Historia, recuerdos, y anécdotas de un asociado

Proseguimos...
Vamos revisando carpetas, viendo publicaciones de otros años, aparecen una cantidad impresionante —si, ya lo sé que todo lo guardo—, de convocatorias, estampas, recuerdos, apuntes y proyectos tomados de una fiesta para la próxima... mas aquí revive todo el esplendor que los tiempos con sus altibajos económico-sociales-ideológicos van imperando en el momento, materia para estudio de tesis doctoral a cierto antropólogo familiar íntimo.
Aún queda bastante estío. Los días se van acortando, mas en estas tierras soleadas ¡cuánta falta nos hace la lluvia! (pero no en los días en que el Santo está en su altar callejero).
Y seguimos haciendo memoria y leyendo, repasando, elaborando los sueños que con mucha frecuencia se nos presentan y nos hacen deleitarnos en aquellos recuerdos y añoranzas de nuestra niñez, de nuestra juventud...
Llega octubre. Luego de varias semanas sin apenas hablar con nadie revisamos lo escrito y volvemos a entusiasmarnos recordando los tiempos jóvenes, y en todo instante vivíamos el jolgorio y la fiesta de nuestra barriada.
—Qué podemos anotar ahora.
—Hasta el 1950 llegué a vivir aquí con mi madre y hermanos, pero a finales de este año, al contraer matrimonio, me fui a vivir a la placeta de Santa Lucía, allí pues nacería nuestro primer hijo, ahora ya con sus treinta años unido en santa unión con excelente joven aragonesa, María del Carmen Alvaro, y padre ya de dos criaturas, María y Francesc... mas un tanto alegre y deprimido yo, veía preparar, transcurrir y languidecer dos conmemoraciones centenarias de las que esperábamos ya de mucho tiempo atrás con grandísima ilusión el 6.° Centenario del nacimiento del Santo, el 22 de enero de 1350 y el 5.° Centenario de su canonización, en 1955.
— ¿Cómo explica su desilusión?
—Por lo que fuera ya no existía el nivel religioso de antaño. Se había celebrado la Gran Misión de 1948. Toda Valencia convertida en un templo mañana y tarde desde últimos de enero hasta mediados de febrero con una asistencia incalculable en todas las iglesias valencianas y de los alrededores, pero no repercutió ni en la fiesta vicentina porque en el año 1955 se volvió a organizar y efectuar con el mismo entusiasmo de fieles la Gran Misión Vicentina y luego otra en los Poblados Marítimos, pues por diversas Asociaciones de altares y grupos devotísimos del San to se pensaba crear otros aportando de momento la imagen, andas, experiencias... y menos aún revalorizando la fiesta en las antiguas barriadas cada vez menos pobladas. La gente empezaba a gastar en comodidades, en coche, en apartamentos, en pisos, en fallas y la fiesta en honor del Patrón de la ciudad y Reino decaía.
Y con ello siguen celebrándose las procesiones, misas mayores, subida del Santo en los altares situados en las calles y replazas como antaño.., en algunos es cada vez más escuálida la concurrencia y aunque la Imagen queda colocada dos días o uno solo en la mayoría de los altares, pero «como no encuentran chicos, no hay miracle... Increíble.
—Y Vd. ¿no hace, no intenta alguna cosa para contrarrestar tal apatía e indiferencia?
—Hijo mío escribo cartas al director en la prensa valenciana y a veces no sé con qué intención será, no aparecen... Casi la mayoría es gente que va a la fiesta porque sí, no la siente... Y eso que incluso económicamente las ayudan. Les doy nuevas ideas, o normas para efectuar festejos diferentes para revalorizarla y no te hace caso y eso que entregas más de lo que puedes, «son de mata morta».
—Entonces, ¿cómo enfocaría ahora altares, miracles, festejos en sí?
—Ten en cuenta, hay una Junta Vicentina y unos elementos muy dispuestos a ostentar condecoraciones, medallas, emblemas, todo muy rutilante, ¿mas qué queda al «esplendor» de estos días? Por fortuna los Altares editan unos libros-programa, con buenos artículos relatan la vida, lienzos, imágenes, tradiciones y otros aspectos de la devoción al santo en Europa, con grabados e interpretaciones muy buenas. También aunque no lo admita del todo hay una floración de «arte actual» que planea nuestra imagen. No hace mucho en la portada de una publicación vicentina, ví de metales su figura: limas, cerraduras, goznes, hilos, planchas, todo el resumen del apellido Ferrer. La impresión era de extrañeza mas había que admitir este concepto de ahora, siempre que no denigre o deteriore demasiado.
