LLOP i BAYO, Francesc - Curso de toques de campanas en Aragón (4)

Aprenda a tocar campanas al estilo de Aragón (4)

Tiempo anual: domingos, festivos y grandes fiestas

El ciclo diario no era más que una adaptación a dos grandes ciclos, ambos relacionados entre sí y siempre dependientes de los ritmos naturales: el ciclo semanal y el anual. De acuerdo con lo dicho antes, la víspera de los domingos se tocaba anunciando la fiesta. También se recordaba la víspera (y la fecha) de los días de fiesta, con al menos tres o cuatro graduaciones:
  • domingo
  • festivo menor o de segunda clase
  • festivo mayor o de primera clase
  • festivo extraordinario
En el primer caso repicaban las campanas; en el segundo bandeaba la menor, y para la primera clase bandeaba la campana mayor (Pascua, Navidad, Pentecostés). En los casos extraordinarios (Corpus Christi, la fiesta del pueblo) tocaban todas las campanas según la costumbre local: si había dos campanas, estas tocaban alternadas; si había tres o más las mayores bandeaban y las menores repicaban, y, sobre todo, siguiendo el modelo zaragozano, la campana mayor bandeaba sola, mientras las otras repicaban, sirviendo de acompañamiento.

Dos o tres toques: el tiempo tradicional

Hemos visto, por tanto, que los toques de campanas reflejaban y construían el tiempo de la comunidad. La existencia de los toques marcaba una forma digamos circular, repetida, de concebir el tiempo. Por otro lado, ese tiempo "exacto" era el tiempo de la comunidad, el tiempo de la jornada, de la vida activa. Uno de los indicios de cambio de medir el tiempo consiste en el número de toques para llamar a los actos, sobre todo la misa de los domingos. Recordemos que en los pueblos de Aragón, sobre todo, era usual hacer dos toques diferenciados: un primer repique (o repique + bandeo + repique, según la festividad), seguido de unos golpes regulares de una campana, generalmente la menor. El toque finalizaba ahí, sin "primer aviso", y era interpretado, muy a menudo, por el propio sacristán. Se hacía "un rato antes de la misa": más o menos quince o veinte minutos. Luego había otro toque más, "las campanadas", interpretado a menudo con la campana mayor: una docena de golpes regulares que marcaban que el acto estaba empezando. Estas "campanadas" se solían tocar con una soga desde la misma iglesia, y lo solían hacer los monaguillos. Por tanto: aviso previo, indicando la categoría del acto, y otro toque marcando el principio. Asociado a los relojes, es decir a la concepción del tiempo regular, aparecen "los tres toques": media hora, un cuarto de hora y a la hora de empezar, sin que, necesariamente coincida con el principio del acto. Se trata por tanto de dos maneras diferentes de concebir el tiempo.

Toques de muerto: la comunidad reflejada

Los toques de difuntos eran tristes, no tanto por su forma, sino por su contenido: en algunos lugares eran más rápidos y creativos que los propios toques de fiesta. Lo que les daba tristeza era su utilización, anunciando inmediatamente una defunción (aún se hace en los pueblos pequeños) y marcando el tiempo de muerte, es decir tocando tras el toque de oración tres veces al día, mientras que el difunto permaneciese sin enterrar. Los toques servían, sobre todo, para reproducir la estructura comunitaria: se tocaba distinto según el sexo, la edad y la categoría social, o sea más para hombres que para mujeres, más para adultos que para niños y más para ricos que para pobres. Así era normal encontrar dos clases de parvulicos, ángeles, mortijuelos, infanticos… u otros nombres para los niños bautizados y que no habían tomado la Comunión (que solían morir por docenas en los peores meses del verano) distinguiendo o no el sexo. Había luego tres, cuatro o incluso siete clases de toques de difuntos: primera, segunda, tercera… La última clase se tocaba muy rápida, ya que era gratuita, "por amor de Dios". Pero los toques más importantes eran para las dignidades eclesiales: Papa, Arzobispo, Párroco. Sólo el Rey era asimilado al Papa; a los demás se les tocaba como "civiles", distinguiendo el sexo (por lo general tres golpes de varias campanas para los hombres, dos para las mujeres) y, a veces, la pertenencia a uno u otra cofradía, y por tanto la adscripción social. Preguntando una vez al campanero de Iglesuela sobre los toques de difuntos y los de bodas contestaba que en Aragón no era costumbre tocar a los últimos, ya que era un "asunto privado", mientras que la muerte de alguien afectaba a la comunidad. Tampoco había costumbre en Aragón tocar a bautizos, como en otros lugares.

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    © LLOP i BAYO, Francesc (1998)
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    Actualización: 25-04-2024
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