Los más observadores habrán notado ya que el sonido que emana desde el campanario de la parroquia San Miguel es algo diferente desde hace días. Tanto las señales horarias como las llamadas a misa suenan ahora con otro tono. La explicación es muy fácil: la campana no es la misma. Una nueva y reluciente campana ha sustituido al vetusto instrumento que se calcula tiene cerca de 400 años -la actual parroquia de San Miguel se construyó entre el siglo XVI y el XVII-, ya que presentaba varias grietas. De hecho, como reconoce el párroco Juan Mari Olaetxea, hacía tiempo que la antigua campana no sonaba bien. «El sonido delataba que estaba agrietada, era como de chapa», dice.
Aunque en un principio se barajó la posibilidad de fundir la campana de bronce y elaborar con éste una nueva,
se desechó la idea porque se prefirió conservar el instrumento debido a su antigüedad y al valor histórico que tienen para Lazkao. Ahora ha quedado en manos del Ayuntamiento que, según explica el alcalde, le buscará una nueva ubicación y alguna otra función.
La nueva campana ha sido elaborada de forma artesanal por los hermanos Portilla en la localidad cántabra de Gajano. Se trata de una campana de estilo esquilón, de 90 centímetros de diámetro y 453 kilos de peso. Cuenta con un badajo de caña de madera y un yugo realizado en hierro laminado en caliente y montado sobre rodamientos oscilantes.
Esta nueva campana es más pequeña que la anterior porque ambas corresponden a estilos diferentes. Si ésta es esquilón, la anterior era romana, es decir, de las que no se voltean sino permanecen quietas mientras la golpea o bien el péndulo del interior o un martillo en la parte superior. No obstante, cuando hace dos décadas se llevó a cabo la restauración de la iglesia, se vio que el golpeo de la campana dañaba la piedra del campanario, por lo que se optó por colocarle unos cojinetes y voltearla. Eso, según explica, el párroco, ha acabado por dañarla. La nueva campana sí que es de las que se debe voltear.
El presupuesto total (incluyendo la elaboración de la campana, su transporte y colocación) ha ascendido a cerca de 25.500 euros, de los que el Ayuntamiento ha aportado 10.000 y el resto la Iglesia.
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