GONZÁLEZ GUDINO, María Ángeles - Campanas de siempre - Recuerdos de todos

Campanas de siempre

Recuerdos de todos

María Ángeles GONZÁLEZ GUDINO
Valencia (2003)
La víspera y día del Corpus Christi
Si un día es el grande, para las campanas del Miguelete, es precisamente el día de la fiesta del Corpus Christi, antaño celebrada en su día, el Jueves siguiente a la octava de Pentecostés, como correspondía a su origen, que no sería otro que el traslado de la celebración de la institución de la Eucaristía a otro jueves del año, para poder celebrarla con todo su esplendor, dejando para el Jueves Santo tan solo esos magníficos monumentos eucarísticos que podemos ver en nuestras iglesias, al estar en una época de Pasión. La tradición nos dice que la institución de esta fiesta se debe a la revelación divina que recibiera en sueños, la Beata Juliana de Cornellón (1.193- 1258), y que, tras largo tiempo de recibida, manifestó a Juan de Lausanne, canónigo de San Martín de Lieja, a fin de que consultara a los más doctos teólogos, entre los que se encontraba el que más tarde sería Urbano IV, los que convinieron la conveniencia de celebrar con más solemnidad la institución del Santísimo Sacramento. Sería Roberto de Torote, obispo de Lieja, usando de la potestad que entonces tenían los obispos de instituir fiestas en su diócesis, el primero que ordenó la celebración de la nueva fiesta en 1246, aÚn cuando no podría verla celebrar por morir ese mismo año. En 1261 subía al papado Urbano IV y en 1264 expedía la bula “Transiturus”, en la que tras conmemorar y ensalzar el amor de Jesucristo que resplandece en la Eucaristía, ordenaba la celebración anual de la fiesta del “Corpus Christi”, fijando para su celebración, el jueves siguiente al domingo de la Trinidad, encargando el oficio del Santísimo Sacramento a Santo Tomás de Aquino. La muerte del Papa retrasaría la celebración universal de la Fiesta que no se realizaría hasta principios del siglo XIV aún cuando antes ya se celebraba en varias diócesis. En 1355 sería cuando por primera vez la procesión en Valencia saldría de las iglesias. El 2 de Julio de 1911 se suprimía la fiesta del Corpus, pero poco después, Pío X, a ruego del episcopado español restablecía en toda España esta fiesta, como fiesta de precepto. Hoy de aquel jueves, que reluce más que el Sol, nos queda el Pregón de la Fiesta que realizan los Amics del Corpus, en el Patriarca, lugar como ningún otro para rendir homenaje a la Eucaristía. La fiesta, aquí, en Valencia, la vemos trasladada al domingo siguiente al Corpus, siendo en este día y en su víspera cuando el pueblo valenciano, se vuelca en su celebración. Esta fiesta del Corpus Christi mantuvo su hegemonía durante siglos entre todas las fiestas de la Ciudad de Valencia, bien nos lo dicen nuestras campanas, que reservan para su víspera y para su fiesta la voz de “La Caterina” y que tan solo en su fiesta se suman todas las campanas, de la Sala de Campanas de la Catedral, en el Único volteo general de ellas, que se realiza a lo largo del año. Como fiesta importante tiene octava y aquí en Valencias se celebra muy especialmente en el Patriarca, Junto a los oficios, en gregoriano y la magnífica procesión claustral, las campanas del Patriarca nos marcan los momentos más importantes, tocando en los distintos momentos de la procesión.
La Víspera y el día de la fiesta de San Jaime
San Jaime se celebra el 25 de julio y llegó a ser fiesta célebre en Valencia. Santiago el Mayor, también llamado San Jaime, fue uno de los tres apóstoles predilectos de Jesús, con su hermano menor San Juan y San Pedro. Era hijo del Zebedeo y natural de Betsaida en Galilea. Su madre Salomé le pidió a JesÚs que sus hijos estuvieran sentados en el cielo a su derecha y a su izquierda y él le profetizó su Martirio. Tras la Ascensión del Señor Santiago el Mayor predicó el Evangelio en Judea y Samaria y luego vino a España, volviendo a Jerusalén, donde Herodes Agripa le mandó decapitar en el año 42, muy cerca de la Pascua.Sus reliquias, milagrosamente llegadas a España son veneradas en Santiago de Compostela.
Hoy es poca gente la que recuerda los orígenes de nuestra Feria de Julio, en honor de San Jaime, con su célebre feria de ganado, las corridas de toros, los hermosos pabellones de la Alameda, de los que solo nos queda su recuerdo fotográfico, y muy especialmente los correspondientes al Ayuntamiento y al Círculo de Agricultura y el establecimiento de la Batalla de Flores, con más de 100 años de existencia. A aquella tan importante feria venía a sumarse la música valenciana, iniciándose los primeros certámenes internacionales de bandas Ciudad de Valencia. La devoción por San Jaime en nuestra tierra debió de ser muy precoz, pues entre las órdenes militares que vinieron a la Conquista con Jaime I, se cuenta como la primera la de los Caballeros de Santiago, que inculcarían la devoción hacia su Santo Patrono, y a los que dicho Rey concedía terrenos cerca de la puerta del Cid, situados al muro de la puerta de la Trinidad, lindantes con la muralla y río, a espaldas de lo que muy posteriormente sería convento de Trinitarios, hoy Universidad Pontificia de Teología, y muy cerca del Temple, y allí en aquellos terrenos levantarían, con título de Priorato, su casa y su capilla, llamada de “San Jaime de Uclés”, en la que se suponía estuvo enterrado Zeit Abu Zeit, Último de los monarcas Almorávides en España, el que llegaría a ser fiel aliado de D. Jaime, el mismo que convertido al Cristianismo tomaría el nombre de Vicente y fuera el primer fundador del Convento de San Francisco regalando los terrenos que fueran de su palacio, extramuros de la Ciudad, en el término de la Boatella, aunque no se explica la razón de recoger los Caballeros de Santiago los restos de este príncipe, que hay quien asegura que murió vistiendo el habito de franciscano. Pero no sería la “Orden de los Caballeros de Santiago” la Única institución que existiera en nuestra Ciudad que tendría a San Jaime por Patrono. El 5 de noviembre de 1246, Jaime I, fundaba su primera Cofradía, llamada Real Cofradía de Ntro. Sr. Jesucristo, de la Virgen Santísima y del Glorioso Apóstol Santiago el Mayor” conocida como “Cofradía de San Jaime”, en honor a su fundador y a una de sus advocaciones, dándoles, intramuros de la Ciudad, como casa e iglesia uno de los principales palacios moros, que se cree perteneció al Rey Lobo y que fue habitado por Jaime I tras su entrada en Valencia, mientras se habilitaba el Palacio Real, extramuros de la Ciudad. La primitiva iglesia era una mezquita que, purificada, sería abierta al culto cristiano a poco de la Conquista. A esta Cofradía pertenecieron las personas reales de la Casa de Aragón y los más eminentes personajes del Reino, gozó de numerosos privilegios otorgados por Jaime I, su fundador y sus sucesores, es una de las adscritas a la Catedral y esta hermanada con la también antiquísima Cofradía de Ntra. Sra. De la Seo o del Milagro. Abandonado por la Cofradía aquel histórico lugar, sería entregado a las clarisas cuando éstas fueron desalojadas y derribado el convento de la Puridad, en el siglo XIX llevándose a su nuevo lugar la imagen y el Sagrario de su iglesia, que en esta se conserva. Hoy, este lugar, que durante siglos ocupó la Cofradía de San Jaime, con menor extensión que la que tuviera el Palacio del Rey Lobo, se nos presenta como el edificio de mayor antigüedad de Valencia y situado al lado del Palacio de la Scala. Una placa a su entrada nos recuerda su origen y nos define el lugar como Convento de la Puridad y de San Jaime.
