Naturalmente, estos conceptos son usuales en las intervenciones tanto arquitectónicas como artísticas. No es preciso recordar que las empresas de restauración arquitectónica aplican un proyecto, redactado por un técnico superior y aprobado por las autoridades competentes, y que a menudo actúa de director de las obras el mismo redactor del proyecto. En las actuaciones sobre bienes muebles (desde obras pictóricas hasta orfebrería pasando por los documentos o por la indumentaria) no es inusual que un proyecto aprobado sea ejecutado por el mismo equipo técnico que lo propuso, pero éste está formado por especialistas, de titulación superior, y con una formación y una preparación teórica y tecnológica adecuadas.
Del mismo modo los titulares de los bienes restaurados son conscientes que la restauración de estos objetos ha de seguir el proceso indicado: proyecto realizado por técnicos competentes, autorización no sólo de los titulares sino y sobre todo de aquellas autoridades competentes, oferta pública atendiendo criterios de calidad, de reversibilidad y de competencia técnica antes que de economía, documentación previa de los bienes así como un estudio final que justifique y explique las restauraciones.
Pues bien: ninguno de estos conceptos es aplicado en el caso de los campanarios, las campanas y los toques. Se actúa por lo general sin proyecto, se carece de autorización administrativa y se elige la empresa no tanto por su competencia sino por su más bajo presupuesto.
Este “modelo” de actuación, opuesto directamente al concepto de restauración y desde luego en clara contradicción con la legalidad vigente ha supuesto la destrucción de numerosos conjuntos de campanas, la refundición de campanas históricas así como la imposible ejecución de aquellos toques de campanas que definían la personalidad a menudo multisecular del conjunto.
Intentaremos, con este estudio preliminar, aportar elementos para recuperar los valores originales de un elemento patrimonial singular: el campanario, las campanas y los toques.
Hasta ahora se entendía que únicamente las campanas eran un objeto sonoro, o mejor dicho, un objeto que producía sonidos para anunciar acontecimientos religiosos. Ni siquiera se suponía que las campanas producían música, sino exclusivamente un ruido, más o menos armonioso, para llamar a la iglesia. Esta simplificación ha privado a las campanas, los campanarios y los toques de muchos de sus valores tradicionales.
Nosotros proponemos una visión mucho más amplia y cultural de las campanas, los campanarios, las instalaciones y los toques, que enriquece a cada conjunto y que complica las actuaciones y los usos de este artefacto sonoro peculiar.
Pensamos, en primer lugar, que se trata de un instrumento musical en el cual tanto la torre, con sus características acústicas, las campanas, las instalaciones y los toques, conforman una unidad cultural, en la cual cualquier modificación en uno sólo de sus elementos puede privarnos de un rico legado cultural.
Decimos que el campanario es parte importante del instrumento: más allá de sus innegables valores arquitectónicos, la torre se construye para servir de referencia a la comunidad (valor icónico) y para transmitir mensajes colectivos (valor comunicativo). Por tanto hay elementos aparentemente “añadidos”, de mala arquitectura, que no estaban para quitar miedos o gratuitamente, sino para mejorar la acústica del conjunto. Y aún hay más, como diremos al hablar de los grafitos, el campanario es un elemento documental, que transmite numerosa información escrita sobre la pequeña historia del edificio.
Las campanas son aquel objeto sonoro tan singular que suena, produciendo al menos cinco notas musicales, que algunos llaman armónicos y otros concomitantes. La campana es un objeto musical que suena siempre igual, si se conservan los accesorios originales, ya que estos no modifican las notas producidas pero sí cambian su potencia, destacando unas u otras, y cambiando en consecuencia el timbre. Decimos que suena siempre igual: la campana produce, a lo largo de los siglos, el mismo conjunto de tonos, y es por tanto el único sonido cultural que podemos escuchar del pasado.
