| Fecha de construcción |
ss. XV, XVI y XVIII. |
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Autor |
Martín de Gaínza (1550ca), Hernán Ruiz “el Joven”(tercer cuarto del s. XVI) y Miguel Ruiz (1755-1777 |
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Descripción |
La iglesia tiene su origen en un templo medieval, reformado en el siglo XV y XVI. Experimentó numerosas reformas y ampliaciones en el siglo XVIII. A los pies se levanta la portada principal compuesta por un gran arco abocinado que sustenta la torre campanario. Es obra fechada a mediados del siglo XVI y atribuida al maestro cantero de origen vizcaíno Martín de Gaínza, aparejador de las obras de la Catedral de Sevilla entre 1529 y 1556.
Sobre el frontón de la portada se levantan los cuatro cuerpos escalonados de la torre. Los dos inferiores están atribuidos al arquitecto Hernán Ruiz “el Joven” (tercer cuarto del siglo XVI). El segundo cuerpo fue el antiguo cuarto de campanas. Como consecuencia del terremoto de Lisboa (1755) la torre resultó seriamente dañada. En las obras de reparación se decidió aumentar su altura con dos nuevos cuerpos escalonados de estilo barroco, diseñados por el arquitecto local Miguel Ruiz. Las obras finalizaron en 1777. El tercer cuerpo desde entonces se convirtió en el nuevo cuarto de campanas. En el cuerpo superior se ubicaron la campana del reloj y la matraca.
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Protección |
Bien: Iglesia Parroquial de Santa María de la Mesa o de la Asunción
Comunidad Autónoma: C.A. Andalucía
Provincia: Sevilla
Municipio: Utrera
Categoría: Monumento
Código: (R.I.) - 51 - 0004340 - 00000
Registro: (R.I.) REGISTRO BIC INMUEBLES: Código definitivo
Fecha de Incoación: 05-07-1977
Fecha de Declaración: 20-02-1979
Fecha Boletín Declaración: 09-04-1979
Disposición: REAL DECRETO
Matiz: DECLARADOS CC.AA. ANTES L/85 |
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Campanas |
La iglesia cuenta con un conjunto de campanas característico de una parroquia grande del arzobispado de Sevilla. El conjunto podemos dividirlo en tres grupos según su función: una campana de señales (“El Morterete”), una campana del reloj y ocho campanas litúrgicas. La campana de señales, la más antigua de todas (1700), se encuentra en una espadaña sobre la sacristía. La campana del reloj cuelga en el interior del último cuerpo de la torre. En el tercer cuerpo de la torre se encuentran las ocho campanas litúrgicas que, siguiendo la organización típica sevillana, se dividen en campanas grandes fijas y el resto “de vuelta”, es decir, de volteo, pero que en ocasiones también pueden ser tocadas a badajo. Según su tamaño y función reciben diferente clasificación, acorde con su escalafón y relación dentro del conjunto. Las campanas fijas, las de mayor tamaño, reciben el nombre de campana Mayor (“la Gorda” o Santa María) y campana Segunda (Santa Bárbara). El resto de campanas, “de vuelta”, se clasifican según su tamaño en esquilones grandes (Santo Domingo y San Rafael), esquilones medianos (San Juan Bautista y San José) y esquilas (Santa Catalina y “la Esquila”). La campana de señales constituye una categoría aparte. Por su tamaño y menor relevancia dentro del escalafón, recibe la denominación “Morterete”, localismo alusivo a una pequeña campana o cimbalillo de tres asas. La campana del reloj, por su tamaño, es clasificada como un esquilón grande.
Los yugos son un excelente exponente de la tradición campanera de la antigua archidiócesis sevillana. Las campanas fijas se ubican en el interior del cuarto sujetas con grandes tirantas de hierro. Las campanas “de vuelta” presentan un tipo de yugo apropiado para el volteo con cuerda. Constan de un eje de hierro de forja, de forma curvada, que suele atravesar el asa central de la campana. Sus extremos apoyan sobre sendas piezas de bronce acanaladas que se encuentran ensambladas en tacos de madera.
