GANDARIA, Manrique / El Sol de México - La antigua Basílica de Guadalupe, joya arquitectónica del barroco

La antigua Basílica de Guadalupe, joya arquitectónica del barroco

La antigua Basílica permaneció cerrada entre 1979 y 2000, para frenar su hundimiento que hasta este año había alcanzado los 3.80 metros. Foto: El Sol de México
La antigua Basílica permaneció cerrada entre 1979 y 2000, para frenar su hundimiento que hasta este año había alcanzado los 3.80 metros. Foto: El Sol de México

Ciudad de México.- Considerada una joya arquitectónica del barroco, la antigua Basílica de Guadalupe albergó por 267 años la tilma de San Juan Diego con la imagen de la Virgen de Guadalupe hasta que los procesos de consolidación de los suelos blandos del valle de México obligaron a las autoridades a cerrarla para iniciar un largo y pesado proceso de restauración que se prevé terminen hasta el 2012.

Inaugurada un 27 de abril de 1709, la antigua Basílica permaneció cerrada entre 1979 y 2000, para frenar su hundimiento que hasta este año había alcanzado los 3.80 metros, lo que representaba un peligro para los miles de feligreses y turistas que cada año acudían a orar.

Ni el paso de los años, mucho menos el hundimiento que sufre, han podido restarle belleza a esta obra arquitectónica que permanece estoica a un costado de la nueva Basílica, la cual es visitada por miles de fieles cada año.

Desde hace ocho años, este pedazo de arquitectura barroca, mantiene sus puertas abiertas en un intento por mantener viva la tradición de los católicos de ir a orar.

La historia refiere que para la construcción de este monumento histórico, se destinaron 800 mil pesos, dinero que aportaron los fieles y no la Corona Española.

Para 1976, autoridades eclesiásticas mexicanas, una vez que estuvo terminada la nueva Basílica, decidieron cerrar las puertas de este recinto católico ante la inclinación que sufría, pero no fue sino hasta 1980 cuando inició la recimentación del templo mediante pilotes de control.

El 5 de mayo de 2000, las puertas de esta magna obra, construida por el arquitecto Pedro de Arrieta, abrió nuevamente sus puertas y por decreto del cardenal Norberto Ribera Carrera, se le dio el título de Templo Expiatorio de Cristo Rey y se decidió exponer permanentemente el santísimo.

A inicios del 2006, autoridades del Consejo Nacional de Cultura (Conaculta) continuaron con la labor de rescatar este recinto, labor que hasta el momento continúa.

SUMANDO AMOR

Al siguiente año, la Asociación Civil "Sumando Amor", organizó una campaña para recolectar fondos para continuar los trabajos de restauración, poniéndose como meta, reunir 9 millones y medio de dólares con los que se realizarán obras de revisión y restauración, y que esté lista para su 300 aniversario en abril de 2009, que también coincide con el encuentro mundial de las familias en México, y la posible visita del papa Benedicto XVI.

De acuerdo a la asociación, las necesidades de la antigua Basílica incluyen: revisión y mantenimiento de pilotes eliminación de férulas de concreto de las columnas, consolidación de la cantera de las columnas descubiertas, integración del nuevo piso de la feligresía con materiales de mármol, rehabilitación del presbiterio, restauración artística del altar de mármol de carrara y del Baldaquino con su cúpula de bronce, restauración de pinturas monumentales, mosaicos artísticos de la cúpula y pechinas de la bóveda.

Así como la restauración de yeserías ornamentales y su recubrimiento con hoja de oro de 24 quilates, vitrales emplomados, rehabilitación del órgano Wurlitzer y del reloj monumental.

Otras cosas como la restauración de los candiles de bronce, entro otros el monumental con más de 125 luces, fabricación de bancas, estilo siglo XVIII, además de la necesaria habilitación de la sacristía, de las oficinas y dependencias de servicio a los peregrinos.

LAS CAMPANAS DE LA BASILICA

Una leyenda urbana, acerca de la antigua Basílica de Guadalupe, trata de un capellán encargado de hacer sonar las campanas, que lo hacía religiosamente puntual aun a costa de su salud.

Cuenta la leyenda que en cierta época del año en la que el clima se volvió hostil con los habitantes de la Ciudad de México, el viento fue tan frío que hubo muchas personas que con tan sólo recibir un soplido de aire gélido se enfermaron gravemente. Una de las víctimas de dicha temporada fue el capellán, que en dos días vio mermada su salud, a tal grado que sentía escalofríos constantes y ardía en calentura.

Pese a su mermado estado de salud, cumplir con su responsabilidad, por lo que a la hora que le correspondía se levantaba a hacer su trabajo, a pesar de las recomendaciones del Abad y de las personas cercanas que le indicaban que debía guardar reposo, pero éste continuó haciendo el esfuerzo de ir a las cuerdas y tocar las campanas, no dejando a nadie que lo hiciera por él.

Tantas levantadas y exponerse al frío, provocaron la muerte del capellán, quien había sido durante mucho tiempo el encargado de tocar las campanas de la Basílica antigua, siendo digno de reconocimiento su empeño.

Desde entonces, se cuenta que hay veces en que las campanas comienzan a sonar sin motivo aparente. La gente atribuye a esto que tal vez el alma del capellán aún sigue cumpliendo con su tarea.

Las cuerdas para mover las campanas se retiraron hace tiempo, sin embargo, el fenómeno sigue repitiéndose.

GANDARIA, Manrique / El Sol de México
Organización Editorial Mexicana
Diario de Xalapa (04-05-2008)
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