Parte de las campanas de la Torre Rubí, situadas a unos sesenta metros de altura
A 242 escalones de altura, la ciudad parece más lineal y comprensible. Más silenciosa. Cuando terminan las escaleras del campanario de Manacor (a unos 60 metros de los 75 que tiene), un entarimado de madera sustenta la maquinaria donde se alzan las cinco campanas de la también conocida como Torre Rubí, en la iglesia de Els Dolors. N´Eloi, Vicenta, n´Esperit, Vespretes y Missetes –así se llaman– se han pasado a la tecnología digital y su redoblar está controlado vía satélite, sincronizado con el de la catedral germana de Frankfurt.
"En realidad lo que controla el satélite es el reloj, pero es evidente que una cosa va relacionada con la otra", replica el monaguillo Mateu Grimalt, que explica que el principio de todo fue la electrificación del sistema en el año 2000, "en tiempos en que Rafel Umbert era el rector".
"Antes cada media hora alguien debía subir hasta aquí y hacer funcionar el mecanismo", relata el rector Andreu Genovart mientras sube las escaleras de la torre de marés del 1902. Ahora todo es más sencillo, el reloj no se retrasa ni un sólo minuto de la hora centroeuropea. Incluso cambia de manera automática la hora en otoño y primavera. La maquinaria que maneja las cuatro esferas y las agujas originales del reloj, también pasó su examen con la entrada de siglo.
"Actualmente tenemos tres programas de funcionamiento", recuerda Grimalt. El automático es utilizado las mañanas y las tardes de lunes a viernes, un cuarto de hora antes de las dos misas diarias, a las 7,45 y 19,45 horas. "A primera hora, n´Eloi repica hasta quince veces y por la tarde treinta y tres". Además de cada media hora y para el Ángelus, a las doce del mediodía, cuando la mayor de las campanas suena en tres tandas de tres repiques para dejar paso a diez tonos rápidos realizados con dos de la pequeñas. Después está el programa semi autónomo, "para las fiestas y los funerales" y el manual, por si hay problemas. N´Eloi sigue siendo el mito sonoro de Manacor. La leyenda sitúa su llegada en 1260, cuando un barco acuciado por la tormenta, se resguardó una noche en lo que ahora es Porto Cristo. De él se conservan precisamente la talla del Sant Crist y la gran campana (refundida en diversas ocasiones), de 1,20 metros de diámetro y 1,4 toneladas de peso.
"Se decidió sincronizar y controlar la hora a través de Frankfurt por su exactitud", añade el rector Genovart, que matiza: "Los gastos de mantenimiento del reloj y la señal corresponden al Ayuntamiento, ya que es suyo, mientras que la parroquia se hace cargo del sistema de campanas".
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© Diario de Mallorca (2010) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 24-04-2024 |
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