El yugo, propiamente dicho, también llamado brazo o brazos, es la pieza de madera en la que se inserta el eje y que sirve de base al contrapeso. En el lado derecho tiene una argolla en la que se ata la cuerda. Los esquilones grandes tienen otra argolla en el brazo izquierdo. La parte superior de los extremos suele presentar un resalte, denominado “orejuela”, cuya función es recoger la cuerda en el volteo e impedir que ésta se salga y “encarruche” entre el muro y el extremo del yugo.
Sobre el brazo descansa la cabeza que contrapesa el metal. Se compone de varios tacos de madera ensamblados con pares de rejones. Su tamaño y volumen varía según el peso de la campana, la altura y la anchura del ventanal. Presentan un diseño variado.
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Toques tradicionales de campanas |
En La singular historia de las campanas de Utrera. Tratado de repiques y tañidos de José Giráldez Sousa (2003) queda fijado todo lo relativo al toque tradicional de campanas en Utrera; por tanto, a él nos remitimos para conocer el amplio repertorio de toques conservado hasta la década de los sesenta del siglo pasado.
Destacan por su brillantez los toques según la clase litúrgica basados en el repique (volteo) de las campanas “de vuelta” y el toque a badajo de las campanas grandes. El número de campanas que intervienen en cada toque depende según el escalafón de la clase, a mayor rango, mayor numero de campanas. Se distinguen los repiques de Primera Clase (llamados también repiques gordos o grandes), de Segunda Clase (también denominados “repiques llanos”), de Domingo Tercero (todos los domingos tercero de mes la Cofradía Sacramental celebraba una procesión claustral con el Santísimo), de Domingo y de Feria Mayor (en algunos días de la Cuaresma y la Semana Santa). Los repiques de primera clase consistían en el toque de la Gorda y la Segunda mientras volteaban todas las campanas. En los de Segunda Clase solo volteaban las esquilas medianas (San Juan y San José) y las esquilas (Santa Catalina y “la Esquila”) mientras que acompañaban con el badajo la Segunda y el San Rafael. Los de Domingo Tercero eran como los de segunda clase pero sumando el Santo Domingo a las de golpe. En los repiques de Domingo volteaban las esquilas y acompañaban como campanas de golpe la Segunda y el San Rafael. Estos repiques según clase eran tocados en las Vísperas, después de algunos toques de oración y para convocar a la misa mayor de estas festividades, precedidas en algunos casos por el toque a “capellanes”, realizado con las esquilas y el toque a Nona.
Es conocida la arriesgada maniobra realizada por los campaneros para impulsar la campana una vez que ha terminado de voltear hacia dentro. En ocasiones los campaneros dejan con su peso la campana “en balanza” asomados al vacío.
Junto a estos toques existía un amplio repertorio diario: toque del Alba, Misa Ordinaria, Misa Mayor, de Alzar, Ángelus, Plegaria de las tres de la tarde, de Oración, de Ánimas, de Queda, de Salve. Otros toques se limitaban a circunstancias concretas: toque de Majestad (Viático), de Sermón, de Rogativas, de Rebato, de fuego y de auxilio.
Los toques de difunto constituyen un amplio capítulo del repertorio. En los entierros ordinarios se distinguían cuatro clases. En los de primera clase se tañían con el badajo cinco campanas (la Segunda, los esquilones grandes y los medianos). Los entierros de párvulos se volteaban las esquilas mientras se alternaban golpes a la Segunda y al San Rafael. Existían otros tipos de toques de difuntos extraordinarios (Papa, Sacerdote, personaje o el día de los fieles difuntos) en los que intervenía como campana de golpe la Gorda junto a la Segunda. En algunas ocasiones también intervenía el San Rafael. Junto a éstas se “campaneaba” (balanceaba) el esquilón San Juan.
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AutorGIRÁLDEZ SOUSA, José [La singular historia de las campanas de Utrera. Tratado de repiques y tañidos, Sevilla.] (2003) |
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