Rexuerdos, personajes, historia del Altar del Mocadoret

Al meu net vasc, Mauro LIop Miguel per a que també vullga a la terra valenciana i a sons pares Susi i Xavier.

Si, a t( Mauro, va mi pensamiento y dedicatoria, tu padre por el tiempo te explicará cómo y cuando él queda unido a esta fiesta de San Vicente Ferrer del “Mocadoret” y más adelante espero —si Deu vol—, llevarte junto con tus padres a vivir durante unos días la alegría de esta barriada de la Tapinería. Y no olvides de atarte bien las alpargatas para correr las tracas del mediodía y si eres madrugador disparar los petardos en la amanecida de la fiesta.
A Rafael Ortiz y Carmen Monsell les veo aún. La vida que hacíamos por esta barriada de los entornos de la iglesia de Santa Catalina nos sitúa allá por 1928 cuando primero empezamos a trabajar en la Platería del Sol y luego como vecinos en Zapatería de los Niños durante medio siglo.
Mas casi todo el día vivíamos el ambiente de la Tapinería al estar en el taller —aún existe— en el callejón particular, espaldas de la pasamanería situada en la placeta de la Virgen de la Paz, casa de cerámica, de discos, y la antigua expendeduría de longanizas, embutidos y demás productos del cerdo, la lechería-horchatería de los padres de Pascualet.
Queremos decir cómo recordamos estas calles y barriada —aquellas casas y ambiente de entonces—, densamente pobladas todas las fincas, incluso los porches, algunos tan dispuestos y acogedores como los principales o primeros, donde vivían los dueños de la casa.
Terminemos afirmando como de “siempre” conocemos a esta familia por estar por razón de nuestro trabajo en trato constante con tíos, primos, los mismos vecinos y trabajadores y ¡cómo nos sentíamos muy unidos!
Venimos ahora a casa de los hijos de estos señores Rafael y Carmen hermanos para que nos refieran sus recuerdos infantiles de la fiesta del “mocadoret” desde la intimidad del hogar.
Mi padre —nos dice Carmen— era Contador de la Asociación. Entonces vivíamos en la calle de Santa Teresa y para nosotros pequeños era grandísima alegría el vestirnos con los trajes nuevos para ir con nuestros padres a la fiesta.
Creo recordar —habla ahora Rafael— que alguna vez se hicieron las Juntas en nuestra casa. Eso sería allá por el año 1925. Se ve que como no tenían local, algunas veces venían a casa. Como en el año, Tesorero y Contador se reunían a menudo para ver cómo iban las cuentas de los cobradores.
También recuerdo —afirma ahora ella—, cómo por 1934 nos cambiamos de casa viniendo aquí a la Tapineria. La finca era de nuestra tía Inés. Me parece ver cómo todo este terreno cuya planta baja está el comercio de objetos de piel de los hermanos Sanchis era un solar y desde aquí nuestra casa núm. 9 y veíamos completamente toda la fachada donde se coloca el altar. Aún creo ver cómo se prendía una corona de laurel luego de la Misa Mayor en Santa Catalina y la traca a lo largo de esta calle.
Va pasando el tiempo, pero volvamos atrás a los días dificultosos de la República.
Sólo recuerdo que mi padre era contable de los Laboratorios del Dr. Trigo, Alcalde que fue por abril de 1931. Luego sí que estoy viendo y oyendo cómo ya iniciada la guerra en aquellos registros domiciliarios al saber que entonces mi padre era Tesorero vinieron a apoderarse del dinero.
Y no sabían —afirma Carmen— que en casa no teníamos más que unas medallas de plata que se llevaron. Ahora que el importe de la Asociación y limosnas estaba depositado en el Banco de Bilbao y a nombre de... Vicente Ferrer.
Epoca dura para todo lo religioso y popular entonces.., afirmo yo.
Aún revivo lo instantes en que llegué a casa —dice Carmen— (precisamente por estos días en que efectuamos la entrevista) diciéndole a mi padre que en el Miguelete había visto una bandera Nacional y no se lo creían. Mi madre dudaba...
Volvamos ahora un tanto atrás. Rafael nos va a contar lo que recuerda de sus tíos... (Ahora se nos despide un hijo suyo estudiante eclesiástico con beca en el Patriarca, discreto pelo, densa barba y bigote. Todo un actual joven, más cercano Ministro del Señor. La enhorabuena, que el Omnipotente os bendiga y sea por siempre.., amén.)
