DÍEZ ALONSO, Matías - Las Campanas de Villabalter

Las Campanas de Villabalter

Trofeos del concurso de campaneros

En Villabalter hay dos campanas grandes que se tocan con sonería eléctrica de cuatro sones. También se tocan a mano. Una ha sido refundida en la década de los 80 por Quintana de Saldaña, Palencia. La más grande, que es enorme, fué consagrada por el obispo monseñor Joaquín Barbajero, sobre 1867.

El campanario tiene acceso por puerta en el exterior y escalera de caracol muy estrecha con 33 escalones de veinticinco centímetros de altura, en exceso incómoda. El palo vertical es de negrillo de una sola pieza, de más de ocho metros de altura. En la parte final hay que izarse a brazo, agarrándose a dos travesaños.

Se suele celebrar con periodicidad anual un concurso de campanas unos días antes de la fiesta patronal, repartiendo como trofeos una campanilla montada en armazón de madera, donde se puede voltear.

El repique de campanas es una habilidad con distintos pulsos, que exige dominar el arte como maestro campanero. También se tocan a voleo, volteándolas a puro brazo, con peligro de ser desmochado por el bronce. El actual Campanero Mayor, y Maestro Campanero es D. Pedro Delgado (no el de la bici), que imparte cursos de sonería cuando la demanda lo exige.

El Lenguaje

A falta de otro medio de comunicación, tradicionalmente se han utilizado las campanas para llamar al pueblo y comunicar los hechos y las horas. Tocaban al alba el toque de alborada, y había misa de madrugada para pastores y labriegos; a maitines o alabanza matutina; a misa, con señales de primera, segunda y entrada.

Tocaban al ángelus y los labradores paraban la yunta y se quitaban la gorra, incaban la aguijada en el suelo y rezaban el ángelus.

Tocaban a víspera los días más señalados de fiesta; a las oraciones por la tarde para rezar por las ánimas; al rosario cuando el desgranado de avemarías regaba de oración el ambiente familiar.

Había otros toques que la gente entendía con precisión: a muerto, lo que llamaban la encordada, con trece campanadas para el hombre y doce para la mujer; cuando moría un niño se llamaba toque de gloria. La encomienda era el toque de oraciones por el hermano de una cofradía que fallecía.

Tocaban a concejo, para la reunión de vecinos a tratar los asuntos del comÚn; a huebra o facendera y allá iban los vecinos con sus picos, palas y azadones, focetos y hociles, para arreglar y limpiar los caminos, la "refacción" de pontones, limpiar las presas y acomodar los bedules.

Tocaban a boda y la alegría se esparcía por el pueblo con el tambor moceril; a fuego y salían disparadas las gentes para ayudarse en comÚn ante la desgracia; a rebato y las prisas ante el peligro unían los corazones.

Tocaban a tormenta, al conjuro de las nubes y el tañido sembraba la fe entre el pueblo de disipar las nubes amenazadoras.

Tocaban a victoria, cuando alguna hazaña famosa daba tranquilidad por vencer al enemigo.

Matías DÍEZ ALONSO El municipio de San Andrés del Rabanedo y su entorno
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    Actualización: 20-04-2024
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