Las instalaciones determinan el modo de tocar la campana, y por tanto repercuten directamente en su sonoridad. Los yugos de madera, más antiguos, producen una sonoridad más melodiosa y potente, modificada por la distinta relación entre bronce y contrapeso, o incluso por la distinta ubicación de la campana (por lo general las más agudas instaladas en la parte alta del campanario o al menos en la parte superior de la sala, mientras que las graves se ponen, por lo general, en la parte baja, no tanto por su peso sino por una mejor difusión de las frecuencias más bajas. Las instalaciones determinan los toques posibles: campanas sin yugo no pueden voltear, y tampoco aquellas que están fijas. Del mismo modo ciertos badajos impiden el repique, mientras que otros, de diversos materiales, evitan la rotura frecuente. La distinta altura de las campanas no impide su toque: a veces existen técnicas para voltear grandes campanas a cinco y más metros de distancia, mientras que diversos mecanismos mediante cuerdas, poleas u otros ingeniosos sistemas, permiten el toque de dos o más campanas por una sola persona.
Los toques justifican la existencia del campanario y de las campanas. Tradicionalmente ordenaban no sólo la vida del templo, sino de la población o incluso de la zona hasta donde llegaba el son de sus campanas. Los toques de las campanas marcaban los ritmos cotidianos, más allá de los relojes, abriendo o cerrando murallas, al tiempo que llamaban a oración; construyendo el calendario comunitario, mediante diversos toques que indicaban los rezos corales a laudes, a nona o a vísperas, y que organizaban la vida ciudadana. También tocaban a muerto, señalando el sexo, la edad, la categoría social e incluso la pertenencia a ciertas asociaciones del fallecido, y acompañaban las procesiones y otros eventos espaciales, marcados y señalados con los correspondientes toques.
Los toques tradicionales son una de las aportaciones culturales más singulares de nuestras iglesias. Construidos a lo largo de los siglos, adaptaban la acústica de los edificios, el número de campanas, su instalación, las técnicas aplicadas para tocarlas a las necesidades de comunicación de un grupo social tan significativo como un campanario y la rica vida litúrgica generada por el Cabildo o conjunto de sacerdotes ocupados del culto.
Hay que recordar dos puntos importantísimos con respecto a los toques tradicionales de las campanas: cada iglesia importante tenía una forma peculiar, un lenguaje propio en sus toques de campanas. Había, y aún quedan en parte, formas regionales de tocar las campanas, donde la Catedral correspondiente marcaba, con sus maneras, el estilo, los modos de tañer en su territorio. No hay, en absoluto, modos comunes de tocar, ni siquiera los toques de difuntos. En algunos lugares todas las campanas voltean, en otros no lo hace más que una pequeña; en muchos campanarios las campanas oscilan, mientras que en otros el repique, esto es el movimiento de los badajos estando las campanas fijas, es algo prohibido.
En consecuencia cada actuación en un campanario debe servir de modelo de recuperación de una sonoridad original, de unos toques diferenciados, y de una posibilidad de intervenir manualmente en esas campanas. Del mismo modo cada campanario importante marcaba construía y organizaba el paisaje sonoro de la población, marcando el inicio y el final de los toques compartidos, desde la oración matutina hasta el toque más festivo.
Ante esta inmensa variedad de actuaciones con las campanas no podemos considerar que unos u otros modos de tocar sean “superiores” o “más excelentes”. Por el contrario, cada modo de tocar es fruto de un proceso de creación, más o menos culto, desde luego oficial, y que ha durado varios siglos. Su sustitución no puede deberse más que a causas extremadamente justificadas, y nunca estéticas ni de aplicación de normas actuales, como la afinación, a objetos más antiguos, como las multiseculares campanas medievales.
No es propósito nuestro entrar en una discusión interminable sobre la titularidad de las campanas, tema delicado que genera a veces apasionadas reacciones. Creemos que la titularidad, es decir la propiedad de unas campanas ubicadas en un campanario, es un tema irrelevante, ya que se trata de bienes asociados a un monumento, y por tanto inamovibles. Parece mucho más importante hablar de los usos asociados a las campanas. De manera general las campanas asociadas a los relojes son denominadas campanas “cívicas”, y desde antiguo se utilizan exclusivamente para el toque de horas y a veces de cuartos. También, de manera general, estas campanas asociadas a los relojes, pueden llevar el escudo municipal, pero en cualquier caso, y salvo muy contadas excepciones, ya tradicionales, no se “mezclan” con las otras. Las campanas del reloj están ubicadas, por lo general, en el mismo campanario, pero en un lugar diferente, ya que no se utilizan para los toques ordinarios. A menudo la campana de las horas, fija y antigua, tiene un badajo interior (las señales horarias se hacen con un mazo externo) para toques realmente extraordinarios, mientras que la de los cuartos incluso carece de este accesorio para el toque.
