CASQUERO, M. - Las campanas lanzan el lenguaje más universal, el de la sencillez del pueblo

Las campanas lanzan el lenguaje más universal, el de la sencillez del pueblo

Desde los campanarios de la mayor parte de la provincia se pidió este pasado miércoles al mediodía por la España Rural. El campanero José Antonio Guerra reflexiona al respecto.


CASQUERO, M.

Con motivo de conmemorarse el pasado 31 de marzo el segundo aniversario de la gran manifestación realizada en Madrid sobre la despoblación en los núcleos rurales del país, la Coordinadora de Plataformas y colectivos que aglutinan la España Vaciada, a la que se sumó la asociación de campaneros zamoranos, organizaba una serie de actividades como fue el repique de campanas en toda España al mediodía del miércoles con el fin de reclamar un reequilibrio de servicios y de infraestructuras para los habitantes de la España Rural, Despoblada y Vaciada.

Uno de los más avezados campaneros y miembro de la asociación cultural de campaneros zamoranos, José Antonio Guerra, amante de la tierra que le vio nacer, de Santa Cristina de la Polvorosa, sabe como el que más del lenguaje de estos instrumentos sonoros que han venido convocando, a través de la historia, a los vecindarios a reuniones de todo tipo.

José Antonio Guerra resalta la labor de la asociación de campaneros zamoranos por recuperar un oficio y una tradición, una cultura popular arraigada en las raíces más genuinas del pueblo, la del campanero. E

Con motivo de conmemorarse el pasado 31 de marzo el segundo aniversario de la gran manifestación realizada en Madrid sobre la despoblación en los núcleos rurales del país, la Coordinadora de Plataformas y colectivos que aglutinan la España Vaciada, a la que se sumó la asociación de campaneros zamoranos, organizaba una serie de actividades como fue el repique de campanas en toda España al mediodía del miércoles con el fin de reclamar un reequilibrio de servicios y de infraestructuras para los habitantes de la España Rural, Despoblada y Vaciada.

Uno de los más avezados campaneros y miembro de la asociación cultural de campaneros zamoranos, José Antonio Guerra, amante de la tierra que le vio nacer, de Santa Cristina de la Polvorosa, sabe como el que más del lenguaje de estos instrumentos sonoros que han venido convocando, a través de la historia, a los vecindarios a reuniones de todo tipo.

José Antonio Guerra resalta la labor de la asociación de campaneros zamoranos por recuperar un oficio y una tradición, una cultura popular arraigada en las raíces más genuinas del pueblo, la del campanero. Este colectivo cultural con cinco años de vida y que surgió originalmente como animación de fiestas y de las bodas cuenta en la actualidad con más del centenar de socios llevando sus enseñanzas del toque de las campanas por toda la provincia. Incluso han constituido una escuela de campaneros que cuenta ya con una nutrida representación de savia joven. «Queríamos hacer ruido para que nuestros pueblos se oigan, hacer de altavoz de la España rural», justifica José Antonio Guerra la participación de los campaneros zamoranos en la convocatoria. «Realizamos este día un repique de campanas, un toque de fiesta que tienen todos los pueblos».

Este clamor de la España Despoblada demandando ese reequilibrio de servicios e infraestructuras llegaba hasta las mismas puertas del Congreso de los Diputados con un campanario portátil y una gran campana para que se oyera en el foro más señero, en el de la sede popular.

El campanero que antiguamente recibía un salario y compartía su actividad como sacristán mayor es un oficio ya perdido, pero no así su esencia, la de la sencillez humana del pueblo. El campanero se hacía pregonero convocando a los vecinos con ocasión de «algún acontecimiento que iba a ocurrir», señala José Antonio Guerra a la par de explicar los numerosos tañidos.

Desde el toque de queda a los diferentes repiques

De actualidad está el toque de queda en el que actualmente se halla inmerso el país como una de las medidas restrictivas para luchar contra una enfermedad, la COVID-19. Si ahora se hace a base de decreto y su divulgación se realiza a través de los medios de comunicación, antaño lo era a través del sonido de las campanas obligando al vecindario a encerrarse en sus casas. De ahí viene la expresión toque de queda.

El campanero José Antonio Guerra explica los diferentes toques y repiques campaniles como el que convocaba a los feligreses a Misa Mayor o Misa Pequeña, o si es de funerales, en los que los matices y lenguaje serían diferentes si se trataba de un varón que había fallecido o si era una mujer del pueblo, así como si era un niño o una niña, el que señalaba la hora del entierro, si se convocaba a una misa de aniversario o también denominada «misa de cabo de año». Sonidos diferentes los transmitidos a los cuatro vientos desde el campanario para señalar el toque de Ánimas, la administración del Viático o el toque de tentenube para avisar de la llegada de una tormenta. Ni que decir tiene el repique propio ofrecido a algún santo.

