Las Fiestas a San Vicente del “Mocadoret”

Afecto especialisimo, inicio obligado, único a vosotros, señores LIop Alvaro.
T. B.

Junta General para las fiestas de San Vicente en esta barriada de la calle de la Tapinería del presente año.
Nos reunirnos por atención y lazos afectivos de mucho tiempo en el local —maravilla de arte, decoración y ornamentación de los fallemos de la plaza de Lope de Vega, situado en la calle de Zurradores,
Es casi la hora de la convocatoria —diez y media de la noche—, y va poco a poco rebosando la gran sala donde va a celebrarse la reunión anual.
Ir y volver de Jaime Nácher, Presidente de la Falla, dando órdenes efectuando esos detallas que í suponen y que valoramos agradeciendo tanto a él como a todos los demás componentes de esta Comisión Fallera cuanto completan y ayudan a enaltecer la figura de San Vicente Ferrer.
Otra vez los preparativos y la numerosa asistencia —unos cuarenta y siete—, más los representantes en la Junta General.
Ya se acercan os días en que este recodo de Tapinería y Milagro del “Mocadoret” se llene de banderas, luces, colgaduras a través de la calle y júbilo por doquier en honor de Fray Vicente Ferrer, por el insigne milagro ocurrido en la plaza del Mercado y culminado aquí en este espacio.
Alegría por volverse a ver de nuevo amigos, asociados, devotos del Santo.
Ir y venir de Julio López cumpliendo encargos de última hora y cobrando, que es su ley...
Se impone el silencio. Empieza la Junta. Preces de D. José Soler, capellán consiliario. Abre la sesión el Sr. Presidente, Vicente Aznar. Ahora el Secretario José Pérez lee el resumen de la última sesión..., y siguiendo el orden del día se pasa a dar cuenta del estado económico y del nuevo presupuesto para el presente año. Es ahora Pepe Sanchis quien nos informa de la existencia económica.
Y llega la gran emoción cuando se procede al sorteo de la imagen del Santo principal, que supone al afortunado ser Clavarlo Mayor y tenerle durante todo el año en su case.
En un principio decimos el hablar de la asistencia “las representaciones”.
Esto quiere decir que como muchos asociados tienen también a sus familiares inscritos, vienen representándolos en el acto del sorteo, y es muy emotivo y suspende el ánimo cuando aparece siempre “por mano inocente” la más inocente de cuantos asistimos, de bolsita carmesí el número, y cómo el Sr. Secretario busca entre los allí anotados al agraciado, registrados en libro aparte.
Júbilo y felicitaciones este año al mucho tiempo miembro de la Asociación José Peña, domiciliado cerca de las Torres de Quart. Allí estará el Santo en su casa hasta las fiestas del próximo año!
Antiguamente, uno de los últimos asuntos a tratar era la degustación de diferentes bizcochos presentados por pasteleros para, luego de examinadas las condiciones y calidad, hacer el encargo.
Siempre hay ruegos y preguntas. Sugerencias para mejorar los festejos, para creer algo nuevo.
Termina la reunión cerca de la medianoche. Por las calles de esta barriada silenciosa, a veces lloviznando —estamos en abril—, vamos desfilando hacia nuestros hogares porque mañana es día de trabajo, y si todos éramos antes vecinos de estos alrededores, ahora vivimos apartados de aquí.
Y ya estamos en la víspera de la fiesta. Bullicio y algazara por esta delimitación ciudadana de artesanales y modestos edificios, paso de mucha gente que pasa bus cando la plaza de Zaragoza, y también esas hileras de turistas que admiran y fotografían las placas de mármol y cerámica que señalan nuestra fiesta vicentina. ¿Verdad, León Agulló, Ricardo Alberich, Rafael Torregrosa, Pepe, Miguel y Juan Sanchis?
Al mediodía ya oímos sonar alegremente las campanas de la iglesia de San Martín. Durante toda la tarde —hoy sábado— síguese montando el altar y colocando luces. Ya es última hora de la tarde. Músicos, vecinos y asociados, los extraños ciudadanos que pasan, ven animación y recuerdan al ver el altar y los preparativos.
Marcha la música a efectuar el recorrido tradicional. Mientras, el Santo, que ya vino de casa del Clavario, Ignacio Sánchez, situada en la calle de Salamanca, está ahora en la posada de Teresa Solano y Paco Ibars, donde ponto se ve rodeada de directivos, familiares, vecindarios, devotos todos de la imagen más fina y alhajada —honra del antiquísimo barrio de l’argenteria—. Cumpliendo de años una buena costumbre ofrece una devota familia asociada un ramillete de flor de azahar a la imagen de este sin par Santo.
Llénase el patio de la posada de gentes diversas: anderos, muchachos que ayudan a llevar bandera, estandartes, el anda con el santo niño...; abigarrado conjunto de esta fiesta popularísima.