—Bien. Dígame... y en aquellos años de paz y tranquilidad ¿no iban en aumento devoción y medios económicos?
—Es incomprensible. La gente vivía en la abundancia ya transcurridos los años del desbarajuste europeo. Todo el mundo —casi todo, yo no— se veía con unas pesetas de más, se compraba cochechito ¡sublime obsesión!, ¡chalet, apartamento, aparcamiento, parcelas para... y a complicarse la vida con letras, pagos e infinidad de gastos apremiantes! Claro esto repercutía en el gas to doméstico, todo va en contra de estas fiestas populares. Y así vemos mucha apariencia y como todo sube de precio, las tortadas serán más reducidas, los cirios más pequeños, las tracas ya no se colocan por el pirotécnico por los balcones y faroles de gas, en la procesión se suprime la enramada, el apostolado, ni la música toca —seis o siete músicos uniformados— cuando se re parte la merienda a los niños, ni la despertá con petardos en el día de la fiesta mayor... Todo va a menos y da gracias a que un grupo de valientes que componen la Junta sigue adelante...
Diciembre. — ¡Cómo va pasando este invierno tan dulce y sin llover! - -
—Antes se pedía al cielo la lluvia porque tan útil es aquí en la ciudad por eso de la contaminación como al campo y al secano... Ahora hay un excepticismo colectivo —alma y cuerpo— que vive, que vegeta... Recuerdo cómo antes en los «buenos tiempos de paz y trabajo, casi todos los años llovía, de ahí el toldo que cubría todo este espacio del altar incluso las casas de enfrente, dando un agradable cobijo en las horas de sol incluso, ¡lástima que por un romance u otro se deje de colocar...! Yo sé de un devoto que tiene unas lonas que incluso vendrían muy bien y creo que las decoraría con alegorías y emblemas del Santo y de la fiesta del Mocadoret...
Cuando coloco encima de una mesa todos los programas que guardo, me asombro de los años transcurridos.., y de los achaques que uno va teniendo... viene ahora a mi mente unas tardes maravillosas al cielo limpio un crepúsculo que se alarga, ahora que creo fue por 1972, tarde muy gris con presagios alarmantes de temporal, cuando ya la procesión por la calle de los Caballeros empieza a salpicar una llovizna al parecer sin mala intención, luego ya por Bany deIs Pavesos ya se va cogiendo, nos va dando un poco de respiro por Zapatería de los Niños se tiene que acortar la vuelta y aprisa pasando por la antigua «Argentería» —ahora de Juan Luis Martín Mengod— a Tapinería, y recto por la callecita que enfrenta al altar —por donde nunca pasa la procesión— a su trono... ¡cómo llovía y cómo estaba de empapada la imagen! Con mi pañuelo, rayado estilo huertano que aún conservo y guardo como reliquia, limpio y seco cabeza, rostro, azucena, libro..., del Santo mientras lo subíamos en el Altar... La señal de agua marcada en él la señalé con un bolígrafo la silueta de humedad, y aún estoy viendo la veneración de mi Madre al besarlo momentos después en su casa cuando ya quedan pocos asociados y vecinos en la calle pues ahora 8’35 de la tarde empezando a anochecer cae un tremendo aguacero... y ahí queda el Santo en su altar todo iluminado... Vuelvo a recordar a mi Madre nacida en la misma calle del Mar por delante de donde se coloca —colocaba pues ahora nuevos conceptos y sentires lo llevan a la plaza de Tetuán—, y bautizada en San Esteban... Pobreta, ya hace años que falleciera... Pero casi siempre de madrugada aunque sea un poco mojarse las calles raro es el año que esto no ocurre...
—Usted también fue Clavario tengo entendido...
—En el año 1957, el de la gran riada, cuando se produjo no lo tenía yo en mi casa... Y tuve el Santo más de un año en casa. Ahora verás, desde el 16 de abril de 1956 hasta el 5 de mayo de 1957. Pues como te decía, nos vamos a hablar de tú, porque nos conocemos ya bastante, —aquel año al traer la imagen a la casa de los señores Ibars —Paco y Teresa—, como es costumbre (ahora ya él fallecido D. E. P.)y de aquí a la parroquia empezó a llover toda la noche sin parar y la mañana siguiente día de la fiesta muy gris... aclara un poco al mediodía, pero no se pudo celebrar el pasacalle, pero sí ya la procesión con un sol crepuscular, pero radiante y ¡qué efecto cuando pasamos por la calle de Juristas teniendo como fondo el Micalet ver las piedras góticas rutilantes y no sé como las campanas que por este lado asoman Pau, Narcis, Andrés, Vicente, ellas solas se pusieran a voltear de alegría al ver el paso de nuestra solemne procesión por las callejuelas de la Valencia primigenis!