La antigua y estrecha calle de San Jaime, cambiaría el nombre para recibir el actual de Convento de la Puridad y viene a desembocar en las plazas de Manises y de la Virgen. Sobre su puerta podemos ver el escudo de armas que concedió el Rey a esta Cofradía. En este convento se dice que se encuentra el sarcófago que perteneció a Zeit Abu Zeit, tal vez trasladado allí por los caballeros de Santiago o tal vez los historiadores se refirieran de entrada al lugar ocupado por la Cofradía y no por la Orden, ambas del mismo nombre. Fue famosa la “Tortada de San Jaime”, “hogaza”o “fogassa” que la Cofradía realizaba en su fiesta patronal, cuyo origen debemos buscarlo en la antigua costumbre de la iglesia valenciana de bendecir pan y repartirlo a los fieles en los días solemnes, costumbre que ha pervivido hasta nuestros días y que podemos encontrar en la fiesta de San Vicente Mártir, entre otras de nuestra Ciudad. Tal vez la propensión a la esplendidez de las personas de alcurnia que componían la Cofradía, hizo que con el tiempo el pan se convirtiera en bizcocho y éste en tortada, terminada generalmente con la figura del santo a caballo matando moros, y tal fama llegó a adquirir esta hogaza en nuestra tierra, que llegó a ser casi un apreciado regalo de boda en Valencia. Tantos recuerdos históricos no podían pasar desapercibidos al pueblo valenciano, que honraría a San Jaime de forma especial en el día de su fiesta, como lo demuestran las campanas de la Sala de Campanas de nuestra Catedral que tocan al viento en la víspera y en la fiesta., acuciando a Valencia entera que se aproxima la fiesta de San Jaime, y lo hacen con el repique de campanas de la víspera a las ocho de la noche y con el cor a las nueve y el repique a las doce, en el día de la fiesta. Tal vez sean estos toques de las campanas de nuestra Catedral los Únicos que nos recuerdan el origen y el día de la fiesta de San Jaime, fecha ésta, como la de otras fiestas que fueron importantes en nuestra Ciudad, laborable. Hoy los actos culturales y folklóricos durante el mes de julio, se multiplican por la Ciudad. Ya no están concentrados en los bellísimos pabellones de la Alameda sino que la fiesta se extiende por varios puntos de la Ciudad: jardines de Viveros y del Palau, con su magnífica programación al aire libre, el propio Palau de la Música y la Plaza de Toros, Parque del Oeste y Tinglado nº 2 del puerto, vienen a concentrar los actos de la Feria de Julio. De todos ellos son tres sin embargo los que están presentes desde su inicio: El Certamen Internacional de Bandas de Música Ciudad de Valencia que se realiza en el Palau de la Música y en la Plaza de Toros, que siempre acoge a las secciones más importantes y que viene celebrándose desde hace más de 100 años, la Semana taurina, que junto con la de San José son las más importantes de Valencia y la Batalla de Flores, que respetando el origen donde estuvo la fiesta, se celebra en el primer tramo de la Alameda, siendo la Única en España y existiendo solo otra en España, donde todo en ella es de flor natural, el recubrimiento de sus carrozas, el adorno de sus landós y el material utilizado en la propia batalla, lanzándose solo flor natural entre los participantes y los observadores y esto a pesar del esfuerzo económico que un acto como éste supone, pero cuyo mantenimiento da también prestigio a nuestra Ciudad.
La víspera y el día 9 de Octubre
Jaime I entraba en Valencia el día 9 de octubre, día de San Donís, a pesar de que la rendición de la Ciudad y las Capitulaciones se habían realizado once días antes, el 28 de septiembre, víspera de San Miguel Arcángel, y ese mismo día 9 de octubre, se bendecía la Mezquita Mayor, convirtiéndola en Catedral. Se trata pues de una fiesta muy importante para Valencia, tanto desde el punto de vista civil, como religioso y como fiesta importante en ella voltearan nuestras campanas, tanto en la víspera como en la fiesta, en la víspera tocarán “a coro” a las cuatro y media de la tarde, para anunciarnos las vísperas solemnes y a las siete y media voltearan anunciándonos la fiesta mayor del día siguiente. En el día de la fiesta de nuevo tocaran a “coro”, para anunciarnos la Misa Solemne de acción de gracias en el día de l a dedicación de la Catedral mientras que el “Vuelo del Mediodía” acompañará al Te Deum en acción de gracias que oficiará el Señor Arzobispo ante las autoridades religiosas, civiles y militares de nuestra Comunidad y ante el pueblo valenciano que, masivamente, en este día acude a nuestra Catedral. La fiesta cívica, se entremezcla de esta forma con la religiosa. En este día, día grande para Valencia y para su Catedral, no puede faltar la procesión cívica presidida por nuestra vieja señera. Ésta saldrá del Archivo Histórico Municipal, que la guarda y custodia el resto del año, y portada por nuestras autoridades será bajada, sin inclinarse, pues ese privilegio tiene nuestra Senyera, por el balcón del Ayuntamiento, iniciándose desde allí la marcha hacia la Catedral, donde será solemnemente recibida, presidiendo el Te Deum, de allí partirá hacia La Generalidad, donde de nuevo se le prestaran honores, para seguir hasta la estatua ecuestre de Jaime I situada en los jardines del Parterre, a la que se ofrendará una corona de flores y desde allí de nuevo al Ayuntamiento, donde después de ser izada y presentada a todos los valencianos que ocupan la plaza se devolverá a su Archivo. No puede faltar tampoco junto a este gran acto institucional de reconocimiento de nuestras señas como pueblo, otros actos, en otros lugares de Valencia. La representación teatral del nueve de octubre de Russafa, el homenaje a la Senyera de las fallas del Marítimo por la tarde o la representación del rendimiento de Valencia por la noche, ante las Torres de Serranos. Como tampoco puede faltar la música y la pólvora en este día tan valenciano, en el que una vez más a lo largo del año podremos disfrutar de una magnífica Mascletá en la Plaza del Ayuntamiento como colofón final de la Procesión Cívica. Es el nueve de octubre fiesta de San Donís o Dionisio, primer obispo de París, a donde fue enviado en el siglo III, siendo martirizado en Catuliaco mediante decapitación junto a sus compañeros, en el mismo lugar donde se levanta la célebre Basílica del Santo, patrón de la Corona de Francia, y aquí en Valencia es tradicional el regalo de nuestros típicos dulces y un pañuelo a la mujer o la novia.