La ubicación de estas campanas en la misma torre no es casual. Incluso son fruto de nuestra historia: mientras que en los Países Bajos, hace seis o siete siglos, construían torres diferentes para el reloj, a cargo del municipio y para las campanas de torre principal, nosotros, mediante “Concordias” u otros convenios, ubicábamos en un mismo edificio campanas con diferentes usos. En consecuencia deben mantenerse estos usos separados, manteniendo esta ubicación altamente simbólica y fruto de la historia.
Lamentablemente carecemos en España de una tradición culta de estudios epigráficos de las campanas. Ciertamente algunas campanas fueron estudiadas, aunque, a menudo, se citan sus inscripciones sin verificarlas o incluso sin asegurarse de la existencia de una campana ya refundida. Menos aún existen estudios de los grafitos y otras epigrafías más o menos populares que existen o han existido en todos los campanarios. Ciertamente las inscripciones de las campanas constituyen una expresión solemne, a menudo culta y litúrgica, y que transmite datos históricos muy concretos, que se pueden completar a menudo mediante otras fuentes cultas, como el archivo del templo.
Sin embargo los grafitos constituyen, muy a menudo, la única fuente directa sobre los campaneros y sus toques, así como sobre los visitantes, información mucho menos relevante. Estas informaciones escritas, muchas veces muy antiguas, y que utilizan los más diversos soportes, desaparecen muchas veces durante el proceso de restauración arquitectónica, perdiéndose unos datos irrecuperables.
Probablemente todos los templos históricos son Bienes de Interés Cultural, y en consecuencia estarían amparados aquellos objetos muebles o inmuebles que forman parte inseparable del edificio.
No entraremos en la discusión de considerar las campanas como bienes muebles o inmuebles: hay opiniones técnicas que defienden una u otra opción.
Sin embargo creemos que las campanas, especialmente las más antiguas, deben tener una incoación y una declaración específica según su relevancia, como Bien de Interés Cultural (para aquellas anteriores a 1700 o para aquellas más simbólicas para el grupo); incluidas en el Inventario General de Bienes Muebles (para aquellas fundidas entre 1701 y 1820 o para las de menor interés comunitario), protegiendo de manera genérica las posteriores.
De cualquier modo, la incoación y posterior declaración debe incluir la campana y sus instalaciones, esto es el yugo, el badajo, incluso el sistema de toques.
Tampoco puede excluirse la declaración del conjunto, de manera específica, con la correspondiente delimitación de aquellos elementos protegidos, que de ningún modo han de limitarse a los meros bronces, por muy antiguos que sean.
Es evidente que los campanarios no fueron concebidos originalmente con cables eléctricos u otros conductores, de agua, de aire o de electricidad. Sin embargo, estas instalaciones, necesarias en nuestro tiempo no sólo para la iluminación de los edificios sino para la dotación de ciertos servicios (desde alarmas a protección contra incendios, sin descartar los mecanismos para los toques automáticos de las campanas), deben armonizarse con los valores del monumento, sin olvidar los efectos acústicos e incluso estéticos que puedan producir a los visitantes.
Sin embargo la mayor agresión que sufren en estos momentos los campanarios radica en los palomos y otras plagas animales o vegetales, que introducen suciedad, deterioro, contaminación y degradación, a parte de ser fuente segura de enfermedades y parásitos. Es innegable que los palomos gozan de una fama inmerecida como adornos urbanos, que no corresponde con la degradación que producen en los elementos muebles e inmuebles, y que no es compartida por otras plagas urbanas como las ratas o las cucarachas, que también forman parte del patrimonio biológico de la humanidad.
Ante los palomos solamente cabe la defensa pasiva (puesto que la activa aparece como imposible o poco popular). Sin embargo las defensas (rejas mejores que las redes, unidas a pinchos e incluso a instalaciones eléctricas, más caras de mantener) deben tener en cuenta el fin principal del campanario, es decir el servir de instrumento musical; por tanto no pueden instalarse “tras” de las campanas o impedir que éstas puedan tocar al modo histórico, agresión similar a sustituir los bronces por altavoces, o cambiar los paramentos originales por masas de vidrio y cemento.
