Felicitaciones navideñas. A la izquierda, de El Sereno (1944) y a la derecha, de la Junta Central Fallera (1953). - Autor: LAS PROVINCIAS
La Navidad en Valencia encierra un número considerable de tradiciones arraigadas a través de los siglos y aunque algunas de ellas aún perduran con el paso del tiempo, otras ya sólo quedan en la memoria de nuestros mayores. Así lo atestigua el historiador e investigador valenciano Rafael Solaz; las navidades que se vivían en Valencia durante el siglo pasado distan mucho de las actuales. ¿Recuerdan los 'carrancs' y las zambombas? ¿Aún cocinan el día 25 de diciembre las tradicionales pelotas de carne y los pastelitos de boniato? Les proponemos un viaje por el recuerdo, por algunas de las costumbres que vivieron ancladas en generaciones pasadas y que, tal vez, muchos en la actualidad desconozcan.
Hace muchos años, en los días previos a la Navidad, se veía a los labradores acudir a pagar el impuesto de consumos por las aves de cría, "especialmente por las gallinas que se tomaban en las fiestas", cuenta Solaz. Algo que se ha perdido, confiesa, así como las 'tortas especiales', lo que ahora se llama 'casca', hechas de almendra. "Todo se vendía en los mercados, en las ferias o en las paradas improvisadas que se instalaban en las calles y plazas de la ciudad".
Los dulces siempre han tenido un protagonismo especial durante estas fechas. Por aquel entonces, los confiteros elaboraban cajas, "que representaban un regalo de distinción", a las que añadían dulces, pastillas de turrón, de almíbar y de chocolate. Y también tarjetas de Navidad que deseaban un Próspero Año Nuevo. "A estas artísticas cajas navideñas (se decoraban con tiras de papel de plata, seda o parafinado), se le fueron incorporando nuevos productos, por lo que, ante su falta de capacidad, con el tiempo fueron sustituidas por las cestas que ahora conocemos, más amplias y resistentes", añade.
a en la mesa, poco queda de aquella tradición de tomar gallina cocinada con patatas y verduras durante la cena de Nochebuena. O del puchero de la comida de Navidad, "con sus garbanzos, el chorizo y las pelotas de carne envueltas en hilo de coser", dice el historiador. Un plato a la valenciana, muy diferente al cocido madrileño, que era capaz de reunir a toda la familia. Y para acabar estaban la calabaza y el boniato asado y aderezado con miel. "Una opípara jornada que se completaba con frutos secos como castañas, nueces, dátiles, avellanas y 'porrat'", apunta Solaz.
Tampoco hoy en día se ve a muchos niños recorriendo las calles cantando villancicos. "Iban por las mañanas por su barrio y, especialmente, visitaban las tiendas y los mercados haciendo sonar los estridentes 'carrancs' o matracas y las zambombas, instrumentos de gran arraigo popular que eran adquiridos en las paradas callejeras próximas al Mercado Central", explica. Sin duda, un antiguo punto de concentración para las compras de esa época cuando no existían los grandes almacenes.
Tras estos cánticos, los propietarios de les 'botiguetes', "después de escuchar el desafinado recital de canciones navideñas", bromea el bibliófilo, "les daban algunas monedas y, sobre todo, rosquilletas, magdalenas y frutos secos", una dulce recompensa que los más pequeños "engullían" mientras se divertían.
Y como mandaba la tradición, por la tarde y ya con el dinero recaudado con su recital (también se conseguía dinero extra con las 'estrenas', una "especie de ritual" en el que se besaba la mano del obsequiante como señal de máximo respeto), todos acudían a la feria, instalada en la Alameda. El punto y final a una jornada llena de emociones.
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