Tan pronto se termina el pasacalle de la música bájase la imagen y, dispuesta en su lugar —nubes plateadas sostenidas por ángeles—, entre el estrépito de la traca y la Marcha Real, se lleva por las calles de Zurradores, Correería, Tapinería, Virgen de la Paz, Lope de Vega, Trench, Derechos, a la parroquia de San Martín.
Son ya, aproximadamente, las nueve y media de la noche.
Queda compuesto y arreglado el altar mayor y situadas en lugares preferentes las dos imágenes.
Y poco a poco vamos partiendo hacia la cena popular.
Nos encontramos de nuevo en el Casal de la Falla de la plaza Lope de Vega, a cuya Comisión tenemos que volver a agradecer el cobijo que nos ofrecen tan amistosamente, del que tenemos que resaltar el nombramiento especial efectuado a nuestro Santo.
Jovialidad y alegría en todos: asociados, directivos de otros altares, juventud de ambas agrupaciones —vicentina y fallera—...
Todos lievamos el consabido “entrepán”, aunque en las diversas mesas, como siempre, bien dispuesto en platillos, almendras, avellanas, aceitunas, ensaladas que preparan y ayudan incansables.., los bien conocidos y siempre distribuidores de cuanto hace falta y anima la concurrencia.
¡Honor a vosotros, héroes del detalle y éxito de todo el festejo en sí!
Botellas y más botellas de gaseosa, vino, botellas de agua mineral para los.., ya entrados en años; servilletas de papel, botecitos con mondadientes, y todo lo accesorio y preciso para un agradable y sustancioso, dentro do lo necesario, yantar. Bromas y comentarios se suceden, y es un jolgorio constante la cena.
Casi siempre hay lectura de poesías, actos de homenaje a elementos que durante muchos años colaboran por el esplendor de la Asociación, finalizando, ya mediada la noche, con tortada o dulces y mistela.
El humo de los cigarros espesa el lugar, envolviendo las tazas de café, mientras prosiguen los grupos comentando peripecias, sucedidos, quizá recordando a amigos y compañeros ya fallecidos.
Poco a poco vamos desglosándonos y marchando algunos a ver el altar y cómo se finaliza su montaje.
Puede que alguien, rememorando otros tiempos, empiecen de pie a comentar anécdotas que nos contaron o vividas en diferentes años; hablando un poco fuerte atraen la atención de los familiares y convecinos que se asoman a los balcones, tomando parte en la conversación y, por tanto, sentándose en las aceras o en alguna ocasión bajándose sillas, prolongándose tal jocosa conversación casi hasta el amanecer, cuando el altar ya está casi terminado.
Hermosa fachada, repleta de damascos, alegorías del Santo, templete y peana para revivir el maravilloso milagro del “MOCADORET” entre estos antiguos edificios habitados por tantísimos fervientes devotos suyos.
Aún es casi entre dos luces. No se ve el sol cuando ya aparecieron somnolientos los seis o siete de siempre, aunque también aparecen caras nuevas.
Antes de las ocho de la mañana —seis horas solares— ya nos encontramos con los diferentes músicos, los madrugadores, los amigos de la pólvora.
No tirará petardos, mas la presencia y dirección del señor Aznar es insustituible en todo su largo recorrido.
Asombro por ventanas y balcones de quienes no recuerdan o extrañan esta fiesta, no ha mucho un tanto cohibida por la presencia de carros y caballerías de huertanos de recogida de basuras, porque estos animales a veces se espantaban. Una vez terminada la “despertá” hay que ir a casa a cambiarse de ropa para asistir a la solemne fiesta en la iglesia a las once de la mañana.
La Misa Mayor aún atrae al templo de San Martín a muchísimos vecinos vicentinos de la ciudad, presidentes o cargos de otras —casi todas o todas—, las demás Asociaciones por darse el caso especialísimo de celebrar hoy esta fiesta ocho días después que los demás altares, algo así como dentro de la octavo.
Una novedad ha sido el sermón. El celebrante es nuestro capellán, don José Soler, y nos recito con su mismo característico tono y lengua el sermón del Santo. Todo un prodigio de giros, conceptos y buen pronunciar. ¡Buena idea! Larga y solemne esta misa cantada, con diácono y subdiácono, mas la importante orquesta y masa de cantores.
Magna impresión la que ofrece esta amplia iglesia con el Santo refulgente en el altar mayor, repleto de flores y luces, la Junta de la Asociación en pleno, invitados y quizá e! señor Concejal Teniente de Alcalde, presidente de Ferias y Fiestas, muchachas vestidas de valencianas y toda la barriada de la calle de la Tapinería y contornada.
Tras el pasacalle por toda la vuelta de la procesión con las muchachitas, familias y todos cuantos aún tienen ánimos de pasearse, la “disparé” en la plaza de Lope de Vega y la gran afluencia de estas gentes de toda la ciudad y pueblos comarcanos que llenan la plaza Redonda, Trench, Sombrerería, alrededores...
