La familia Mendoza se encarga de la tarea y serán repuestas el próximo mes de mayo.
Dice el himno de la Macarena en la letra de Caro Romero que "el Arco es imán de fe y la basílica es la flecha". La espadaña deber ser, por tanto, la punta de lanza y sus campanas, el reclamo para llegar a la Esperanza. Son cuatro las que tiene el campanario macareno. La mayor de ellas, se llama Sor Ángela de la Cruz y lleva labrada la leyenda Esperanza Macarena, ruega por nosotros. Las otras tres se llaman Nuestra Señora de los Dolores, Santa Joaquina y Santa Victoria. Desde ayer, Antonio Mendoza, y sus hijos Jesús, David y Antonio bajan las campanas para restaurarlas.
La basílica estará huérfana de campanas hasta mayo, cuando volverán a su lugar en perfecto estado de revista. "Está todo podrido y en malas condiciones", explica Antonio, que empezó en el negocio familiar en 1968 en la parroquia de San Bernardo. Las campanas de la Macarena las puso su padre, Antonio Mendoza González, en 1949. Él las restauró en 1979. Ahora, junto a sus hijos, va a poner yugos de madera y a resanarlo todo. "Se van a modernizar y a poner motores eléctricos de bajo consumo". Los Mendoza tienen su taller en el Salvador, donde el padre sigue tocando a la vieja usanza. "Como ya no es parroquia hay menos toques. Pero todo es manual". La misa de diario son 54 toques. Antonio y sus hijos son de los pocos campaneros que quedan en Andalucía. Se encargan de mantener 54 campanas en El Rocío, entre ellas la de la ermita, además de muchos otros campanarios en Andalucía y Sevilla.
Las cuatro campanas de la Basílica de la Macarena pronto volverán a llamar a la gloria de la Esperanza.
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