El Día de Difuntos
Es el dos de noviembre el día elegido en recuerdo de las personas amadas que ya no se encuentran entre nosotros. En él la Iglesia recuerda a todas las almas santas que están cautivas en el purgatorio. Esta celebración, debida a San Odilón, Abad del monasterio benedictino de Cluny se instituía el año 998 y en algunas partes llegó a guardarse como día de fiesta. En este día cada sacerdote puede celebrar hasta tres misas. Es pues día de recogimiento y de oración. El día anterior, día de Todos los Santos nuestras autoridades locales visitan el Cementerio Municipal y colocan coronas de flores ante las tumbas de sus hijos predilectos y de quienes les precedieron. En este día de difuntos el Arzobispo oficia una Misa en el cementerio en recuerdo de todos los difuntos valencianos. No puede faltar tampoco el gemir de nuestras campanas, tocando a muerto desde el Miguelete, y lo hace a las nueve de la mañana repitiéndolo a las doce del medio día. Patrocinando este toque el Ayuntamiento de Valencia, una vez más, demuestra su sensibilidad hacia nuestras tradiciones y muy especialmente a las que se refieren a los que ya nos dejaron.

Son, como hemos visto, 19 los días que los toques manuales de las campanas de la Sala de Campanas del Miguelete vienen patrocinados por nuestro Ayuntamiento, y como hemos podido confirmar corresponden a la casi totalidad de lo que podríamos considerar nuestras fiestas mayores. Sin embargo echamos de menos el recuerdo hacia dos de nuestros patronos: el Arcángel San Miguel, en cuya víspera se firmaban las Capitulaciones de Valencia y el día de San Luis Bertrán, hijo y patrono de la Ciudad de Valencia.

La víspera y fiesta de la “Mare de Déu d'Agost”
La antiquísima Cofradía de la Madre de Dios de la Asunción, sino la misma, si heredera de la antiquísima Cofradía de la “Virgen de la Seo”, conocida también como del “Milagro”, hermanada con la Cofradía de San Jaime y como ella adscrita a la Santa Iglesia Catedral, sigue celebrando con toda pompa y esplendor la fiesta de la “Mare de Déu d'Agost” y es ella la que patrocina los toques manuales de ese día y del de su víspera.
Cuando Jaime I entró en Valencia, lo primero que hizo fue purificar las mezquitas que en ella había, y empezaría por la propia Mezquita Mayor, que dedicaría a Ntra. Sra. De la Asunción, cuya fiesta se celebra el 15 de Agosto, día festivo en nuestra Comunidad. A ella dedicaba las iglesias mayores de los pueblos que iba conquistando y de hecho en muchos de ellos, como en Elche, ese día es el principal de su Fiesta Mayor. En Valencia, al año siguiente a la Conquista, ya se celebraría esta fiesta, por lo que podemos decir que es esta una de las más antiguas de Valencia y de las que durante siglos fue considerada como una de las más importantes. En ella no puede faltar ni el traslado desde su Real Capilla del Milagro, a la Catedral, ni la Procesión General. En una época del año como en la que se da la fiesta muchos valencianos ya se encuentran fuera de la Ciudad, por lo que no es de esperar el esplendor que llegó a alcanzar en tiempos pasados.
En su día, la imagen yacente de la Virgen, representada en el Misterio de la Asunción, es trasladada desde su Real Iglesia del Milagro, situada en la calle Trinquete de Caballeros, frente a San Juan del Hospital, a la Catedral, a la que alcanzará por la Puerta de los Hierros, donde la espera el Señor Arzobispo acompañado de todo su cabildo. La proximidad de ambas iglesias y el calor sofocante que en Valencia hace en esos días, serán motivo, más que suficiente, para explicar la brevedad de este traslado. Por la tarde, la Santa Imagen volverá a su Real Capilla. Tal vez antaño, como todavía sucede en Elche, se celebrara dentro a las puertas de la Catedral, el Misterio de la Asunción, que quedaría suprimido al prohibirse estos actos en el interior de las Iglesias, con el Concilio de Trento, quedando tan solo por privilegio, en nuestra tierra el realizado en la Basílica de Elche, hoy patrimonio de la Humanidad. A ello acompañaran los oficios religiosos en las dos iglesias. Las campanas de nuestra Catedral no podían dejar de participar con sus toques manuales históricos en tan importante y antigua fiesta de Valencia, y esta participación nos marca la importancia que tuvo la fiesta por el gran nÚmero de veces que en ella tocan nuestras campanas y por el tipo de toques que en ella se producen. Tocan en la víspera de la fiesta a “cor y repic” a las seis de la tarde, anunciándonos las Vísperas Solemnes, toque este reservado a la víspera de la Inmaculada Concepción, al día de Nochebuena, y a la víspera del Corpus, pero en estas tres se hace a las cuatro y media de la tarde, y volteando de alegría, anunciándonos la fiesta a las ocho de la noche. En el día de la fiesta, como sucede en el día del Corpus y de Ntra. Sra. De los Desamparados, a las siete y media de la mañana el “Vuelo del Alba” nos anunciará la fiesta y a él seguirá el toque a “Coro Obispal de Dos Paradas” anuncio de la Misa Obispal y más tarde a las once de la mañana volverán a voltear las campanas anunciándonos el traslado. Ese día, por la mañana, tras el canto de Laudes en la Real Capilla, se iniciara el solemne traslado de la imagen yacente de la Virgen llevada por los Apóstoles que recorrerá las calles del Milagro y de Cabillers para salir a la Plaza de la Reina y alcanzar la Puerta de los Apóstoles de nuestra Catedral donde la esperan el Señor Arzobispo y su Cabildo, para acompañarla hasta el tÚmulo reservado para ella, rodeándola de numerosos “alfàbegues” y procediéndose a continuación a la celebración de la Solemne Misa. “El Vuelo de Mediodía” de nuestras campanas, a las 12 en punto de la mañana, nos acompañará en este día. Es vuelo de alegría que nos anuncia que nos encontramos en una fiesta mayor. Por la tarde de nuevo nos acompañaran las campanas señalándonos los diferentes actos de la fiesta.
A las seis de la tarde el “Cor” nos anunciaran las Vísperas Solemnes, mientras que a las siete de nuevo voltearan las campanas anunciándonos la Procesión General, en ella, la Sagrada Imagen será devuelta a su Real Iglesia, acompañada por el Arzobispo y su Cabildo, recorriendo la Plaza de la Reina, calle del Mar, Plaza de San Vicente y calle de Trinquete Caballeros hasta la Real Iglesia del Milagro donde será venerada a su llegada con cánticos, rezo del Rosario, plática y Solemne Salve y Gozos a Ntra. Sra. De la Seo. Los actos religiosos que habían empezado en la víspera de la fiesta aún se prolongaran hasta el día 20 de agosto finalizando con un Solemne Te Deum, en acción de gracias, procesión claustral y cantos del “Crediti” y “Tantum ergo”. Si nos fijamos en el modo de tocar las campanas en la víspera y en la fiesta de la Mare de Déu d’Agost nos daremos cuanta de la gran similitud que tiene con los de la víspera y el día de la Virgen de los Desamparados. En la víspera de ambas la fiesta se anuncia a las ocho de la noche con un volteo de campanas, reservado, en lugar del repique, para anunciar las fiestas más importantes. En el día de la fiesta, la semejanza es todavía mayor, en ambas se da por la mañana el “Vuelo del Alba” a las siete y media de la mañana”, los “vuelos del traslado” a las once de la mañana” a los que sigue, a las doce el “Vuelo de Mediodía” y por la tarde, también en ambas es el volteo de campanas el que anuncia la procesión a la siete y media de la tarde.

