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© Vida Nueva Digital (2017) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 19-04-2024 |
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El arzobispo Sócrates Villegas ordena tocar 15 minutos al día durante tres meses todas las campanas en protesta por la política represiva del presidente
“El país está en el caos”, denuncia, mientras el cardenal Tagle se ofrece para impulsar el diálogo y acabar con los asesinatos masivos de drogadictos
El arzobispo filipino Sócrates Villegas ha decretado que las campanas de todas las iglesias de su diócesis tañan durante 15 minutos al día durante los próximos tres meses en protesta por el alarmante incremento de muertes de sospechosos de delitos de droga a manos de la policía, en una campaña de “limpieza” ordenada en julio de 2016 por el presidente del país, Rodrigo Duterte.
El arzobispo de Lingayen-Dagupan, en la provincia de Pangasinan, pretende con esta medida, leída en todos los templos de su jurisdicción, despertar a una ciudadanía “que se ha vuelto cobarde para expresar su ira contra el mal”. “¿Por qué ya no nos horrorizan el sonido del arma y la sangre fluyendo en las aceras? ¿Por qué nadie está furioso por las drogas traídas de China?”, se pregunta el arzobispo, en alusión a un importante cargamento de estupefacientes que logró pasar por los puertos de Manila, donde trabajan agentes de aduanas nombrados por Duterte, según informa El Nuevo Herald.
La decisión del arzobispo se anunció después de que la policía filipina matara a 80 sospechosos de consumir o traficar con drogas en la zona metropolitana de Manila y la cercana provincia de Bulacan en apenas tres días a mediados de este mes. Fueron los días más violentos desde el inicio de la campaña del presidente Duterte en julio del año pasado, que se ha cobrado hasta el momento más de 5.000 vidas.
“El sonido de las campanas es un llamamiento contra estas muertes”, se lee en el comunicado de Villegas, en el que también se afirma que “el país está en caos”. “El agente que mata es recompensado y el muerto carga con la culpa. Los cadáveres ya no pueden defenderse de acusaciones de que ‘contraatacaron’”, según continúa el pastor, de 57 años.
Es tal la deriva provocada por esta campaña presidencial que el pasado 19 de agosto, el cardenal arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle, abordó también este tema en un comunicado, en el que se ofrece para impulsar el diálogo sobre el problema de las drogas con el Gobierno, las familias de las víctimas y organizaciones no gubernamentales y médicas.
“El problema de las drogas ilegales no debe reducirse a una cuestión política o penal. Es una preocupación humanitaria que nos afecta a todos. La Arquidiócesis de Manila estaría dispuesta a albergar ese diálogo multisectorial”, se lee en la declaración institucional.
“Llamamos a la conciencia de quienes fabrican y venden drogas ilegales para detener esta actividad. Llamamos a la conciencia de aquellos que matan incluso a los desamparados, especialmente a aquellos que se cubren el rostro con sombreros, para dejar de desperdiciar vidas humanas”, señala el purpurado.
Tagle pide, igualmente, visibilizar a las víctimas de las drogas, pero también de estos asesinatos incontrolados. “Para comprender mejor la situación, no solo necesitamos estadísticas, sino también historias humanas. Las familias con miembros que han sido destruidos por las drogas ilegales deben contar sus historias. A las familias con miembros que han muerto en la guerra contra las drogas, especialmente a los inocentes, se les debe permitir contar sus historias. Los drogadictos que se han recuperado deben contar sus historias de esperanza. Que sus historias sean contadas, que sus rostros humanos sean revelados”.
La campaña de Duterte ha concitado la crítica de muchas naciones, aunque se encontró con los elogios del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien, en una transcripción filtrada de una llamada telefónica elogió al líder filipino por “un trabajo increíble en el problema de las drogas”, según informó Los Ángeles Times.
El presidente filipino, que gobierna el país desde junio del año pasado, ha comparado su represión en Filipinas con el Holocausto, diciendo que le gustaría tratar a los drogadictos de la misma manera en que la Alemania nazi trataba a los judíos.
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