Eran cuatro. Rafael, Angel, Amparito y José María, éste último le agradaba quedarse por la noche custodiando el altar, ¡qué tiempos aquéllos, aunque a veces también habían “salvajes” o “desalmados” que lanzaban piedras o cosas sucias a la imagen!
La verdad es que si no hay Autoridad... Luego del concierto-baile que daba las tres noches de fiesta la banda de música en el tablado situado cruzando la calle y a la misma altura del primer piso donde vivía la Tía Inés, aún se quedaban los chulillos de entonces dedicándose a insultar a las chicas, a comprometer a quien intentaba poner un poco de orden y educación.
Varias versiones en directo poseo por mi madre que allá por 1898 y principios de 1900 vivió en la calle de la Verónica y aquí mismo en la antigua casa que al transformarla se estableciera la Carnicería de Dubón.
Quisiera —sigue hablando Rafael—, nombrar al Sr. Cardona. Sólo sé que era muy trabajador, muy habilidoso, todo lo arreglaba, solucionaba, y encima era muy humilde. No recuerdo más. No sé si era soltero, ni dónde vivía, sólo recuerdo era amable y muy servicial. Quede pues por nuestra parte la buena memoria para dicho señor Cardona.
Por amplio ventanal vemos parte del huerto y campanil del colindante monasterio de Santa Ursula. Espacio de paz, sosiego, entre este lugar bendito y la calle sin continuidad de Ntra. Sra. de la Misericordia.., y digamos que este es el hogar hijos y nietos de familia tan unida al Altar del Mocadoret en el que vive Rafael con su esposa y sus nueve hijos. También comparte con ellos su vida Carmen su hermana. Hablando de recuerdos estampas y objetos con que la Asociación obsequiaba a sus devotos se nos muestra pequeña imagen de talla ofrecida en 1919, V centenario de la muerte del Santo. Téngase en cuenta los apuros sufridos cuando al iniciarse la revolución fuere saqueada la vivienda allá en la Tapinería y destruidos o desaparecidos todos los recuerdos y estampas religiosas.
Proseguimos.
Por cercana convivencia y cuestión familiar recuerdo a vuestra tía Amparito. En la costumbre llana y popular de Valencia en “aquellos tiempos” se la apellidaba Amparito la del pouet... Creo que en la entrada de la zapatería que poseía y recordamos con la dependienta Leonor, había un pocito, como era habitual en casi todas las casas de entonces para el servicio. Aún veo el que teníamos nosotros en la gran casa —amplia mansión del XVIII aún existente en Zapatería de los Niños—. Y sale a relucir al tío Amadeo su esposo fallecido no hace mucho... cuántos recuerdos!, ¡qué calle aún con sus cinco o seis zapaterías y todas las casas habitadas!, ¡cómo esperábamos los días de la fiesta y cómo se arreglaban balcones y fachadas, con luminarias y cobertores, la calle enramada oliendo a campo, a monte y la multitud llenando todas las bocacalles y placetas y replacetas de esta polular(sima barriada, Aún en plena guerra viajé con vuestra tía Amparito hasta el Villar del Arzobispo —entonces llamado “de la libertad”—, iba a ver unos familiares situados en este lugar ya bastante cercano al frente.
Luego ya restablecida la paz ¡cómo disfrutábamos con casi nada y qué felices fuimos!
Ya de pie marchándonos aún comentamos y recordamos... tantas alegrías y tantos sinsabores. Mas los buenos recuerdos nos hacen sonreír, reviviendo nuestra niñez. Muy agradecidos quedamos por cúanto nos refirieron.
Nacido y viviendo aquí casi siempre —paréntesis de la Guerra de Liberación mas luego ya casado reside una temporada en las calles de la Visitación y también en la de Sevilla— LEON AGULLO es por su padre y abuelo, raíz y presencia permanente en esta barriada de la Tapineria.
Venimos a admirar sus fotos y vemos la fiesta en todos los instantes y tiempos porque ya hace más de medio siglo seguimos celebrando cuanto y tanto por las calles como durante los años 1932 al 1938, que por razones de sectarismo como luego la Guerra, primero se celebra en el interior del templo de Santa Catalina y durante 1937-1938. ni eso, debido a la cruel devastación de las iglesias y cuanto oliera a religioso.