No son estas las únicas fiestas en las que las campanas de nuestra Catedral se tocan manualmente marcándonos las fiestas litúrgicas de la Ciudad. Ellas vienen a recordarnos la importancia que tuvieron para los valencianos, y sus toques dependen directamente del Cabildo Catedral.

El año litúrgico podemos dividirlo en dos grandes ciclos, el llamado “Propio del Tiempo” que comprende los domingos y fiestas relacionadas con la vida de Cristo y que puede subdividirse en dos grandes ciclos, el Ciclo de Navidad y el Ciclo de la Pascua de Resurrección y el “Propio de Santos”, independiente del anterior e intercalándose en él, que se dedica a la Virgen Maria, a los Ángeles y a los Santos. El ciclo de Navidad, en el que se celebra de forma especial el misterio de la Encarnación del Señor, comprende no solo ésta sino también el periodo que le precede o adviento y el que le sigue en el que se rememora la circuncisión del Señor, la Epifanía, la presentación en el Templo y la fiesta del dulcísimo nombre de Jesús. Lo mismo pasa con el ciclo de la Pascua de Resurrección, en el que toma especial relevancia el misterio de la Redención, que abarca desde los 9 domingos anteriores a la pasión y muerte del Señor, la propia Pascua de Resurrección y la venida del Espíritu Santo hasta el Adviento, extendiéndose el Tiempo Pascual desde la propia Pascua al sábado siguiente a Pentecostés. En distintos momentos de este año litÚrgico, diferentes de los ya mencionados, las campanas de la Catedral nos acompañan, como lo hacían antaño, tocando manualmente.

Ciclo de Navidad
El ciclo de Navidad comienza cuatro semanas antes de la Navidad, con el periodo llamado de Adviento, y se extiende más allá de esta, y de la Epifanía, englobando en él la celebración de la Natividad, la circuncisión, la Adoración de los Magos, el Bautizo del Señor, la Presentación en el Templo y la fiesta del dulcísimo Nombre de Jesús. Veamos en este tiempo, cuando tocan manualmente nuestras campanas.
Período del Adviento
Recibe este nombre las cuatro semanas que preceden inmediatamente a la Navidad y que se extiende desde el primer domingo de adviento hasta el 23 de Diciembre. Adviento significa venida o llegada y responde a las ansias de los Patriarcas y Profetas por la venida del Redentor. Es tiempo de preparar el espíritu para celebrar la venida del Mesías, y en él la Iglesia nos pone ante los ojos no solo el deseo de los Patriarcas, sino también los espantos del Último tiempo. Las virtudes propias de este tiempo son: el deseo de la venida del Señor, el recogimiento del Alma y la penitencia. Ya se conocía la existencia de éste período litúrgico en el siglo IV, aÚn cuando se sabe que es anterior. En el rito mozárabe, asimilándolo a la Cuaresma, era de 40 días comenzando en la festividad de San Martín, de ahí el nombre de “Cuaresma de San Martín” con que se le conoció. Representa el comienzo del Año LitÚrgico y hoy comienza el domingo más próximo a San Andrés, por delante o por detrás, o este mismo día si este cae en domingo. Las campanas de la Catedral, suenan durante los cuatro domingos de Adviento, y lo hacen tocando “A Coro” a las nueve de la mañana en estos días, toque de oración que nos anuncia la misa obispal. El repique a medio día del tercer domingo de adviento o Domingo Gaudete se une a la alegría que en este domingo, cuyo nombre significa “gozaos”, nos inculca la iglesia, invitándonos al gozo espiritual ante la próxima llegada del Mesías, verdadero oasis en medio del tiempo de penitencia. Como periodo de oración y de penitencia no hay volteo de campanas en este tiempo, tan solo el repique de alegría del Domingo Gaudete.
Pascua de Navidad y Pascua de la Epifanía
Ya hemos visto como en estas dos importantísimas fiestas litúrgicas y no menos importantes fiestas civiles en nuestro entorno, es el Ayuntamiento de Valencia el que, por tradición, subvenciona los toques manuales de las campanas de nuestra Catedral. Sin embargo esto lo hacen en la víspera y en el día de la Pascua. Pero no olvida tampoco nuestra Catedral la importancia de sus octavas, volviendo a sonar manualmente las campanas anunciando la fiesta el día 1 de enero, octava de la Navidad, y día este en el que se celebra la Circuncisión del Señor y la víspera de la octava de reyes, en la que se celebra el Bautismo de Jesucristo, por San Juan Bautista en el Jordán. El día uno de Enero, día de la Circuncisión del Señor, también se le conoce como día de Santa María. Su fiesta data del siglo VI y recibió este nombre porque se celebró primero en Santa María Martyres, pero más tarde, cuando Gregorio IV edificó un pesebre en Santa María de Trastevere la fiesta nacional se trasladó allí, seguramente para conmemorar la Octava de Navidad en un lugar parecido al que nació Jesús. El día uno de Enero nuestras campanas nos indican que nos encontramos ante una fiesta importante tocando “A Coro” a las nueve y media de la mañana y con el repique de campanas del mediodía. El repique de campanas a las siete y media de la tarde la víspera del Bautizo del Señor nos anuncia la fiesta del día siguiente.
Ciclo de la Pascua de Resurrección
El ciclo comienza nueve semanas antes de la celebración de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo y se extiende hasta el domingo en el que la Iglesia celebra la Fiesta de Cristo Rey. Engloba ges tanto el período de preparación para la Pasión, remoto (Septuagésima, Sexagésima y Quincuagésima), próximo (Cuaresma) e inmediato (tiempo de Pasión), como la Semana Santa, la Pascua de Resurrección, la Ascensión del Señor, la Pascua de Pentecostés, y las festividades de la Trinidad, del Corpus con su octava, del Corazón Sacratísimo de Jesús y de Cristo Rey, final del año litúrgico. Veamos en este largo período de tiempo en que festividades tocan manualmente nuestras campanas o suena la matraca de la Catedral
Cuaresma, tiempo de Pasión, Semana Santa
En algunas iglesias consideraban que la Cuaresma se extendía durante las seis semanas previas a la Resurrección del Señor, incluyendo la Semana Santa. Incluía los 40 días de ayuno y oración previos a la resurrección del Señor, en recuerdo de los 40 días de ayuno de Jesús en el desierto.
