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© El Mundo (2015) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 19-04-2024 |
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Los medios de comunicación han dedicado bastante atención, amplificada con todo tipo de comentarios en las redes sociales, al ruido o sonido, según la percepción de partidarios o detractores, causado por las nuevas campanas de la iglesia de San Gonzalo en su entorno, después de que la portavoz adjunta del grupo municipal de IU, Eva Oliva, difundiera una nota de prensa en la que denunciaba la supuesta contaminación acústica causada por su volteo.
Sonoras polémicas de este tipo no son nuevas en la ciudad, cohetería de la salida de las hermandades del Rocío aparte. Hace siete años, un promotor de Iniciativa Sevilla Abierta aprovechó el documento fundacional del movimiento cívico para emitir una queja similar sobre las campanas de la Giralda, que llevaban repicando desde 400 años antes de que el quejumbroso se instalara a vivir justamente en su radio de sonido.
Resalta tanta preocupación sobre la presunta contaminación acústica de las campanas de San Gonzalo, convertidas en símbolo de una batalla con trasfondo ideológico, y que en paralelo no haya suscitado mayor interés e inquietud la contaminación atmosférica revelada por Ecologistas en Acción tras dispararse, por efecto de las sucesivas olas de calor, los niveles de ozono troposférico en la ciudad sin que las administraciones públicas avisaran a los ciudadanos ni adoptaran medidas de choque pese a lo dispuesto en la ley.
El umbral máximo permitido se ha superado en ocho ocasiones y en seis de las ocho estaciones medidoras: Torneo-La Cartuja, Santa Clara, Los Bermejales, Centro, Alcalá de Guadaíra y Dos Hermanas.
El ozono es una sustancia extremadamente oxidante que a partir de cierta concentración en la atmósfera deja de convertirse en un escudo protector y afecta negativamente a la salud de los seres humanos, especialmente a los grupos de riesgo como ancianos, niños y personas con enfermedades respiratorias, pero aquí lo único preocupante es el repique de las campanas de San Gonzalo, no la contaminación que inhalamos.
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