Mas ya finalizada la contienda fraterna en abril de 1939, en la misma Longa de la Seda, convertida provisionalmente en Catedral de Valencia, allí y con nuestra imagen de San Vicente del Mocadoret, se ofreció un Pontificial en la fiesta que la Ciudad le conmemora anulamente.
Y aquí en la tienda de la calle de Tapinería —ambiente de últimos del siglo pasado— empezamos a contemplar álbumes, inmensidad de fotos que a toda hora y años fueron obteniendo con su máquina.
Como verás van siguiendo los días su trayectoria corriente, marzo, con sus monumentos dedicados a San José, los altares callejeros a nuestro Patrono S. Vicente Ferrer y en especial este, de único apellido “del Mocadoret”. También Mayo con sus fiestas de la Cruz, la Stmma. Virgen de los Desamparados. Mira como entran por la puerta románica del Palau “los cirialots” en el día Corpus...
Y así es. En monumentales álbumes van pasando ante nuestra vista y ahora al redactar estas líneas en la imaginación los cientos de cientos de fotos, instantes singulares y especialísimos de las fiestas valencianas captadas por su máquina.
Mira esto. Aunque necesita su explicación también forma parte de la fiesta. Mi primo Ricardo —hace un año fallecido—, Pepe Sanchis y luego del ajetreo de estos días quedan dormidos aquí precisamente en mi casa.
Pero ¡qué maravilla! Ahora nos muestra una foto realizada por 1923. La imagen en su anda queda situada en la calle de la Tapinería entre las casas que subsistieron, la carnicería de Dubón y la zapatería que tenía un loro enjaulado sobre la puerta. Viene hacia Verónica. El suelo aún adoquinado, todo un increíble cambio ambiental y ¡cómo van todos ataviados!, baberillos en los niños, ropas pesadas sólidas en los mayores excepto en los instantes solemnes de la fiesta, todos con sombrero o gorra en sus cabezas.
También nos muestra otras fotos muy curiosas. El reparto de artículos alimenticios, arroz, garbanzos, carne para un cocido, chorizo, ¡ah! y un real en metálico. Es un volver a ilusionamos, a vivir el cambio experimentado en estas calles de Tapinería, Milagro del Mocadoret, Verónica, mas ante este recóndito espacio ciudadano que tiene como fondo lateral derecha las vidrieras, los pétreos muros, la girola, la maravilla de la torre de Santa Catalina que parece alegrarse al llegarse estos días que conmemoramos al milagro de San Vicente Ferrer.
Don Timoteo Cerver Gozálbez, cura párroco de San Martín de Valencia, nos ofreció y ofició en la Misa Mayor y Sermón del pasado año. Le preguntamos su impresión sobre estas alegrías callejeras en honor de San Vicente Ferrer.
—Ha sido grandísima la sorpresa y he tenido una gran emoción el vivir toda la fiesta entre vosotros.
—No tenía idea de ella, y eso que soy valenciano… aclaremos de la provincia de Alicante.
Efectivamente estuve en la procesión de la tarde y reconozco no he visto en estas manifestaciones de barriada una devoción tan fervorosa que culminaba en la subida del Santo en ese altar maravilloso colocado en esa encrucijada en bello ángulo de callejuelas, tan iluminadas y vibrando por San Vicente del Mocadoret.. También estuve en el final, en la bajada, asistiendo a la nocturna y silenciosa procesión, hasta llevar la imagen al hogar del nuevo clavario. Es una fiesta y ambiente que me ha llenado de gran alegría.
Si Dios quiere y mis trabajos lo permiten volveré a estar con vosotros en esta próxima conmemoración porque, repito, fue una gran novedad y sorpresa ver y saber que aún existen estos festejos en la parte céntrica de la Ciudad de Valencia y sobre todo en honorificar a Fray Vicente Ferrer en este extraordinario milagro del “Mocadoret”…
Y estas fueron los emocionadísimos y sinceros comentarios de nuestro sr. Cura Párroco D. Timoteo.
Agradecidisimos quedamos.

T. BERTHEREAU
Associació de Sant Vicent Ferrer del Mocadoret - València (1981)

 

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    Última modificació: 25-04-2024