Imagen fachada Catedral Vannes


Admiremos, cuanto allí vemos, y relatamos aquí, durante varios años en estas páginas del ALTAR DEL TOSSAL, cuanto representa a nuestro Santo en Vannes.
Relicarios, restos, puerta San Vicente frente al mar (71), mansión postrera (72), Chambre Mortuaire —habitacioncilla altar donde muere el san to— (73), vidrieras en su capilla (74), imagen sacristía catedral (75), imágenes calles de Vannes (76), antiquísima imagen en Casa de los Canónigos (77), imagen hornacina place Valencia (78), y, ahora, en 1979, la que centra y preside la puerta principal de esta Catedral de la que existen datos, según un Concilio provincial de 465 —siglo y— ya se nombra «l’eglise de Vannes» en tiempos de su obispo Symphorien.
Si la religiosidad de estas gentes, ásperas y recias como su especial lengua no faltan catástrofes que aniquilen cuanto supone esfuerzo, arte y cultura.
Ya en «919, la Cathédrale fut brulée par les Normands» —la Catedral fue quemada por los normandos.
En 1454 el obispo Yves de Pantsal comienza una reconstrucción porque amenaza ruina, y seguimos leyendo «Vannes sa cathédrale», de Bertrand Frelault, estas obras se pueden realizar por «l’aide financiere qu’apportent les aumones des pelerins venant se recueillir sur le tombeau de Saint Vincent Ferrier» —la ayuda económica que se recogía de los peregrinos que venían a visitar la tumba de San Vicente Ferrer...
Aquí podemos indicar la arraigada devoción de la comarca bretona y por ello lo impropio de solicitar su cuerpo para definitivamente trasladarlo a Valencia.
Lleguémonos ahora a describir esta imagen de unos dos metros de altura, nos da la exacta impresión, el modelo imperante en estas tierras normandas y bretonas.
Si su característica es la habitual, índice diestra hacia arriba, Biblia en la otra mano, pero le vemos envejecido, cansado, extenuado, mirando el azul celeste, pero sin aureola ni azucena.
Imperturbable, pero es aunque un tanto viejo un religioso envejecido.
Es tal el afecto y cariño a Saint Vincent, que en la misma portalada de la Catedral, precisamente dedicada a San Pedro – príncipe de los Apóstoles y en cuya conmemoración se canonizó—, allí le tenemos siendo inicial la emoción centrando y como dando la bienvenida a todos los que aún ahora vienen a verle y como nosotros a rogarle el milagro, los milagros y hechos portentosos que le imploran y consiguen sus desolados convecinos vanetenses.
Y ante su imagen, presagiando el reencuentro de sus restos, vendremos otra vez —si Dios quiere—, en demanda de que reviva nuestra fe, máximo milagro en estos días que nos cupo vivir y que ahora los que sentimos en el alma cuanto de vos se ha dicho, mal y desprestigio que caerá sobre aquellos que no saben arguir otra cosa que sea podedrumbre, incapacidad creadora en torno a lo soublime y excelso del ser humano en estas tierras, en todas las tierras, en estos tiempos.
Tal austera y estilizada escultura queda endulzada atrayente para nosotros, acostumbrados al esplendor y boato al contemplar la serena cabeza ensimismada, absorta, ante visión celeste, ya conseguido el portento, el milagro a este, a estos fervorosos y alocados devotos marineros bretones.
A vos Vicente Ferrer, estandarte, bastión donde se estrellarán quienes no te pueden comprendr, más serás aquí en tu tierra natal, como lo eres en esta ciudad francesa, tumba gloriosa y preclara figura, que a toda hora en la misma puerta de la Catedral pregona el afecto tan arraigado que le tenemos todos los vanetenses y valencianos.

Francisco J. LLOP LLUCH
Altar del Tossal nº 55 - València (1979)

 

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    Última modificació: 14-05-2024