El campanario de la Colegiata de Gandia - Foto: FERRI, Ximo
El ayuntamiento rechaza acallar o rebajar el nivel sonoro de las campanas, que supera el máximo legal en una vivienda cercana, porque es «una tradición inmemorial» y no supone «un daño insopotable». Dos vecinos plantearon el recurso
El campanario de la Colegiata de Gandia - Foto: FERRI, Ximo
El llamativo y conocido toque de las campanas de la Colegiata de Gandia está generando un interesante debate, que en cierta medida permanece oculto, sobre la legalidad, o no, de que esos elementos sigan repicando a escasa distancia de las viviendas, causando molestias a algunos de los vecinos.
La batalla legal abierta hace dos años por unos residentes que viven en una casa cercana al campanario sigue y ha escrito un nuevo capítulo. En un primer momento, las quejas consiguieron que las campanas del primer templo gandiense se silenciaran por la noche con el fin de preservar por encima de todo las horas de descanso, pero los recurrentes insistieron en que también de día el repicar les molesta. Así que, disconformes con la decisión, han presentado un recurso para que el ayuntamiento obligue a reducir el nivel sonoro.
El conflicto llevó a que técnicos municipales calibraran el nivel de sonoridad que llega al interior de la vivienda de los recurrentes, y, efectivamente, comprobó que se superaba el nivel máximo estipulado por las leyes y ordenanzas que regulan la emisión de ruidos y vibraciones. Con el informe, se podría haber interpretado que se iba a detener el tañir de las campañas, pero ahí el ayuntamiento, echando mano de otras causas similares que se han dado en distintos municipios, ha optado por recurrir a la historia para salvar el caso y permitir que en la Colegiata las campanas sigan sonando.
Así, el Gobierno local, en una de sus últimas reuniones, ha decidido desestimar el recurso de los dos vecinos remontándose nada menos que al año 1500, porque, según los relatos históricos, al menos desde esa fecha las campanas de la Colegiata anuncian los actos, festividades y otras ceremonias religiosas. En su informe, el ayuntamiento llega a la lógica conclusión de que antes fue el campanario, y el toque de las campanas, que la vivienda en la que estas personas residen, de manera que no se puede argumentar desconocimiento de causa o sorpresa por el ruido que generan.
El ayuntamiento añade que a raíz de las primeras quejas ya se llevó a cabo una minimización del horario, lo que ha hecho que las campanas se detengan entre las 10 de la noche y las 8 de la mañana, y concluye que, al sonar solo de día, ese ruido «no supone un daño prolongado ni insoportable», como lo demuestra el hecho de que viene siendo asumido con naturalidad por los ciudadanos de Gandia «desde tiempos inmemoriales».
«Procede considerar que el sonido del reloj acoplado a las campanas de la Colegiata es un elemento histórico clave para los gandienses, encargado en el año 1500 por uno de los personajes históricos más relevantes de la ciudad, María Enríquez, abuela de San Francisco de Borja, esposa del II Duque de Gandia y nuera del Papa Alejandro VI», añade el documento municipal, al que ha tenido acceso este periódico y que justifica el rechazo del recurso de los dos vecinos.
Así, la causa queda cerrada en la vía administrativa y si los recurrentes quieren seguir reclamando que se reduzca el nivel sonoro o que las campanas paren, deberían iniciar la vía judicial.
En muchos municipios de la Safor, y en otros campanarios de Gandia, las polémicas suscitadas en las últimas décadas ha obligado, por lo general, a rebajar el nivel sonoro de las campanas y a detenerlas durante las noches.
Ni es novedad que se produzca un conflicto por molestias de las campanas ni que se haya llegado a acuerdos para reducir el nivel sonoro o detenerlas durante las noches. Pero en Gandia es cierto que, por ser todo un símbolo de la ciudad, nunca se había producido una situación así con el campanario de la Colegiata, su primer templo, donde el tañer se ha venido repitiendo durante siglos.
En el relato histórico con el que el Ayuntamiento de Gandia ha rechazado el recurso de los dos vecinos se especifica claramente lo insólito de este contencioso. «No constan, además, más denuncias, en los 522 años de funcionamiento del campanario que la que ahora es objeto del informe, y a consideración de esta asesoría no procede permitir que el campanario deje de funcionar por una única reclamación vecinal, en tanto en cuanto dicha emisión sonora debe considerarse amparada por los usos locales y la práctica consuetudinaria de la ciudad de Gandia».
Vecinos del centro de la ciudad han señalado a este periódico que, en realidad, las molestias son mínimas y que, más que el toque de las horas, lo que a veces se prolonga en exceso son los largos repiques que anuncian fiestas importantes.
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