CASQUERO, Miguel Ángel - Los sones de Moisés

Los sones de Moisés

El pueblo de Villaferrueña compró en 1923 por 5 pesetas y 50 céntimos las dos campanas de la iglesia a un campanero de Palencia, el más famoso de España, a las que ahora se ha dotado de nuevo "yugo" y "melena"


Un vecino pasa junto a la iglesia y la espadaña donde están las campanas - Autor: CASQUERO, Miguel Ángel / LA OPINIÓN DE ZAMORA

Corrían los primeros días del año 1923 y el metal de una de las campanas de la iglesia de Villaferrueña, la dedicada a San Juan Degollado, presentaba fisuras no dejando cumplir su objetivo como instrumentos sonoro en las convocatorias vecinales. Porque las campanas hablaban y en aquella época explicaban con detalle su mensaje religioso o civil. Tanto en el toque de difuntos que distinguía la muerte de un niño, mujer o varón, a laudes, a misa, Ángelus, vísperas, a la salida de la procesión o entre las convocatorias civiles a las yeras o anunciando las tormentas.

Las dos campanas que llenaban sus vanos en la espadaña de la iglesia de Villaferrueña y que se habían instalado 68 años antes, coincidiendo con la construcción del templo en el año 1855, ya no sonaban bien. Su "sonido de lata" debido a alguna que otra grieta en el metal hizo que los miembros del Ayuntamiento, la corporación municipal reunida en sesión plenaria del 29 de abril de 1923 acordó ponerse en contacto con un renombrado campanero de Palencia.

Vender para comprar

La sesión plenaria fue exclusiva para el asunto de las campanas, aunque los concejales trataron sobre el tema en otras cuatro sesiones más, en dos de ellas el orden del día se ocupó en exclusiva de la necesidad de sustituirlas y ello porque "las campanas están rotas y al no tener segura la fundición se acordó venderlas para comprar otras", relata el acta plenaria de aquella fecha.

Seguramente la fama del mejor campanero de España ya había llegado por estos lares entre la Sierra de Carpurias y el río Eria descartando el encargo a alguno de los fundidores ambulantes que se atrevían con el oficio en las campanas rotas o antiguas. El campanero Moisés Díez Santamaría, quien fuera además el mayor relojero de la época, pues su trabajo, según las crónicas, lograba algo que no podían igualar el resto de fundidores como el hecho de que la nota de la campana saliera de la fundición. A Moisés Díez le mandó su padre a Suiza a estudiar el oficio regresando a Palencia en 1902 montando una fábrica de relojes y de campanas con más de medio centenar de obreros, ubicada frente a la estación de ferrocarril de la ciudad. Desde los andenes palentinos salieron campanas para toda España, una de ellas la bautizada María de la Concepción y denominada popularmente "la Bomba" que se halla en la seo zamorana desde el año 1908.

A este campanero, seis años antes de su fallecimiento con 50 años de edad, le encargó el Ayuntamiento de Villaferrueña la fabricación de dos campanas acordando un precio de 5 pesetas y 50 céntimos, aunque a los vecinos de Villaferrueña les salió más barato porque por las campanas únicamente tuvieron que abonar 3 pesetas, ya que en el acuerdo el fundidor recogía las viejas, así que "el exceso de viejo a nuevo" sólo fue de 3 pesetas. Primeramente se entregaban las nuevas y después la fábrica se hacía con las viejas. Los concejales acordaron en una sesión de 13 de mayo acudir a recoger las campanas a la estación del tren a Pobladura del Valle. El acuerdo adoptado pasaba por acudir todos los miembros de la corporación a la estación de Pobladura a recogerlas con el carro de un vecino quedando exonerado este carruaje de las yeras, durante un año. Así se hizo constar en el acta de la sesión aunque hubo que celebrar otro pleno el 20 de mayo para hacer constar el peso de las campanas, las 2 en total 499 kilogramos, la más pequeña 180 kilos y la más grande 319 kilos y "que conste que se pagan por el pueblo para que lo sepa todo vecino". En este Pleno se acordaba también remitir las viejas a la casa de fundición nombrando al carro de otro vecino para llevarlas a la estación de Pobladura y también quedando el carro exceptuado de los trabajos comunales por un año.

Nuevamente en la sesión celebrada una semana más tarde, el 27 de mayo, se trata el asunto de las campanas, ya colocadas en sus correspondientes vanos, eso sí con el yugo y melena aprovechados de las anteriores. En esta ocasión la sesión plenaria se debía a imponer sanciones en el caso de atentar contra las campanas. "Una vez que se han instalado en la torre y han costado tanto dinero al pueblo es necesario poner seguro para corregir los abusos de la mocedad". La corporación acordó que "el individuo que llegue a romper una o las dos campanas, ya sean asediadas o rotas, éste será obligado a pagar todo cuanto pese otra del mismo tamaño sin perjuicio de exigir la responsabilidad que las leyes determinen", reza el acta.

Con el paso del tiempo y cumpliéndose casi los mismos años que habían durado las originales, estas dos campanas sufrieron un retoque de fundición en el año 1993 y ahora se les ha provisto de nuevo yugo y melena aprovechando las actuales obras de restauración de la espadaña.

CASQUERO, Miguel Ángel

La Opinión de Zamora (24-12-2016)

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