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Apasionado en su forma de comunicar su propuesta de «músico de proposiciones a verificar sobre el terreno», el siempre clarificador Llorenç Barber trató de explicar su «sinfonía campanera» haciendo pedagogía de «cómo escuchar un concierto de campanas» que no puede ser atendido «con la torpeza de sentarse porque la orquesta va a ser un elemento estático inasumible». Es decir, la cita prevista para este sábado a las 20,00 horas en torno a cerca de 20 campanarios del Casco requiere de «la inteligencia de los pies y de los calcetines» en lo que debe ser «una escucha andarina en la que los sonidos aparecen y desaparecen».
Por ello, y aconsejando seguir la sintonía -posible gracias a la participación de más de 60 músicos de Toledo- lejos de la Catedral y en torno a puntos altos (como la zona de Santo Tomé, los Jesuitas o de San Miguel el Alto), el creador consideró que esta propuesta -en la que le hubiera gustado contar con «la confianza de todos los que controlan las campanas»- apostó por la experiencia de «recuperar lo que perdimos al no hacer nuestras las campañas». Con esta pretensión, y asegurando que la orquesta «es la ciudad donde se esconden siglos de memorias y mitos», Barber insistió en la posibilidad de «que Toledo se reconozca en su historia sónica» a través de un concierto en el que «el rebote, la reflexión y el eco invitará a discernir lo que es fantasía de lo que es real».
De ahí que reitere a los que van a escuchar esta propuesta que «se muevan, que vayan a la caza» de una partitura nacida «a partir de la idea del espacio» y que, además, será unión y conjunción del fuego generado por «una bendita pirotecnia -Vulcano- que ha entendido que este es una propuesta exquisitamente cronometrada».
Porque los elementos pirotécnicos -que se lanzarán desde el Ayuntamiento, los Jardines del Tránsito y el Miradero- serán parte de la partitura, razón por la que calificó el concierto de «orquesta de bronce y fuegos en un entramado de sutileza». En este sentido, explicó que el cronómetro será imprescindible para los músicos y para el pirotécnico resultando «una orquesta sorpresiva que al tiempo que se escucha se saluda».
Consciente de que en España «ser músico es una desgracia, sobre todo si es de calle» y sabedor de que no es sencillo acabar con la costumbre de «las campanas torpemente tocadas», el creador expresó su confianza de que «algún día podremos tocar las campanas a nuestro gusto» porque «sólo falta un poco de inteligencia a los que las controlan». Esta reclamación en la que no olvidó recordar «que somos nosotros los que pagamos las goteras» se hizo más patente al apreciar que «es urgente la recuperación de las campanas» en torno a «ceremonias sónicas nuevas».
Con la esperanza de «llegar a un punto de entendimiento para ir más allá» a pesar de que en Toledo no ha conseguido contar con todas las campañas merecedoras de este recital, Llorenç Barber calificó su apuesta como «un camino entre el barroco y la postmodernidad» que cuenta, en Toledo, «con la humedad apropiada para que la ecolalia llegue llena de sensibilidad». Y es que, ante todo, se hace imprescindible «aceptar que el arte ya no es lo que era y que no es sólo para los privilegiados» y con este concierto «los ciudadanos van a poder disfrutar de la calle, que para eso es de ellos». Entre otras, participan las campanas de la Catedral, Santo Tomé, El Salvador, San Andrés, San Cipriano, San Ildefonso, Santos Justo y Pastor y San Miguel.
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