La Cuaresma se estableció desde los primeros tiempos de la Iglesia, aún cuando no se reglamentaría hasta el siglo IV. En el siglo IX tenía ya fuerza de Ley en toda la Iglesia Latina, comenzando el Miércoles de Ceniza, ayunando seis días a la semana, todos menos el domingo, por lo que terminaba el Sábado de Gloria. Durante siglos no se admitió durante la época de Cuaresma la festividad de ningún santo, y esta sería la causa de que en España se negaran a celebrar la fiesta de la Anunciación el 25 de marzo, pasando en nuestra tierra a celebrarse el 18 de diciembre. Con el tiempo, tan solo se han respetado en este sentido de no celebrar fiesta de santos el Miércoles de Ceniza, la Semana Santa y los domingos de cuaresma. Hoy dentro de la Cuaresma podemos distinguir la cuaresma, propiamente dicha, que se extiende desde el Miércoles de Ceniza hasta el sábado anterior al domingo de Pasión, el tiempo de Pasión que va desde este último al sábado anterior al Domingo de Ramos, y la Semana Santa, la más grande y la más Santa, que comprende desde el Domingo de Ramos, al Sábado de Gloria, ambos inclusive.
La Semana Santa, Semana Mayor, Semana Penosa o Semana de Indulgencia, de siempre ha sido tenida por los fieles como la semana más santa del año, por los grandes misterios que en ella se celebran, y siempre fue la semana de mortificación y penitencia por excelencia. Comenzó a celebrarse en tiempos apostólicos primero en Jerusalén y más tarde en todo el mundo cristiano. La oración asidua y el ayuno y abstinencia más austeros la caracterizan. Desde los tiempos de Constantino ha sido tradicional el cierre de los tribunales de justicia y el conceder amnistía a ciertos presos, hecho éste que se mantuvo por los Reyes de España el día del Viernes Santo. Comienza la Semana Santa con uno de los domingos más solemnes del año, en el que se recuerda la triunfal entrada de Jesús en Jerusalén. Durante el lunes y martes se va recordando el misterio de la Redención exhortando al espíritu a ver en la cruz la salud, la vida y la resurrección, mientras que al llegar al Miércoles Santo la iglesia comienza el verdadero duelo por la muerte del Redentor, pues este es el día en que los escribas y fariseos deciden la muerte del Señor. Es el Jueves Santo uno de los días más solemnes para la Iglesia, es el día de los misterios, el día de la institución de los Sacramentos de la Eucaristía y del Sacerdocio. En recuerdo del Misterio de la Eucaristía, mediante el cual Cristo queda entre nosotros, en los templos en este día se erigen monumentos a ella, recuerdo de la gran solemnidad con la que en tiempos antiguos se celebraba en este día tan excelso Misterio. Es el día en el que Cristo lava los pies a sus discípulos, y el día en que Jesús es traicionado por Judas. El Viernes Santo revive el gran misterio de la Redención del hombre por la muerte del Señor. Es el día más grande y más santo del año. Es el día de la misericordia infinita de Dios, del amor ilimitado del Hijo del Hombre hacia la especie humana, es el día de las expiaciones pues con su muerte Jesucristo salva al género humano condenado por el pecado original, es el día por excelencia de la adoración de la Cruz. El sábado Santo es día de luto por la Muerte de Jesucristo, que precede al gran día de la Resurrección. En estos días en los oficios se leen los pasajes evangélicos de la Pasión, recorriendo los descritos por los cuatro evangelistas.
No podían dejar de marcarnos las campanas de la Catedral, con sus toques manuales, tan importantes momentos litúrgicos. El toque de campanas propio de esta época es un toque que invita a la oración, por ello manualmente se toca a “vigilia”, la víspera del Miércoles de Ceniza por la tarde, a las siete y media, el Martes de Carnaval, y a “Coro” el Miércoles de Ceniza a las siete de la tarde. Los domingos de Cuaresma, el Domingo de Ramos y el Jueves Santo se toca a “coro” a las nueve de la mañana. El Domingo Laetare, 4º de Cuaresma, oasis de alegría en este tiempo al toque a “Coro” se suma el repique de mediodía, como en Domingo de Ramos, también día de alegría pues se rememora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén las campanas repican a las nueve y media de la mañana y al medio día. El Jueves Santo, día grande en el que Cristo instituyó la Eucaristía al toque de “Coro” por la mañana se sumara el toque a “coro” a las siete de la tarde, seguido del repique a las siete y media. A partir de aquí las campanas enmudecerán en señal de duelo por la Pasión y Muerte del Señor, siendo sustituidas por las matracas en los oficios, tocándose estas durante el Viernes Santo a las nueve de la mañana y a las cuatro y media de la tarde y el Sábado Santo o Sábado de Gloria a las siete de la tarde. El Sábado Santo, día de luto, es a su vez víspera de la primera fiesta de la Iglesia, la de la Pascua de Resurrección, por ello, anunciando la importante fiesta las campanas voltearan en ese día a las ocho de la noche.
Tanto en la Cuaresma como en el tiempo de pasión o la Semana Santa, no voltean las campanas, a excepción hecha del Sábado de Gloria y esto en honor de la Resurrección del Señor. Es normal por tratarse de un tiempo de penitencia y meditación.
Domingo de Pascua
La Pascua de Resurrección, Pascua de Flores o Florida, es la fiesta más solemne y principal de los hebreos. Instituida por Moisés se celebraba por primera vez en Egipto, según la orden que el Señor le diera de celebrarla anualmente el día 14 del mes de Nisan, mes este que comenzaba con la luna de marzo y que debía ser el primero de los meses lunares. En esta fiesta se rememoraba el paso del Ángel Exterminador por Egipto dando muerte a los primogénitos de los egipcios y perdonando a los de los hebreos que hubieran marcado sus puertas con la sangre del cordero y el paso del Mar Rojo, símbolo de la independencia de éste pueblo. El Cordero Pascual, símbolo del Mesías que debía de venir para salvar al mundo, debía de tener más de 8 días y menos de un año, debía escogerse el 10 de Nisan y sacrificarse el 14 por la tarde, degollándolo y después de puesto al sol debía asarse y comerse entero, junto con los panes ázimos y las hierbas amargas, la noche siguiente, en una misma casa , sin quebrarle ningún hueso, y en disposición de marcha, debiendo teñir la puerta con su sangre. Mientras existió el Templo de Jerusalén el cordero solo podía inmolarse en el Templo, por los sacerdotes y no podía comerse fuera de Jerusalén. La Pascua se prolongaba a la octava. De las Pascuas que celebró Jesús en la Última comió el cordero la víspera de la Pasión, el 14 de Nisan, por ello la Pascua cristiana celebrada desde los primeros tiempos del cristianismo como la más grande de las fiestas, en memoria de la Resurrección del Señor, y con ella la esperanza en el mundo futuro, al principio se celebraba al tiempo de la Pascua judaica, de la que tomaría el nombre. Las campanas de nuestra Catedral no podían dejar de tocar manualmente ante tan magna fiesta, y lo hacen, como hemos visto en su víspera, con el volteo de campanas al caer la tarde y con el toque a “coro” a las nueve y media de la mañana y el vuelo de mediodía, el domingo de Pascua. De los tres días de fiesta que caracterizaban cualquier Pascua hoy en nuestra tierra se mantienen festivos dos el domingo y el lunes de Pascua. Fue esta fiesta importante y muy tradicional en nuestra tierra.
