Se pueden conservar los vestigios del pasado reciente, pero no se puede postergar el románico
El milenario campanario románico de la catedral de Vic (de planta cuadrada, con frisos de decoración lombarda y de 46 metros de altitud) es, sin duda, la joya arquitectónica de la ciudad. Levantado en la época del abad Oliba, está considerado uno de los mejores ejemplares de Catalunya y se puede comparar perfectamente con el majestuoso campanario de Sant Miquel de Cuixà. Pero esta imponente torre, que ha soportado el paso de mil años y las sacudidas de varios terremotos, padece una enfermedad todavía sin diagnosticar.
Con la caída de tejas y piedras casi enteras sobre la calzada, a finales de mayo empezó a dar inequívocas señales de deterioro y la calle del Cloquer quedó cerrada al tránsito. Entonces, el canciller del obispado habló de "deficiencias estructurales" que comportarían un saneamiento integral. Pero la caída de tejas y piedras continuó durante el verano. Ahora, transcurridos unos meses, el obispado ha confirmado una subvención de la Generalitat (de una cantidad no concretada) para acometer una actuación urgente que evite el avance de la dolencia. Así, a partir de noviembre, se instalará un andamio con el objetivo de diagnosticar la enfermedad del paciente y contemplar in situ qué trabajos concretos han de acometerse. De momento, sólo se sabe que han caído piedras seculares y hay que descubrir si se trata de casos aislados.