El maestro campanero era el mejor pregonero para anunciar la fiesta o el ruido de los truenos, tocar a festejo o a fuego. Incluso alertar a los vecinos en el caso de inundaciones.

Un lenguaje que se hacía universal desde las alturas para convocar a la «vacada», guiar al el ganado hasta los pastos comunales.Hasta la ubicación del territorio tenía sonidos diferentes. Toques de campanas para convocar al pueblo a la facendera o la yera, si se trataba de los pastos de arriba o los de abajo.

Y , claro está, el toque del mediodía, el del Ángelus que, además, como refiere José Antonio Guerra, servía de orientación para los que se encontraban en el campo, así como a los transeuntes que se desplazaban de un pueblo a otro. Ah! y toques al uso para avisar que había llegado el Recaudador del Conde para pagar los diezmos.

Toda una amalgama de sonidos que compendian un tratado de comunicación lanzado a los cuatro vientos por los sonidos de los instrumentos de bronce, las campanas.

Foto y texto: M. A. Casquero / Benaventedigital.es

ste colectivo cultural con cinco años de vida y que surgió originalmente como animación de fiestas y de las bodas cuenta en la actualidad con más del centenar de socios llevando sus enseñanzas del toque de las campanas por toda la provincia. Incluso han constituido una escuela de campaneros que cuenta ya con una nutrida representación de savia joven. «Queríamos hacer ruido para que nuestros pueblos se oigan, hacer de altavoz de la España rural», justifica José Antonio Guerra la participación de los campaneros zamoranos en la convocatoria. «Realizamos este día un repique de campanas, un toque de fiesta que tienen todos los pueblos».

Este clamor de la España Despoblada demandando ese reequilibrio de servicios e infraestructuras llegaba hasta las mismas puertas del Congreso de los Diputados con un campanario portátil y una gran campana para que se oyera en el foro más señero, en el de la sede popular.

El campanero que antiguamente recibía un salario y compartía su actividad como sacristán mayor es un oficio ya perdido, pero no así su esencia, la de la sencillez humana del pueblo. El campanero se hacía pregonero convocando a los vecinos con ocasión de «algún acontecimiento que iba a ocurrir», señala José Antonio Guerra a la par de explicar los numerosos tañidos.

Desde el toque de queda a los diferentes repiques

De actualidad está el toque de queda en el que actualmente se halla inmerso el país como una de las medidas restrictivas para luchar contra una enfermedad, la COVID-19. Si ahora se hace a base de decreto y su divulgación se realiza a través de los medios de comunicación, antaño lo era a través del sonido de las campanas obligando al vecindario a encerrarse en sus casas. De ahí viene la expresión toque de queda.

El campanero José Antonio Guerra explica los diferentes toques y repiques campaniles como el que convocaba a los feligreses a Misa Mayor o Misa Pequeña, o si es de funerales, en los que los matices y lenguaje serían diferentes si se trataba de un varón que había fallecido o si era una mujer del pueblo, así como si era un niño o una niña, el que señalaba la hora del entierro, si se convocaba a una misa de aniversario o también denominada «misa de cabo de año». Sonidos diferentes los transmitidos a los cuatro vientos desde el campanario para señalar el toque de Ánimas, la administración del Viático o el toque de tentenube para avisar de la llegada de una tormenta. Ni que decir tiene el repique propio ofrecido a algún santo.

El maestro campanero era el mejor pregonero para anunciar la fiesta o el ruido de los truenos, tocar a festejo o a fuego. Incluso alertar a los vecinos en el caso de inundaciones.

Un lenguaje que se hacía universal desde las alturas para convocar a la «vacada», guiar al el ganado hasta los pastos comunales.Hasta la ubicación del territorio tenía sonidos diferentes. Toques de campanas para convocar al pueblo a la facendera o la yera, si se trataba de los pastos de arriba o los de abajo.

Y , claro está, el toque del mediodía, el del Ángelus que, además, como refiere José Antonio Guerra, servía de orientación para los que se encontraban en el campo, así como a los transeuntes que se desplazaban de un pueblo a otro. Ah! y toques al uso para avisar que había llegado el Recaudador del Conde para pagar los diezmos.

Toda una amalgama de sonidos que compendian un tratado de comunicación lanzado a los cuatro vientos por los sonidos de los instrumentos de bronce, las campanas.

Foto y texto: M. A. Casquero / Benaventedigital.es

CASQUERO, M.

Zamora 24 horas (02-04-2021)

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    Actualización: 28-03-2024
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