Otra agresión usual, por parte de las empresas instaladores de las campanas, de relojes y de otros mecanismos, consiste en la aplicación de publicidad en muchos de estos elementos. La indicación de la empresa instaladora en la esfera del reloj, o incluso en cada uno de los elementos electromecánicos que conforman la instalación, constituye sin duda una publicidad innecesaria y que está estrictamente prohibida tanto por la Ley del Patrimonio Histórico Español como por las correspondientes Leyes de Patrimonio Cultural de las Comunidades Autónomas.
Tampoco podemos olvidar la utilización del campanario como símbolo visual de la comunidad, durante el ciclo festivo anual. Dejando aparte la iluminación del inmueble, que a menudo consiste en una innecesaria contaminación lumínica por el exceso de focos utilizados, no podemos olvidar la instalación durante el ciclo de Navidad de una estrella luminosa, que a menudo se deja en la torre durante todo el año. Del mismo modo la utilización del campanario como base para los fuegos artificiales de las fiestas, constituye sin duda una aplicación tradicional del inmueble, pero debe aplicarse la cautela con todas estas aplicaciones luminosas, más o menos efímeras, que a menudo dañan al edificio y sobre todo su imagen, de manera irreversible.
Tras lo dicho, no es preciso reiterar la necesidad de elaborar un proyecto de restauración del conjunto de campanas relacionado con los valores originales del conjunto: la acústica del edificio, la afinación de las campanas, el timbre peculiar aportado por las instalaciones, los toques como parte integrante de la historia y de los usos del edificio.
En consecuencia el proyecto arquitectónico, y por ende, el plan director de restauración del templo, debe incluir estas necesidades acústicas, históricas y de comunicación que no solo conforman el proceso de creación del campanario, de las campanas y de sus toques sino que incluso configuran y determinan la peculiar configuración arquitectónica del edificio.
Por tanto, el proyecto de restauración de las campanas de un campanario deberá no sólo estudiar las características actuales del conjunto y aportar información sobre la historia y las técnicas tradicionales, sino que adaptará unos y otras a las necesidades actuales del templo, de la población e incluso de la comunidad de usuarios, en sentido muy amplio.
De manera especial el proyecto debe incluir:
En consecuencia un proyecto mantendrá la sonoridad original del conjunto, reproducirá los toques históricos y no impedirá la interpretación manual de estos toques tradicionales.
Debe considerarse, igualmente, el presente informe preliminar como un adelantamiento, como un anteproyecto de restauración, que creemos debe formar parte del Plan Director del templo correspondiente.
La información recogida a lo largo de los últimos 30 años ha vuelto a ser verificada directa y personalmente, revisando, ampliando o recogiendo información de cada una de las campanas y de los campanarios estudiados.
Igualmente se ha procedido a fotografiar, en la medida de lo posible, toda la epigrafía y decoraciones de cada una de las campanas estudiadas, cuyo total de fotografías figura junto a cada campanario o campana. Estas imágenes digitales pueden consultarse en dos tamaños en la ficha correspondiente.
También se graba digitalmente todas aquellas campanas que ha sido posible, incluyendo las rotas, grabaciones que serán analizadas a lo largo del proyecto y que serán incorporadas a la memoria final.
Del mismo modo se ha iniciado la consulta a los archivos escritos e incluso orales, para completar las informaciones recogidas, junto al acceso a los Planes Directores de los templos, en aquello que ha sido posible. Incluso, en los pocos casos en que aún existen campaneros tradicionales o nuevos grupos de campaneros, se han iniciado las entrevistas para incluir su conocimiento inmaterial la memoria definitiva.
Parte importante del proyecto ha sido la utilización de una base de datos MySQL, y la redacción de numerosas consultas en lenguaje PHP, que permiten no solamente introducir todo tipo de informaciones y de consultas, sino hacer accesible esa información constantemente actualizada, en su totalidad o en la parte que se considere, a través de Internet.Informe preliminar - Parroquia de San Salvador - AGÜERO (ARAGÓN)