Víspera y fiesta de Pentecostés
La Pascua de Pentecostés, también llamada Pascua Granada era también celebrada por los judíos en memoria de las Tablas de la Ley que dio Dios a Moisés en el Monte Sinaí y se celebraba 50 días después de la Pascua del Cordero. La llamaban “Fiesta de las semanas”, por celebrarse siete semanas después de la Pascua y recordaba el nacimiento de la Religión Mosaica. Para los cristianos en ella se recuerda la Venida del Espíritu Santo, que sucedió 50 días después de la Resurrección del Señor y diez días después del jueves de la Ascensión del Señor a los Cielos en cuerpo y alma. Para los cristianos es la cuarta fiesta en importancia del año litúrgico y rememora el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles y discípulos del Señor reunidos en Jerusalén, eligiendo el día en que se reunían allí israelitas y prosélitos de todos los países, para que así pidieran ser testigos del triunfante nacimiento de la Iglesia Cristiana. Sobre las nueve de la mañana, hora tercia, nos dicen las Sagradas Escrituras se produjo un estruendo de improviso, que fue oído por toda la ciudad y excitó la curiosidad de sus gentes que acudieron al Cenáculo atraídos por el suceso, descendiendo el Espíritu Santo en forma visible de lenguas de fuego sobre cada uno de los moradores de aquella casa. También nos hablan las Sagradas escrituras de la transformación que sufrieron sus habitantes tras aquel prodigio. Todos hablaban en nombre de Dios, predicaban la misma doctrina y poseían el don de lenguas. Es pues, el día de la manifestación de la nueva Iglesia con carácter Universal, el día de la promulgación de la Nueva Ley y en ese día Pedro se nos manifiesta investido de su autoridad Pontificia. Nos cuentan que tras el primer sermón de Pedro unos 3.000 oyentes se convirtieron, cuando por entonces solo unos 120 pertenecía ya a la iglesia. Aún cuando la Iglesia por entonces ya estaba fundada es este día el día de su Consagración, cuyo natalicio se celebra en la Epifanía. Antiguamente esta festividad no tenía octava, pues era la conclusión del tiempo Pascual, pero posteriormente se instituyó dedicándose al Espíritu Santo. Aunque conocida esta fiesta en los primeros tiempos de la Iglesia, durante el primer siglo no se encuentran documentos que nos indiquen como se celebraba ni la solemnidad que tenía. Las campanas de la Catedral una vez más suenan ante fiesta tan importante para la Iglesia Universal y lo hacen repicando a mano en su víspera a las ocho de la noche y en el día de la fiesta tocando a “coro” a las nueve y con el “repique de mediodía”.
Víspera y fiesta de la Trinidad
El domingo siguiente al domingo de Pentecostés, la Iglesia celebra la fiesta de la Santísima Trinidad, día en el que la Iglesia parece quisiera descorrer el velo que oculta la vida íntima de Dios, que dando atónitos ante se incomprensible majestad: tres personas diferentes en un solo Dios. En ese día cantamos las obras de la Trinidad, manifestadas al hombre a través de la divina misericordia. Como en Pentecostés las campanas de nuestra Catedral anuncian la fiesta en la víspera repicando a las ocho de la noche y en el día de la fiesta tocan a “coro” a las nueve de la mañana y repican de alegría al mediodía.
Víspera del Corazón de Jesús
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se celebra el viernes siguiente a la Octava del Corpus. El mismo Jesús nos dio a entender que su divino Corazón era prenda segura de Salvación, cuando el 16 de junio de 1675 se le apareció a Santa Margarita María Alacoque, un día de la Octava del Corpus. La Iglesia celebra de forma especial el divino corazón del que León XIII diría que “en él se han de cifrar todas nuestras esperanzas”, y nuestra Catedral, haciéndose eco de la importancia litúrgica de esta celebración, no olvida repicar sus campanas en la víspera de la fiesta, para anunciar a todos los valencianos que ésta se avecina
Víspera y fiesta de Cristo Rey
La festividad de Cristo Rey cierra el ciclo litúrgico y esta se celebra el Último domingo de octubre. Esta fiesta fue instituida por Pío XI y en ella se proclama pública y solemnemente los derechos que tiene Jesucristo sobre los hombres y el mundo entero. Las campanas de nuestra Catedral se hacen eco de esta fiesta de Cristo Rey, final del año litúrgico, repicando en la víspera a las siete y media de la tarde y tocando a “coro” y “repicando” a las once y a las 12 de la mañana en el día de la fiesta.

Otras fiestas dedicadas al Señor, que no olvida nuestra Catedral, en sus toques manuales son:

Víspera de la fiesta de la Invención de la Santa Cruz
Tras la victoria de Constantino, a quien se le había aparecido la Cruz, su madre la emperatriz Helena fue a Jerusalén intentando encontrar la verdadera Cruz de Jesucristo, ya que durante el mandato de Adriano se había cubierto el calvario y el Santo Sepulcro de escombros, y allí mismo se había hecho construir un templo a Venus y erigir una estatua a Júpiter. Santa Helena, mandó derribar estos monumentos y cavando en el suelo encontró los santos clavos y la cruz que reconoció al tocar a una enferma que resucitó a su contacto. Dividió después el santo madero en tres trozos que llevó uno a Roma, y otro a Constantinopla, dejando el tercero en Jerusalén. Este Último fue sustraído por Heraclio, pero sería devuelto solemnemente a Jerusalén el 3 de Mayo del año 628. Este pues sería el origen de esta celebración. Y en Valencia las campanas de nuestra Catedral nos recuerdan que se aproxima esta entrañable celebración repicando la víspera de la fiesta, al caer la tarde.
