Las alarmas del móvil eran hace décadas mucho más sonoras y simultáneas. No hacía falta ninguna conexión especial. Solo con tener oído y estar relativamente cerca de un campanario, se podía estar siempre puntualmente informado de todo lo que pasaba en el pueblo.
Bodas, funerales, fiestas y fechas de guardar se comunicaban, casi a la velocidad del 'wifi', para que todos los habitantes se dieran por enterados del acontecimiento del día. Sin necesidad de hacer doble click y aunque te quedarás a cero de batería. El tañir de las campanas, ese tono tan habitual antaño, es lo que el Museu Comarcal de l'Horta Sud quiere difundir y revalorizar a través de un curso para mostrar el valor etnológico del lenguaje de las campanas
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