Asier Beramendi, Iñaki Bengoetxea y Enrike Zelaia, en el campanario de la parroquia.
Asier Beramendi, Iñaki Bengoetxea y Enrike Zelaia, en el campanario de la parroquia.
Puntual, justo al mediodía, los sonidos de las campanas de la parroquia de Alsasua sonaron ayer por toda la villa. Era el repique de la Cruz de Mayo, el primero de unos conciertos que se sucederán hasta la Cruz de Septiembre, el día grande las fiestas patronales.
Fieles a esta cita, ayer subieron al campanario Enrike Zelaia, Iñaki Bengoetxea y Asier Beramendi, unos incondicionales que dejaron por un momento sus tareas para mantener esta tradición. "Vendremos cuando podamos. Yo trabajo de mañana y es difícil", observó Beramendi, quien con 34 años lleva 24 de campanero. Bengoetxea también trabaja, por lo que la responsabilidad de que no falte el repique las próximas semanas recaía en Zelaia, ya jubilado. "Cubriremos las calvas", bromeaba ayer.
Precisamente, el akordeoilari alsasuarra fue el artífice de que esta tradición que desapareció a mediados del siglo pasado fuera recuperada en los años 60. "La gente estaba emocionada, formándose varios grupos en el exterior. Algunas mujeres me traían productos de la huerta para estimularme", recordaba. Zelaia, que tiene 72 años en la actualidad y tocó su primer repique con 15. "Entonces el campanero era Anacleto Zelaia, y aquel año dejó de tocar porque el Ayuntamiento no le había pagado. Le pedí permiso al alcalde y toqué un día. Fuera estaba Anacleto esperando. Pasé y no me dijo nada y allí estuvo casi una hora esperando a que bajase el que había repicado, hasta que le dije que había sido yo. No se lo creía", recordaba.
Ayer fueron quince minutos de concierto en el que estos tres repicadores dieron su impronta. Primero eran tañidos ligeros, con las campanas pequeñas, para continuar con la campana mayor, que aportó solemnidad. Tres toques separados para después unirse la otra campana grande, turnándose ambas campanas. Para que esta banda sonora unida a la identidad alsasuarra no se pierda, Enrike Zelaia recopiló el repique de tres campaneros: los hermanos Mariano y Daniel Martirena y Anacleto Zelaia, que recogió en una partitura que donó al Ayuntamiento de Alsasua.
A diferencia de los últimos años, el campanario ayer no era territorio de las palomas, donde anidaban y sobre todo, defecaban. Y es que la parroquia colocó unas redes que impiden el paso de las aves, una petición que venían formulando tiempo atrás los campaneros, por lo que estos se mostraban satisfechos. "Así da gusto, ya no hay que andar limpiando y tampoco hay que tener cuidado dónde se pone el pie", observaron.
MAZKIARAN, Nerea
Noticias de Navarra (04-05-2012)
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