Las campanas fueron trasladadas a un taller de Saldaña (Palencia) a principios de marzo - Autor: DE LA HERA, F.
Además de limpiarlas y cambiar los badajos, se van a sustituir los yugos de metal por otros de madera
Una empresa palentina está reparando dos de las campanas de la parroquia
En el taller de Campanas Quintana, situado en el pequeño pueblo palentino de Saldaña, trabajan estos días en dejar como nuevas dos de las campanas de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y del Manzano. Allí llegaron a principios de marzo tras una espectacular operación para bajarlas desde el campanario.
Ignacio Quintana, de esta histórica empresa cuya actividad «está documentada desde 1637», explica que la Fundación Arma Plaza se puso en contacto con ellos «porque tenían unos problemas en el funcionamiento de las campanas. Querían saber las causas de esas averías, qué se podía hacer para resolverlas y recuperar su sonido y su toque».
Realizaron un estudio exhaustivo y concluyeron que «el sistema que había de yugos metálicos con motores para el volteo no era el más adecuado ni para las campanas ni para la conservación de los muros de carga». Además, existían otros problemas, «como algo de óxido y un poco de desgaste por el uso continuado de las mismas».
En vista de la situación, reconoce que «no era recomendable seguir tocándolas en esas condiciones porque peligraban y son piezas bastantes grandes que se pueden romper». De ahí que presentaran a Arma Plaza un informe con varias opciones de reparación y «finalmente se quedaron con una de ellas».
Así que las campanas 1 y 2 de la parroquia viajaron a Palencia, toda vez que la 3 y la 4 ya fueron reparadas en 2013. «Son bastante grandes, aunque las hemos tenido mayores de algunas catedrales», relata Quintana. De hecho, la más pesada de ambas supera los 2.000 kilos «ya sin el yugo», mientras que la otra ronda los 1.500 kilos.
Durante estas semanas, se está procediendo a una limpieza «exhaustiva» de las mismas y además se va a aprovechar para sustituir los badajos de ambas «para garantizar la seguridad» y cambiar el yugo, que es metálico, por otro de madera africana procedente de Gabón
Quintana cuenta que «los yugos metálicos son una invención más o menos moderna, se empezaron a extender a partir de los años 40 del siglo pasado pero originariamente las campanas han estado sujetas por yugos de madera». En los últimos tiempos, según añade, hay una tendencia «sobre todo en edificios históricos y de interés cultural de recuperar las instalaciones originales».
Respecto a la limpieza, es algo que «se hace únicamente cuando se trasladan a talleres porque es muy complicado realizar esas tareas en su ubicación original». No obstante, deja claro que «no es lo más importante, porque existen numerosas elementos a inspeccionar y revisar como la situación de los badajos, la altura, los pesos... que conviene revisar para que la instalación se conserve y la campana se mantenga funcionando durante muchos años».
Si no hay ningún contratiempo, las campanas volverán a Hondarribia a mediados de mayo, aunque luego habrá que «coordinar la fecha más idónea para subirlas al campanario». Una vez que esto ocurra, este especialista asegura que renovada instalación, con mejoras también en los motores de bandeo, «tienen que estar hechas para que duren décadas».
Quintana concluye que «no deberían dar problemas en muchos años. Ahora se hace una inversión, se restauran y se instalan correctamente. Lo que sí será necesario es hacer revisiones periódicas y, cuando hay algún elemento mal, se reparará en el campanario, pero que no haya que desmontar las campanas y volverlas a traer al taller».
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