Y es natura! que después de un día —v víspera—, tan movido para conmemorar la fiesta, nos reunamos a comer, previa cotización particular de su importe, en un restaurante con familiares y amigos.
La procesión es —pueden comprobarlo— de las más concurridas y heterogéneas dentro de la ciudad.
Hacemos por ver carla año todas las demás fiestas vicentinas. Luego, con directivos —todos siempre amigos— comentamos aspectos que podrían aumentar solemnidad, aspecto típico, festejo tradicional, agregándole cada año algo nuevo.
Por ejemplo: ir la víspera a por “murta”, concedida autorización, a la Albufera o monte o posesión particular...; doce individuos ataviarse de apostolado, como no ha mucho todos los años desfilaban entre niños vestidos de seudo-ángeles con palmas o a!egorías de San Vicente; reproducir grupo con milagro especial o particular de cada barriada;’ premiar el aseo y ornato de balcones y fachadas, como el disparo de fuegos de artificio y tracas a lo alto y ancho de estas calles estrechas y antiguas...
Interminable cantidad de fieles y muy devotos de esta Asociación tan popular en la Valencia recogida, íntima, bien cerca de la antigua urbe.
¡Qué emoción por estos callejoncillos al pasar el Santol
Y a veces, cuánta flor y enramada montaraz alfombrando las calles al paso de esta imagen rutilante por estas callejuelas sin mucha luz de San Vicente del “Mocadoret”.
Largas y estrechas vías de escasísimo iluminar y dando un efecto tan retrospectivo como el quedar con una indecisa penumbra, sólo atenuada por las velas de los asociados, y en torno a la imagen, ya la iluminación blanquecina de las bombillas eléctricas del anda.
Hay espacios como los recovecos de la plazoleta de Ibáñez y Cobertizo de Santo Tomás, Angosta de la Compañía, Correjería, Verónica..., calles impresionantes por su estrechez; mas ¡qué contraste al llegarse por San Vicente Mártir, entre la barahúnda de gentes paseando, ignorando la existencia de esta Asociación del “Mocadoret”!
Y ya, cansados, llegamos por el Mercado a Ercilla y Dr. Collado. Qué emoción al pasar por estos lugares santificados por el prodigioso volar de su “mocador”.
Cómo refulgen ahora la antiquísima de l’Argenteria —ahora de Martín Mengod—, plaza de la Virgen de la Paz, Pozo de San Lorenzo y Tapinería!
Ya es todo este último espacio máxima iluminación y plena explosión de vecinos y devotos de toda la ciudad.
Inquietud, apretujamíento, cuando va llegando la procesión al lugar donde está colocado el altar.
Rebrillar de reflectores, emoción en todos los que nos encontramos ahora —sobre las nueve y cuarto de la noche— aquí en esta semi-recóndita calle del Milagro del “Mocadoret”.
Esfuerzos por los guardias municipales y de Seguridad para que se deje espacio libre a los anderos; luego, a la Junta, invitados, camarera del Santo, autoridades.
Gentío en los balcones preparando la flor deshojada —otro espectáculo inenarrable de la Valencia festiva y murmullos y comentarios y alegría en todos.
Apréstase el Secretario a desmontar la imagen para colocarla en el trono del altar callejero. Varios acércanse para besarlo o pasar flor o rosario o pañuelo por su capa de terciopelo, toda bordada en oro.
Más pleamar de gentes que no ven a quienes acércanse para verlo mejor, y el instante cumbre, cuando ya todo preparando a punto, se dan órdenes a los músicos para que entonen la Marcha Real.
Murmullos de satisfacción en todo el ámbito de estas calles ahora a! empezar ya a subir el Santo a su altar entre clamores y vítores; el lejano trepidar de la traca de colores por toda la calle de la Tapinería; la impresionante lluvia de pétalos de rosa casi siempre, y esa gran alegría con mezcla de lágrimas por volver a ver otra vez este festejo, mientras, como envolviéndolo todo, los sones majestuosos de la Marcha Real.
Ya ahora, cumplida la fiesta, notamos el cansancio; mas aun a pesar de nuestros “años”, los ánimos no nos faltan...
Nos hemos excedido bastante. Creemos que ya no tenemos más espacio; así es que, si es posible, “si Déu vol”, otro año seguiremos describiendo esta nuestra fiesta, porque la traca que al mediodía del lunes y martes se dispara, bien vale con más detenimiento relatarla.
Como otros actos, que aun estos dos días ofrecemos a la barriada en honor de este nuestro singular “SANT VICENT DEL MOCADORET”.
T. BERTHEREAU
Associació de Sant Vicent Ferrer del Mocadoret - València (1976)

 

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    Última modificació: 16-04-2024