Me gustaba mucho oír las campanas repicar
llamaban a la oración
a los fieles del lugar.
Eran el alma del pueblo
su toque tan personal
a cada cosa ponían
su tono como un cantar.
Al escucharlas doblar
¡no tienes que preguntar!
alguien del pueblo se ha muerto
y ella llora sin parar.
Mas si repican a gloria
¡seguro boda será!
o se bautiza a un infante
que ha nacido en el lugar.
Con su corazón fundido
de noble y puro metal
y su badajo gigante
listo para repicar.
Las manos del campanero
curtidas en mil faenas
cuando tocan sus campanas
parece que sean de seda.
Y aunque se pasen los años
siempre habrá unas manos nuevas
herederas de las otras
para que el toque no muera.
Campanero campanero
de las iglesias de pueblo
que labor tan linda hacéis
para que nunca olvidemos.
Esos toques de campanas
que siempre llaman al pueblo
desde la torre que, erguida
alza sus brazos cielo.
Por eso no entiendo yo
que después de lo vivido
les moleste su tañer
dejándolas sin sonido.
Se olvidaron que de niño
arriba en el campanar
con los nidos de cigüeñas
no dejaban de sonar.
Sonaba al nacer el día
y a medio día también
era el ángelus decían
y se rezaba por él.
De noche, toca al rosario
y las viejas del lugar
de negro luto vestidas
todas llegan a rezar.
Esos tiempos ya pasados
que me gusta recordar
en mi alma se quedaron
y no los puedo olvidar.
© MENA SAENZ, Esperanza (2012) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 20-04-2024 |