FERNÁNDEZ, Fulgencio - Aprendiendo a hablar con el pueblo desde el campanario

Aprendiendo a hablar con el pueblo desde el campanario

Pedro, Silvia, Fabiola y Elena son cuatro adolescentes de Villabalter que desde hace tres años ‘estudian’ con el campanero mayor, Pedro Delgado, el lenguaje de las campanas. El pueblo seguirá teniendo campaneros


Silvia, la más joven del grupo (13 años) ensaya bajo la mirada de Pedro. Pedro y Fabiola esperan su turno para poder practicar todos esos toques que conforman el viejo y eterno lenguaje de las campanas - Autor: PEÑA, Mauricio / LA NUEVA CRÓNICA

En Villabalter suenan las campanas a fuego y nadie se inmuta. En Villabalter, en general, suenan las campanas y la gente las escucha, forman parte de la banda sonora de la localidad porque allí su campanero mayor, Pedro Delgado, unos días sube él al campanario y otros, como por estas fechas, sube con los cuatro alumnos a los que lleva tres años enseñando el lenguaje de las campanas para que no se pierda la tradición de tener campanero, que él ya heredó su padre, y éste del abuelo.

En diversos colegios e institutos de León –Eras, la Anunciata...– tres adolescentes cuando hablan de sus planes para la tarde cuentan que «iremos a tocar las campanas en Villabalter con Pedro».

Claro que nos gustaría ser campaneros como Pedro, no vas a comparar con las campanas eléctricas-

¿Y qué os dicen los compañeros?

- La verdad es que miran un poco extrañados; reconoce Pedro que, como sus tres compañeros, no tienen ningún relación familiar con el maestro, Pedro Delgado, de 85 años, que los mira con la misma pasión que si fueran sus nietos. «Es que me hace mucha ilusión que aprendan los toques de campana. Cuando yo solo tenía cinco años me subía mi padre a hombros hasta el campanario y yo sentado allí, acurrucado, veía tocar y voltear y soñaba con poder hacerlo».

Y lo ha hecho. Más de 70 años lo lleva haciendo y sigue. Le encanta subir y tocar, lo hace con maestría, y disfruta viendo cómo progresan los chavales y viendo que en Villabalter siguen sonando las campanas, siguen hablando, pues además de su lenguaje propio como toque también hay algunos con estribillo... «El más conocido es el toque a niño muerto, pero no lo quiero ni recordar porque es muy triste. Lo he tenido que tocar pocas veces pero jamás las olvidaré».

Y se le humedecen los ojos cuando describe la escena. «Estar ahí arriba y ver salir del centro del pueblo un féretro blanco, llevado por otros cuatro niños, amigos del fallecido, te hace un nudo casi en el alma. Y más en mí caso que, como soy el enterrador, tengo después que ir a darle tierra a su cuerpo».

Los alumnos miran un poco sobrecogidos y, tal vez por ello, cuando les preguntas cuál es su toque favorito no lo dudan.

- El tentenube.

- ¿Porqué?

- Porque es muy alegre.

- ¿Y el más difícil?

- El repique, porque como hay que improvisarlo pues tienes que inventar sobre la marcha.

Delgado: "No olvido que mi padre me subía a hombros con 5 años y quiero que no se pierda la tradición"

A las cinco en punto, la hora convenida empiezan a aparecer por las calles cercanas a la iglesia los cuatro alumnos que llevan tres años con ‘el maestro’ Pedro Delgado. Fabiola aparece por una calle, Elena no puede ir ese día y Pedro y Silvia deberían llegar juntos pues son hermanos, pero Silvia es la alegría de la huerta, llega por su parte, baila... «Baila hasta cuando está tocando las campanas, empezó con solo 10 años y le llamaba la atención a la gente», recuerda la hija de Pedro, que no siguió la tradición de su padre pero están encantada con que no se pierda el oficio.

Y recuerdan cómo el primer año de «las clases» acudieron al Encuentro de Campaneros de Villavante y Pedro Delgado no se atrevió a que Silvia «subiera al campanario, está alto y ella era una niña. Tocó las campanas que tienen para conciertos y demás, las de abajo porque no llegaba arriba, pero cuando acabó la gente se volvía loca a aplaudir».

Suben para el campanario. Se van sucediendo los toques, aún se nota la diferencia entre el maestro y los alumnos pero lo hacen muy bien.

- ¿Queréis ser campaneros?

- No sé, sí nos gusta. Nos gusta escuchar a Pedro pero también que cuando hay una fiesta en el pueblo no haya que usar las campanas eléctricas; dice el otro Pedro, el alumno, tres años mayor que su hermana y de la misma edad que Fabiola y Elena.

Parecen abonados estos cuatro alumnos del Conservatorio de las Campanas a las tradiciones del pueblo pues si en Villabalter hay otro arte que haya calado es el del teatro, y los cuatro son también alumnos del grupo juvenil de teatro de Balterius 98, la compañía que como se adivina en su nombre va a cumplir veinte años de andadura.

- ¿Qué os gusta más?

- Son cosas diferentes; dice Pedro, que es el más ‘formal’.

- Todo, a mí me gusta todo; matiza Silvia, que sigue bailando.

Pedro sonríe, parece que Villabalter tiene asegurados nuevos campaneros.

FERNÁNDEZ, Fulgencio

La Nueva Crónica (04-02-2018)

  • Parroquia de la Asunción de la Virgen de Villabalter - SAN ANDRÉS DEL RABANEDO: Campanas, campaneros y toques
  • SAN ANDRÉS DEL RABANEDO: Campanas, campaneros y toques
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  • Campaneros: Bibliografía

     

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