GONZÁLEZ GUADALIX, Jorge - Que se callen las campanas

Que se callen las campanas

Hace apenas diez minutos. Acaba de marcharse un joven. Viene a pedirme el favor de que las campanas de la iglesia dejen de sonar.

Cuento que las campanas –bueno, el campanario electrónico, pero que suena como campanas- tocan cada día un minuto a las 19:15 y los domingos, además, a las 11:15 y 12:45 h. Nada más. Y en un volumen entendemos que aceptable.

Le he preguntado las razones:

- ¿Te molesta porque el volumen de las campanas es excesivo?

- No, no es eso

- ¿Quizá el horario?

- No, tampoco

Le he explicado que después de consultas a los técnicos municipales estamos por debajo de los límites de sonido legales, y que en seis meses de parroquia es la primera queja. Que si me podía explicar algo más.

Sólo me ha dicho una cosa: las campanas le molestan porque es un sonido que sale de la iglesia, y que a él lo que sale de la iglesia le molesta, que por eso me pide que dejen de sonar.

Pues le he tenido que explicar algunas cosas. Por ejemplo, que vivimos en un país libre, y que las actividades en público están reguladas. Y que respetarnos todos supone que unas cosas nos gustan más y otras menos, pero que la convivencia es así.

Le he preguntado si le molestan otros ruidos de la calle. Rotundamente no. No le molestan los autobuses ni los coches, ni las sirenas, ni siquiera las obras. No le causan el más mínimo desasosiego los megáfonos, ni los coches anunciando eventos del tipo que sea. Ni la música alta de coches o vecinos. Le pregunté incluso ¿te molestaría el canto de un muecín desde el minarete de su mezquita? Tampoco. Las campanas sí, porque es un sonido de la iglesia. Sólo por eso.

Le agradezco la claridad. No soporta nada que salga de la iglesia. Así que por favor, que se callen las campanas.

Pues se siente. Pero a unos las campanas les gustan y a otros no. A unos el Madrid y a otros el Barça. Los hay que chirrían ante un megáfono del PP y se emocionan ante un mitin de CC.OO. Esto es convivir.

Pero hay mucho fondo en lo de este chaval. La iglesia molesta. Por tanto que se calle, que se recluya en las sacristías, que no salga de los templos, que su voz no aparezca en público, que se desvanezca su presencia en los medios.

Ayer leía en la prensa esa chusca iniciativa de montar un “Speakers’Corner” en la plaza de Callao de Madrid para que la gente, como en una ensoñación del Hyde Park londinense, diga lo que quiera ante los demás. Viva la libertad de expresión. Pero las campanas no, que es sonido de iglesia, y lo de la iglesia me molesta.

(Estoy seguro de que no faltará quien diga que basta que una sola persona se sienta molesta para que se callen las campanas).

GONZÁLEZ GUADALIX, Jorge

Jorge. Como profesión, cura (26-05-2010)

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