Fiesta del Santo Cáliz
Entre las reliquias que posee nuestra Catedral, es el Santo Cáliz de la Cena, la más preciada. Su autenticidad ha sido reconocida recientemente por el propio Papa Juan Pablo II, que como a tal lo veneró durante su visita a Valencia. La tradición nos cuenta como llegó a nuestra Ciudad. Se admite que fue en casa del noble Chusa, segÚn el testimonio de San Lucas, donde el Señor celebró la Última Cena y en la que siguieron viéndose los apóstoles y discípulos tras la muerte del Señor, y en la que recibirían al espíritu Santo. Cuando aquellos partieron de Jerusalén para evangelizar el mundo se admite que sería San Pedro, cabeza visible de la Iglesia, el que se llevaría consigo tan preciada reliquia, llevándola a Roma donde, pasando de Papa en Papa, fue venerada con certeza hasta el año 258 en que Sixto II, en la octava persecución contra los cristianos, se la entregaría a San Lorenzo, su Archilevita y Tesorero, quien, para evitar que cayera en manos del tirano, la remitía a Huesca en el año 261, como se acredita por una carta que el Santo remitió a aquella iglesia en la que decía que aquel era el Cáliz del Señor y que lo había recibido de Sixto II. En Huesca permanecería hasta la invasión sarracena, en que el prelado de Huesca se refugiaba con todas sus reliquias en San Juan de la Peña, custodiándose allí durante 700 años hasta que solicitado al Abad de aquel monasterio por Martín I a él pasaba tras la intervención de San Vicente Ferrer y Benedicto XIII. Así pasaba el Santo Cáliz a la Corona de Aragón, en 1399, venerándose en el Palacio de la Aljafería durante 23 años, hasta que Alfonso V de Aragón, III de Valencia, llamado el Magnánimo, lo depositara en su Capilla del Palacio Real de Valencia. Desde entonces y hasta nuestros días nunca salió de Valencia. Cuando temió por la seguridad del Palacio Real ante la guerra con Juan II de Castilla, junto con otras reliquias lo dejó en depósito a los cabildos eclesiástico y secular guardándose en la sacristía de la Catedral y siendo donado definitivamente a esta, en su nombre, por su hermano el infante D. Juan el 18 de marzo de 1437. En nuestra Catedral se ha conservado y venerado desde entonces a excepción hecha de los años de la guerra civil en que fue sacado de ella y celosamente custodiado para evitar su profanación y destrucción, siendo devuelto después de la contienda de nuevo a su legítimo dueño, la Catedral de Valencia. En 1606, el Canónigo D. Honorato Figuerola, promovía solemnizar la fiesta del Santo Cáliz, que fue canónicamente constituida y celebrada en Valencia. La fiesta en algo reproducía la del Corpus Christi y nos cuenta Cruilles que todavía se celebraba los primeros años del siglo XIX, anteriores a la Guerra de la Independencia, en la que la custodia de plata que se construyera para llevarlo procesionalmente fue fundida y disminuidas las rentas destinadas a su celebración, con lo que quedó limitada la fiesta por tan especial reliquia. Las campanas de nuestra Catedral se hacen eco de esta celebración, tan entrañable para Valencia, tocando a “coro a las siete de la tarde y repicando a las ocho de la tarde en el día de la fiesta.
Víspera y Final de las 40 horas
Las cuarenta horas de adoración al Santísimo Sacramento vienen marcadas por el toque de nuestras campanas tanto en su víspera como al finalizar estas. El volteo de las campanas a las siete y media de la tarde en la víspera nos indica la alegría porque se acerca el momento de adorar a Dios en el santísimo Sacramento. El “coro y volteo” anunciándonos los vísperas solemnes nos hablan de que esta próximo a finalizar este periodo de oración.
Víspera del Cristo del Salvador
El Cristo del Salvador, patrono de Valencia, cuya devoción fue impulsada por San Vicente Ferrer, llegaba de forma milagrosa a nuestra tierra en una crecida del Túria sucedida en 1250. Vino aguas arriba hasta cerca del portal de la Trinidad, con dos luces en los brazos de la cruz, pero faltándole el brazo derecho, siendo rescatada del agua por los valencianos y depositada en principio en el antiguo palacio del Cid, inmediato en este punto a la muralla. Dos versiones hay de la llegada de la imagen a la Iglesia del Salvador donde se venera. Una de ellas nos dice que la imagen una vez rescatada fue llevada a la Catedral, pero que sin saberse como se trasladó a esta iglesia, entonces de San Jorge. La otra nos cuenta que por haber llegado a territorio de la feligresía de San Lorenzo fue reclamada por esta parroquia, pero que colocada sobre un mulo milagrosamente fue conducida a la iglesia de San Jorge, que cambio su nombre posteriormente por el del Salvador. Se piensa que este Cristo es uno de los que fabricó Nicodemus y que fue llevado posteriormente a Bérito (Beirut) al abandonar Jerusalén los discípulos del Salvador tras la destrucción de esta por Tito y Vespasiano. Por el año 766 la tenía un cristiano, que al cambiar de casa la dejo olvidada y entrando en aquella casa un judío descubriéndola la llevó a la Sinagoga, donde se dispusieron a hacer repetir en la imagen los tormentos de la Pasión, pero al ser lanceada en el costado salió de ella abundante sangre y agua, lo que los lleno de asombro y ante la curación de varios enfermos rociados con aquella sangre los movió a su conversión. El Obispo tomando la vasija que contenía la sangre la distribuyó por varias iglesias de Oriente y Occidente pidiendo que el día 9 de noviembre celebrasen la memoria de este prodigio con toda solemnidad. La imagen quedó colocada en un templo bajo la invocación del Salvador del mundo. En Bérito se veneró hasta que esta ciudad cayo en manos sarracenas, en que fue arrojada al mar, llegando como hemos dicho hasta Valencia. Las campanas de la Catedral no olvidan estos portentosos hechos, ni el patronazgo de Valencia por el Santo Cristo del Salvador, uno de sus más antiguos patronos, repicando manualmente las campanas en la víspera de su fiesta, el 8 de noviembre, a las siete y media de la tarde.
Ciclo propio de Santos
Independientemente del ciclo propio del Tiempo e intercalándose en él, transcurre el ciclo propio de Santos. Está dedicado al recuerdo de la Virgen María, de los ángeles y de los santos. En muchos de los días a ellos dedicados las campanas de nuestra catedral tocan manualmente, como hemos visto que sucede en la festividad de la Virgen de la Asunción, patrocinados por su cofradía, y las festividades de la Virgen de los Desamparados, San Vicente Mártir y San Vicente Ferrer, San José, San Jaime y la de San Donís, todas ellas de gran trascendencia en nuestra Ciudad. De la misma forma que hemos visto como el Ayuntamiento se hacía cargo, en el ciclo propio del Tiempo de los toques de la Nochebuena y Navidad, Reyes y Corpus Christi, fiestas todas ellas de importante participación ciudadana.
Pero aparte de los mencionados, también hay algunas festividades dentro de este ciclo propio de Santos, que aÚn no estando subvencionados ni por el Ayuntamiento ni por especiales cofradías, el toque manual de las campanas de la Catedral, estas suenan recordándonos, que en otra época tuvieron trascendencia en nuestra Ciudad. Esto es lo que pasa con las fiestas de la Inmaculada Concepción, la Candelaria, San Juan Bautista, San Pedro y San Pablo, San Lorenzo, Todos los Santos, y la víspera del aniversario del Arzobispo.
Víspera y día de la Inmaculada Concepción
La fiesta de la Inmaculada Concepción se celebra el día 8 de diciembre, en pleno período de adviento, siendo una celebración que fue muy importante en España y en Valencia en particular. Todos los hombres pecamos en Adán, pero Dios quiso que la madre del Hijo, nuestro Redentor, estuviera libre del pecado original., preservada de él por los méritos anticipados de su divino hijo. Este privilegio Único es el que se conmemora en este día y Valencia fue gran defensora del misterio de la Inmaculada Concepción. Clemente XIII concedió el Patronato de la Inmaculada a España y sus Indias, por ello en nuestra tierra esta fiesta adquirió rango de fiesta mayor, y ello nos lo recuerdan nuestras campanas tocando en la víspera y en la fiesta, nos lo recuerdan con el nÚmero de toques que a ella le dedican y con el volteo anunciador de la víspera. Nuestras campanas tocan a “coro y repique” a las cuatro y media de la tarde del día siete de diciembre para anunciarnos las vísperas y voltean ese mismo día a las siete y media de la tarde avisándonos que nos preparemos para celebrar la fiesta. El día de la fiesta vuelven a tocar a “coro obispal de dos paradas” anunciándonos la misa obispal, demuestran de nuevo su alegría en el “vuelo de mediodía” y aÚn por la tarde el toque a “coro y volteo” nos anuncia las vísperas solemnes. Son toques de Fiesta Mayor.