¡Cuántas cosas aún me quedan por contar!, y a esto, que luego volverán a la memoria diversos instantes de mi vida en torno a esta Asociación de Sant Vicent Ferrer del Mocadoret.
La cuestión es que siempre me obsesioné con ir a Vannes, ciudad de la Bretaña francesa, costa atlántica allá arriba, hacia el canal de la Mancha, frente a las tierra inglesas. Era largo el viaje y sobre todo el gasto. Se necesitaban unas miles de pesetas que si disponía de ellas tendría que pasar una temporada difícil, pues ya teníamos tres hijos.
— ¿Cómo se las arregló?
Aparte del trabajo corriente en el taller donde estuve ¡cincuenta y un año y cinco meses largos!, mira desde el 16 de julio de 1928 al 2 de enero de 1980, los sesenta y cinco cumplidos... más aún me quedé hasta el 5, festividad de los Reyes Magos. Bien, sigue anotando... Como tuve unos trabajos extraordinarios me hice el ánimo firme de ir... mas conforme se acercaba la fecha prevista un malestar, mezcla de emociones cada vez en aumento, casi me hicieron desistir... Mas decidido dije a mi esposa —no te preocupes... si me pasa algo déjame en Vannes será mi gozo completo y tú tendrás ocasión obligada de venir a yerme. Ten en cuenta que mi esposa es de estas tierras francesas, aunque un poco más al centro, cercana a París, departamento de Sena y Mame.
Y allí me fui con mi hijo mayor que habla y escribe perfectamente el francés, aunque nos en tendimos bien, allí tienen un dialecto o lengua muy primitiva, el bretz, mezcla de inglés... ¡Qué ilusión cuando llegamos a esta población! ¡Allí estuvimos cinco días recorriéndola, admirando los lugares donde predicara, la gran portalada enfrente al canal-mar donde está él en imagen de unos dos metros de grande. He dicho canal-mar y es que allí no se ve el mar abierto como en nuestro Grau, curvas y plantaciones y recovecos todo llano y con matorrales... ¡ah!, y la gran sorpresa. Sabido es como queda esta ciudad en el oeste, pero ¡cómo nos quedamos perplejos al ver que esta portalada de piedra que enfrenta el mar, recibe el primer sol mañanero el del este... Creíamos que allí por el mar se ocultaría y resulta ¡cosa increíble!, que es similar exacto, tal como ocurre en Valencia, nace el sol por el mar y se recoje tras los campos del interior. Pero la gran emoción es aparte la presencia de su cuerpo admirar el arca donde se guardan sus restos, que he visto y sé exactamente lo que queda de él... Y su cráneo que nos llegó a Valencia en el 5.° Centenario de su canonización en 1955, es el estar en las habitacioncilla donde falleciera. La plazoleta llamada antiguamente «des orfevres», de los plateros, argentería en valenciano, es muy parecida a esta de Nuestra Señora de la Paz, tan cercana a nuestra Tapinería, pero no ha mucho llamada VALENCIA.
Como te voy diciendo —respira despacio, no está cansado, pero que estado de ánimo más entrecortado, más emocionante el estar aquí en este diminuto lugar situado en lo más recóndito de la casa convertido en capillita con su imagen de madera pequeña de unos treinta centímetros y rodeada de placas de mármol blanco con inscripciones doradas, señal de agradecimiento a San Vicente Ferrer por hechos portentosos, por milagros recientes... Pero vengamos aquí a Vannes conmigo y recorreremos todas sus calles viendo tantas hornacinas que guardan las esculturas pétreas o de madera del santo. Más reciente, en 1977, en otro viaje que hicimos tuve la gran satisfacción de entregar junto con un grupo de vicentinos del Altar del Pilar retablo de cerámica, el primero que aparecía en esta tierra...
Comprendo su esfuerzo y emociones. Más adelante D. m. proseguiremos.
F. J. LL. LL.

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Associació de Sant Vicent Ferrer del Mocadoret - València (1984)

 

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    Última modificació: 23-04-2024