En Rafal de Almunia celebrábase el domingo una fiesta religiosa.
De echar las campanas al vuelo se encargó el vecino Joaquín Almiñana Bellester.
Subió este a lo alto del campanario y cogiéndose a las "greñas" de las campanas empezó a voltearlas con entusiasmo tal que estas tomaron una velocidad frenética.
Una de ellas alcanzó al campanero y cogiéndole le impulsó violentamente lanzándole como una pluma al espacio.
El desgraciado fué a parar a la calla de donde le recogieron destrozado y muerto.
Al lugar del suceso acudió el juzgado y ordenó el traslado del cadáver al cementerio.
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