Víspera de la Purificación
El dos de febrero se celebra la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora, fiesta que los griegos llaman el encuentro del Señor. En el siglo VII seguía en importancia a la de la Asunción. La procesión con candelas que precede a la misa da a la fiesta el nombre de “Candelaria” y recuerda la subida de María y José a presentar en el Templo al Niño JesÚs. Es tradición guardar con devoción la candela bendecida para ponerla en manos de los moribundos y para encenderla durante las tempestades. Esta importante fiesta litÚrgica se recuerda repicando las campanas a las siete y media de la tarde de su víspera. En el barrio de Ruzafa esta antigua celebración reviste una especial solemnidad y participación ciudadana.
Víspera de San Juan Bautista
El 24 de junio se celebra el nacimiento de San Juan Evangelista. El Arcángel San Gabriel anunciaría a Zacarías que serían muchos los que se alegrarían del nacimiento de su hijo Juan. AÚn hasta entrado el siglo XX ésta festividad es una de las fiestas litÚrgicas que van acompañadas de jÚbilo popular y universal siendo famosa en nuestra tierra la noche de San Juan, noche misterioso. Esta fiesta que tuvo gran importancia en la Valencia Medieval y que se caracterizaba porque las gentes salían de las murallas para bañar sus pies en el mar y cenar y jugar alrededor de una hoguera, hoy ha perdido parte de su importancia, aÚn cuando en los Últimos tiempos vaya tomando mayor importancia. Juan fue en boca de JesÚs el mayor entre los nacidos de mujer y antorcha que resplandecía y ardía, preparó los caminos del Señor y este le honró recibiendo de él el Bautismo en el río Jordán y tomando de entre sus discípulos a sus primeros apóstoles. Valencia venera de forma especial a San Juan Bautista, al que tiene dedicada, junto a San Juan Evangelista, una de sus más antiguas e importantes parroquias de la Reconquista, y las campanas de nuestra Catedral al llegar su víspera nos anuncian la que fue importante fiesta de la Ciudad repicando al caer la tarde, a las ocho de la noche.
Víspera de San Pedro y San Pablo
El día 28 de junio la iglesia universal celebra la festividad de San Pedro Apóstol y San Pablo, los dos grandes santos que bajo el imperio de Nerón dieron su vida por Jesucristo en el mismo día, Pedro bajo crucifixión, con la cabeza boca abajo, por no creerse digno de morir como el Señor, y Pablo, el Doctor de las gestes, bajo la espada del verdugo. Roma fue consagrada, segÚn cantan las segundas vísperas de ese día con la sangre de estos dos príncipes de la Iglesia, lo que la hizo la ciudad más bella del mundo para los cristianos. También en Valencia, como en el mundo cristiano entero, fueron muy celebrados los dos santos mártires, como nos lo demuestran las campanas de nuestra Catedral repicando en la víspera manualmente, a las ocho de la tarde, para recordarnos que se avecina una gran fiesta.
San Lorenzo
San Lorenzo de origen español, generalmente admitido que nació en Huesca, aÚn cuando hay quien lo hace nacido en Valencia es uno de los Santos que más predicamento ha gozado en nuestra Ciudad. En el día de su fiesta se realizaba la procesión general y todavía un pozo que existía al lado de Santa Catalina se cree pertenecía a lo que fue su casa. También una de nuestras parroquias de la Reconquista se puso bajo la advocación del Santo español. San Lorenzo fue el primero de los siete diáconos de la iglesia romana en tiempo de Sixto II, del que fue su tesorero. Su atroz Martirio fue popularizado por los versos de Aurelio Prudencio, siendo uno de los más celebres del Martirologio. Habiéndole intimidado el Prefecto de Roma para que le entregara los tesoros de la Iglesia, de los que era su guardián, Lorenzo hizo desfilar ante su presencia un sin nÚmero de lisiados y harapientos que estaban socorridos por la iglesia, manifestándole que ellos eran los bienes de la Iglesia, por lo que el tirano lo hizo asar en una parrilla. Moría pocos días después que fuera degollado Sixto II, el cual le había encomendado la custodia, entre otras reliquias, del Santo Cáliz. Viéndose en peligro de muerte San Lorenzo hizo trasladar el Cáliz de la Cena a Huesca, acompañándolo de una carta suya en la que reconocía su autenticidad, a fin de preservarlo de ser encontrado en Roma, profanado y destruido. Valencia siempre tuvo gran devoción al Santo Mártir y la Ciudad le dedicó una de sus fiestas importantes. Como recuerdo de la importancia que la devoción a San Lorenzo adquirió en nuestra y tierra nos queda el toque de campanas en el día de su fiesta, reservando para este día el toque de “Re pret”, a las seis de la tarde, que consiste en la acción de revisar y apretar los pernos de las campanas, por los campaneros de la Catedral de Valencia, el día de San Lorenzo, antes de voltearlas.
Víspera y fiesta de Todos los Santos
El día uno de noviembre la Iglesia Universal celebra la fiesta de todos los Santos. Esta fiesta se remonta al año 610, en que Bonifacio IV dedicó el antiguo Panteón a Santa María y a los mártires. Más tarde se extendió a todos los bienaventurados. Ellos nos invitan a que los sigamos para poder alcanzar la gloria eterna y podamos decir con ellos, cantando, algÚn día, “Bendición y Gloria y Sabiduría y acción de gracias, honor y poderío y fortaleza a nuestro Dios, por siglos infinitos”. Esta entrañable festividad es recogida por la Catedral de Valencia tocando manualmente sus campanas en la víspera y en la fiesta. En la víspera lo hace repicando a las siete y media de la tarde para anunciarnos la proximidad de la fiesta. En el día de la fiesta con el toque a “coro” que precede a la misa obispal y el “repique” de mediodía, en señal de alegría.
Víspera del Aniversario del Arzobispo
El día siete de enero se celebra la víspera del aniversario del Arzobispo. En el aniversario de los difuntos se repite en el introito de la misa, la Última oración que la Iglesia deja caer sobre los cuerpos muertos de sus hijos, pidiendo a Dios que los saque de los tormentos purificadores en que están y los lleve a la dicha eterna de la Gloria, mientras la epístola nos enseña lo conveniente de la oración por los difuntos fundamentada en la palabra revelada y en el dogma de la resurrección de los cuerpos y el Evangelio proclama la necesidad de estar unidos a Cristo, para poder participar del triunfo de JesÚs sobre la muerte mediante su gloriosa resurrección. El toque a muerto de la víspera nos avisa que llega el momento de orar por su alma.

María Ángeles GONZÁLEZ GUDINO
Valencia (2003)

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